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El Marco Polo rebelde de Redondela

La reedición de su libro "Los países del Extremo Oriente", publicado por primera y única vez en en 1883, rescata la apasionante vida del político y viajero Juan Manuel Pereira de Castro

Dibujo con Pereira (segundo por la izqda.) acompañado por otras autoridades durante su estancia en China.

"Ya por fin había concluido el gran viaje; ya me hallaba en la famosa Cambaluc de Marco Polo, la capital insigne del gran Catai; en la tierra Maravillosa, cuyas descripciones se tuvieron entonces por cuentos de novela, y que hoy en día reciben, en gran parte, confirmación". Con estas líneas describe Juan Manuel Pereira de Castro su llegada a la ciudad por aquel entonces conocida por su antiguo nombre mongol que se sitúa donde hoy está Pekín. Era el último destino de un viaje en el que atravesó el canal de Suez a bordo de la fragata "Provenza", haciendo escalas en Ceilán, Filipinas, el reino de Siam y, ya de regreso, Egipto.

Pereira reflejó aquella auténtica odisea en un libro, "Los países deL Extremo Oriente", publicado en 1883, en el que, con un estilo divertido y fresco muy de agradecer, va describiendo los princiales lugares que visita (Hong Kong, Macao, Cantón, Bangkok, Singapur, Pekin, El Cairo, Alejandría...), las gentes con que se va encontrando y los actos a los que asiste: ceremonias, recepciones, banquetes, bodas reales, cremaciones...así como también aventuras y anécdotas como la exploración de un volcán o la compra de un joven orangután (con el que quiso confirmar las teorías de la evolución de Charles Darwin) y, en fin, el resultado de su contacto directo con las gentes de aquellas culturas tan distintas y distantes a las nuestras.

Ciento treinta y cinco años después, la editorial Ediciones del Viento ha recuperado aquel libro y realizado una segunda edición, con prólogo del historiador gallego Xosé Ramón Barreiro, con la que rescata la figura de aquel simpar personaje, político, viajero y aventurero, nacido en la villa de los viaductos el 24 de mayo de 1820 y fallecido en Barbañas (Ourense) el 15 de abril de 1896 tras una vida tan plena cual apasionante.

Era hijo, este Juan Manuel, de Ignacio Manuel Pereira, Señor de la Casa de Reboreda (Redondela) donde nació, y de María Rosa de Castro, de la Casa de los Castro (Arcos. Ponteareas), aunque desde su juventud dejó muy claro que su trayectoria política iría por unos derroteros distintos de los tradicionalmente mantenidos por su ascendientes familiares; muy pronto unió su destino a la causa del partido progresista republicano del general Prim, por el que sería elegido diputado a Cortes por Ponteareas en 1847. En esa época se instruyó un proceso contra él, acusado de "haber dirigido en el mes de agosto de 1848 una proclama a los habitantes de Galicia y al ejército, incidiendole a la rebelión contra el gobierno instituido". Nombrado Gobernador Civil de Pontevedra durante el bienio progresista (1854-56) no llegó a acabar su mandato y, ya en mayo de 1868, es incluso enviado a prisión, cárcel de San Antón, esta vez acusado de tomar parte en los preparativos de la Revolución populamente conocida como la Gloriosa, cuyo triunfo propició no solo que se le excarcelase sino que fuese nominado presidente de la Xunta de Goberno de A Coruña, cargo que en realidad no alcanzó a ejercer.

Y es que, según explica Xosé Ramón Bareiro, Pereira era "un incómodo social" como se demuestra que, en este libro, aparezcan "sorpendentes anticipaciones: sobre los derechos de la mujer y de los niños, contra la pena de muerte, contra la castración de los hombres y la radical condena de sistema social que ampara y valora a los eunucos, sobre las corridas de toros, a las que se opone, sobre el respeto a la naturaleza, con una serie de consideraciones sobre las obras de Darwin que aun no habían sido traducidas al castellano, sobre las pirámides de Egipto, a una de las cuales asciende...". "Ciertamente -afirma Barreiro- cuando lo destinó a Extremo Oriente, su amigo Prim (que sería asesinado meses antes de su nombramiento como embajador) era consciente de que Pereira no cabía en aquella España en tránsito hacia formas políticas sociales y modernas".

Elegido nuevamente diputado por Redondela en 1871, tras haber sido nombrado Gobernador Civil de Zamora y condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica, renunció a su escaño al ser nombrado por Amadeo de Saboya Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en el Imperio de China y los Reinos de Siam y Annam.

Pereira embarca desde Marsella rumbo a Asia el 3 de septiembre de 1871. Siempre en busca de la singularidad, de lo más desconocido y del trato directo con la gente, por cada nuevo país en el que hace escala, el gallego va tomando las correspondientes notas que servirán, él ya lo tiene previsto, para componer su libro sobre el Extremo Oriente. Así, en Filipinas, lejos de llamarle la atención la capital, Manila, decidió trasladarse a otras islas, entre ellas la de Luzón, donde fue acogido por el párroco. Luzón le pareció, por su extraordinaria belleza, el "nido de los primeros de nuestros padres", es decir, el Paraíso.

En la capital del imperio chino, Juan Manuel Pereira fue recibidio por el príncipe Kong, tío del emperador (que era menor de edad), co-regente y presidente del Ministerio y ministro del Estado (algo así como presidente del Gobierno). "Fui en palanquín, o sea en silla de manos, -escribió al relatar el traslado desde su residencia al palacio- verde, que es el color que usan los representantes de las naciones extranjeras, iguales en eso a los ministros del Emperador, pues allí los colores se distinguen en las categorías, por cuya razón la silla destinada al secretario era azul, y el intérprete iba en coche, a causa de que su categoría no le autorizaba para ir al acto oficial en palanquín. Ocho hombres vestidos de gala llevaban el mío cargado sobre sus hombros; dos, además, iban al costado, a manera de directores; delante, otros ocho para relevar a los que se cansasen, y a caballo dos trunchaos, batidores, de los que uno se adelantó para entregar al al Príncipe mi tarjeta, que era muy diferente de las que usamos en Europa, pues consistía en una tira de papel encarnado de más de una cuarta de longitud sobre media de ancho, porque el tamaño entra por algo en la categoría de la persona, y en ella escrito mi apellido, advirtiendo que en China se lee de para abajo".

Como era de esperar, Juan Manuel Pereira de Castro quedó fascinado por China, sus gentes, sus costumbres, su cultura...al punto de que hasta se permitió el lujo de criticar la política colonialista de las potencias europeas, así como ciertas prácticas de algunos miembros de las órdenes religiosas.Y, como era de esperar también, de nuevo no duró mucho en el cargo. Al abdicar como monarca Amadeo de Saboya, presenta de inmediato su renuncia como embajador, que en principio no es aceptada, hasta que en 1873 regresa por fin a España para presentar su dimisión en persona en las propias Cortes. La restauración de los Borbones en la monarquía española, en 1875, propicia su retirada oficial de la política. Sus últimos veinte años los vive en Ourense, aunque fue enterrado en el cementerio de su Redondela natal.

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