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Vino en femenino

Estela celebra el 8 de marzo de la mano de ocho mujeres del mundo del vino en Galicia, que nos desvelan sus historias vitales y sus opiniones sobre el pasado y presente del sector

representante de Santiago Ruiz.

"A veces nos olvidamos de las historias y creo que Galicia las tiene muy bonitas", reflexiona Araceli Fernández desde la oficina de Amigos de Godeval, de la que es gerente y socia. Una de ellas viene de lejos, es la de la mujer gallega en el mundo del vino: Una historia que "empieza en el campo", como nos cuenta Inma Bernal, directora comercial de Viña Costeira. Lo hace de la mano de "loitadoras incansables, positivas, que sempre tiraron do carro", según las define Cristina Carrera, ingeniera agrícola y asesora en Agrovitis.

Las mismas que, en palabras del poeta Manuel María en 1970, "/non tiñan a pel de lilio ou azucena,/senón unha pel queimada polo sol,/petada polos ventos/ (...) (nin tampouco)/ o corpo de bimbio,/senón un duro, resistente,/cangado polo traballo,//vencido polo labourar arreo,". A las que todavía hoy Áurea Barreiro, ya jubilada tras toda una vida dedicada a la viticultura, recuerda como "grandes loitadoras, moi vivas". "¿É positivas?" "Ai sí. Eso tamén, eso sempre, se non a ver que pasaba cando viñeran as inclemencias meteorolóxicas".

"Elas traballaban as terras para que os homes puideran ir ganar un xornal noutro lado", continúa relatando Barreiro sobre lo que hoy Iria Otero Mazoy, empresaria y enóloga, denomina "un matriarcado a efectos reales". Lamenta, sin embargo, que "el prestigio lo tuviesen los hombres". Es a ellos, remarca Carrera, para quienes ha estado tradicionalmente reservada la elaboración. Aún con todo, puntualiza Áurea, eran las mujeres las encargadas de probar el vino cuando aún no existía la figura del enólogo: "Tiñamos un paladar exquisito".

Lo cierto es que esto "ha cambiado mucho según ha ido avanzando la incorporación de la mujer al mundo laboral", asegura Bernal para dejar paso a Carrera y Fernández. "Na miña época, as mulleres xa estaban en todos os ámbitos: Desde a xerencia ata a enoloxía", explica la primera en la misma línea. "Dicen que tenemos una gran capacidad para utilizar nuestros sentidos, yo me he encontrado con muchas y muy buenas enólogas", concluye la segunda.

También Purificación Pérez, a quien quienes conocen llaman Puri y definen "todoterreno", cree que hay cada vez más mujeres en el sector. La suya es una de las historias que conocemos hoy: Cuando la llamamos, está "a punto de salir de casa para ir al trabajo". Lo compagina con Adega Cruceiro, de la que es propietaria junto a su marido y donde hace "de todo": "Papeleos, viñedo, cursos, eventos"; "Los saraos, como ella dice" y se ríe.

De todo esto parece saber también Rosa Ruiz, quien ha dedicado a Santiago Ruiz ya más de 30 años de su vida. Nos atiende desde la antigua bodega, hoy un museo en el que disfruta, rodeada de los "aperos" que se empleaban hace décadas, contando a las visitas las historias de su padre. "Es un lugar precioso, de verdad, no lo digo porque esté yo aquí, a todo el mundo le encanta", describe para pasar a contarnos que este "es un mundo que le atrapa". Rosa practica también el multitasking: Desde facturas, visitas y asistencia a ferias hasta vendimias y embotellados, no se pierde nada y es que, no en vano, la definen quienes la conocen: "Ella es una excelente anfitriona, además del espíritu de cada añada".

Le preguntamos por el papel de la mujer en el mundo del vino gallego y lo tiene claro: "Es muy importante". "Por aquí ya somos muchas", argumenta para pasar a hablar de la enóloga de Santiago Ruiz, Luisa Freire, con la que comparte, desde hace años, rutina y decisiones en la bodega familiar. A Freire y a otras grandes profesionales de su generación como Ana Quintela o Cristina Mantilla, también las menciona Carrera, con quien nos encontramos "catando uns viños".

Especializada en gestión de viñedos y miembro del Comité de Cata de Rías Baixas, a la que llegó cuando Marisol Bueno presidía el Consejo, anima a las jóvenes de hoy a dedicarse a la viticultura o la enología: "Eu creo que é un sector con moitas posibilidades, un mundo bonito e viable. O importante, penso, é buscar un proxecto diferenciador e porse metas non excesivamente grandes. Con ganas chégase a todos os lados e as mulleres non desfalecemos fácilmente".

