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ESTELALos marineros gallegos de la primera vuelta al mundo

Solo dos de los gallegos que zarparon de San Lúcar de Barameda regresaron vivos al punto de partida. Un tercero,Gonzalo de Vigo, sobrevivió como náufrago

Placa en homenaje a los supervivientes en San Lúcar de Barrameda.

La expedición que Hernando (o Fernando) de Magallanes propuso a la Corona española tenía como principal objetivo encontrar un paso en dirección Oeste que hiciese más rápido y directo el acceso a las islas productoras de la especiería pero, al cabo, tal y como ocurrió con que la que Cristóbal Colón había propuesto la reina Isabel la Católica tres décadas antes, su resultado sobrepasó la iniciales intenciones y se convirtió en un hito mundial: la primera vuelta al mundo y, consecuentemente, la confirmación empírica de que la Tierra no es plana, sino redonda.

A punto de cumplirse 500 años de aquella histórica gesta, resulta curioso comprobar que en sus inicios Magallanes no las tenía todas consigo. Su reputación no pasaba por un buen momento (había sido acusado de comerciar y simpatizar con los moriscos), su anterior travesía se había saldado con escasos supervivientes y lo que proponía ni siquiera figuraba en sus propias cartas marítimas. Casi todo, salvo su prestigio como navegante, jugaba en su contra. No resulta extraño, así pues, que el rey Manuel I de Portugal (al igual que le pasó a Colón) se negase a financiar la expedición, razón por la cual acudió a Carlos I de España. De las razones por las que el rey español sí hizo caso al intrépido portugués da buena cuenta el historiador Gabriel Sánchez Sorondo: "Carlos I necesitaba especialmente erigir sus propias conquistas; lo apremiaba dar un paso al frente en la historia para generar su gravitación soberana, dada su juventud y vertiginoso acceso al trono. Le urgía, por tanto, la consumación fáctica de una proeza. Solo así se sentiría acreedor de la dignidad que hasta entonces constaba en su escudo y en su sangre, pero no en su espada". El joven rey vio en los planes de Magallanes una posibilidad de proyectar planes personales de gran calado, así como también razones políticas y, claro, intereses comerciales. En fin, que "el objetivo de Magallanes convenía también a la Corona", sentencia Sorondo".

Eso sí, Carlos I impuso a Magallanes algunas condiciones, y una de ellas era la de dejar muy claro que con aquella expedición nada tenía que ver la Corona portuguesa. Para ello, y como medida simbólica, le hizo firmar una cláusula por la cual el número de portugueses a bordo de cada una de las naos no debía exceder de cinco. Parece ser que Magallanes "coló" a varios compratiotas más hasta completar la treintena de lusos integrantes de aquellas tripulaciones formadas, además de por portugueses y españoles, por italianos, franceses, ingleses y, en menor medida, alemanes, griegos y holandeses. No resulta aventurado afirmar que fue precisamente gracias a esta condición impuesta por el rey, la razón por la que, hoy en día, se sabe que, el 20 de agosto de 1519, de San Lúcar de Barrameda partieron a bordo de las naos, cuando menos, nueve gallegos (algunas fuentes hablan de doce), según figura en la lista oficial de embarque. Y particularmente peculiar resulta descubrir que, salvo en el caso del grumete Luis de Avendaño (o Luis Gallego) de todos ellos figure su villa de procedencia, fueren Noia, Pontevedra, Ourense, Vigo, Tui, Baiona y A Coruña, algo que no sucede con la mayoría del resto de la marinería española embarcada, y ya no digamos con los extranjeros. Así se explica que, en la lista de los 18 supervivientes que, ya con Juan Sebastián Elcano al mando, consiguieron completar la vuelta al mundo regresando, sanos y salvos, al puerto de partida, figuren como baioneses Vasco Gómez Gallego y Diego Gallego.

La identificación de los hombres, incluso a la hora de alistarse en la Armada, según su procedencia (y especialmente si era de un antiguo reino) era usual en la época, dado que la mayoría de los marineros de base procedían de familias muy humildes y, o bien no tenían apellido "oficial", o si lo tenían lo ocultaban para poder ascender en la escala social. En este sentido, una de las razones que se esgrimen acerca de la enigmática identidad de Cristóbal Colón radica, según esta tesis, en que su familia era de la clase baja. De todas formas, tampoco resultaría acertado atribuir cuna gallega a todos aquellos que figuran con el apellido Gallego, aunque estaríamos cerca de la verdad si afirmásemos que, al menos en generaciones anteriores, sí que Galicia pudo ser su reino originario.

Juan Sebastián Elcano se encontraba en Sevilla, ciudad en la que se produjo el enrole de la inmensa de gran parte de la marinería cuando, enterado de proyecto de Magallanes, se presentó para incorporarse a él voluntariamente. Su papel, a lo largo del viaje, fue ganando en importancia y relevancia gracias a su innato carisma. Había empezado como maestre y acabó, como se sabe, como comandante, relevando al mismísimo Magallanes tras su muerte en las Islas Filipinas en medio de una escaramuza con unos nativos. El portugués no conseguió, por tanto, terminar la circunnavegación del mundo, pero había recorrido ya la parte más desconocida y demostrado que su plan (y el de Colón) era viable: "alcanzar Oriente por Occidente".

A Elcano se atribuye la recluta de a casi totalidad de los tripulantes españoles, pues era hombre que gozaba de la confianza de los marineros de la costa andaluza, así como también del alto mando de la Armada, ya que tanto la expedición militar contra Argel, que fue dirigida por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros y en la que él intervino , como en otra campaña en Italia, esta vez a las órdenes del Gran Capitán, habían sido culminadas con éxito. Y es importante decir que, pese al ya explicitado objetivo comercial, la flota constituida por las naos Trinidad, San Antonio, Concepción, Santiago y Victoria era una flota de la Armada, una flota eminentemente militar: sabían con qué iban a encontrarse y eran conscientes de que había que estar preparados para la guerra contra los indígenas, como así efectivamente sucedió en varias ocasiones.

Juan Sebastián Elcano inició el viaje de regreso por la ya conocida ruta "portuguesa" (conocida, pero peligrosa para una expedición española) a través del Índico para luego circunnavegar África y acabar llegando en septiembre de 1522 a España. De las cinco naves que partieron sólo completó la vuelta al mundo una, la de la tripulación de la "Victoria", cuyos hombres fueron los primeros en demostrar la redondez del planeta y, aunque este no