Así es. Y si no que se le pregunten a Áurea Barreiro, quien responde a nuestras preguntas mientras hace la comida: ¿Qué cuál es su conexión con el mundo del vino? "É unha relación de vida porque é do que sempre traballamos e vivimos". Viticultora desde la veintena, se ha jubilado este año tras más de tres décadas compaginando el cuidado de las viñas con su trabajo en otro sector, al que le dedicaba ocho horas al día, y con el cuidado de la casa.

Recuerda las vendimias de O Ribeiro, una comarca en la que el nombre de la profesión se escribe en femenino -"vendimotas"-, cuando aún no había tractores. Época de alegría en la que "cantaban e contaban contos" y en la que se recogía el trabajo de todo un año. Llegaba a casa ese dinero que habría después que repartir en doce meses: "Esas mulleres facían os cálculos; de pouco, multiplicábano e facían moito, non se sabía cómo o alargaban, inda encima con meniños".

"Del esfuerzo, la perserverancia y el ánimo" de las vendimiadoras de O Ribeiro nos habla precisamente Inma Bernal, recién llegada de un viaje de tres días por la zona norte de España -Hace muchos de estos a lo largo del mes y ni si sabe cuantas llamadas-. Ella las conoce bien, gracias a su trabajo en Viña Costeira, donde desarrolla una profesión que le encanta. Certificada en el nivel 2 de la WSET y fiel defensora del papel del esfuerzo y la educación, insiste, cuando le pedimos un consejo, en que la formación es "fundamental".

Lara da Silva, presidenta del C.R.D.O. Monterrei, por su parte, tiene 27 años y ya compagina su cargo en la D.O con la abogacía, por lo que, se ríe cuando le preguntamos, "sus días son también muy ajetreados". En la actualidad, es la única presidenta de un Consejo Regulador en el ámbito del vino gallego y, al ser preguntada por el papel histórico de la mujer en el sector, nos recuerda que "fueron muchas las que, tras marcharse sus maridos a otros países para trabajar, se hicieron cargo de la familia y, por ende, tuvieron que estar al frente del sector primario".

Mientras tanto, Araceli define, o "supone", su rutina "como la del resto de los mortales". Desde que estudió agrónomos, ha trabajado en sectores tan diversos como el de la cooperación o la consultoría, pero, dice, "el vino ha sido siempre su pasión". Se nota mientras cambia el tono de voz para hablarnos de la godello, por la que ya apostó su padre y de quien ahora recuerda uno de sus consejos: "En la vida no lo vas a saber todo pero hace falta que sepas lo que no sabes".

También Iria Otero, enóloga y empresaria, define el vino como "la pasión a la que se dedica en cuerpo y alma todos los días de su vida". Estaba en segundo de Farmacia cuando pasó una vendimia en O Ribeiro y decidió cursar enología en Rioja. Desde entonces, lleva ya 16 vendimias entre la emblemática D.O y Galicia. Iria nos devuelve la llamada a las 20:00 horas después de todo un día "en el viñedo sin cobertura". Empieza a contarnos su último proyecto Iria Otero Vinos con Memoria: Vinos de finca en Ribeira Sacra, Rías Baixas y Ribeiro, producciones pequeñas...

Mientras nos atiende, "está agarrando con una mano el teléfono y con la otra a su hijo de un año y medio; literalmente, trepando por su pierna". Le preguntamos entonces por la conciliación laboral en la enología: "Es difícil", dice, "por el tema de horarios", aunque "no cree que más que en otros sectores de España, quitando las épocas de trabajo fuerte como pueden ser la vendimia".

De ello nos habla también Carrera, madre de tres hijos -"Eso tamén conta"-: "A conciliación é un tema complicado, non nos queremos perder nada e iso significa ir correndo todo o día", explica la asesora de Agrovitis, aunque puntualiza que, en su caso concreto, y al ser externa a una empresa, le resulta más fácil porque puede organizarse como quiera. "O horario en España", concluye de todos modos, "non está pensado para conciliar".

Esta es una de las razones por la que, finalmente, argumenta Otero, "aún no está todo hecho en el sector". Otra, "que todavía es necesaria una mayor visualización de la mujer". "Solo con observar la prensa, por ejemplo, vemos que aún hay muchos más hombres que mujeres encabezando la imagen de proyectos vitícolas", concluye la enóloga, de quien nos despedimos preguntándole por el nexo que, a pesar de los avances, continúa uniendo a las mujeres del pasado y presente del vino en Galicia.

"Sin haberse sacado todavía el pantalón de podar y con su hijo intentando meterle el chupete en la boca", no se lo piensa mucho. Responde entre risas: "Resistencia y resiliencia". "Las mujeres en Galicia, quizás la emigración, tenemos mucha fortaleza y capacidad de adaptarnos a los cambios", desarrolla para acabar y ahora ya más seria.

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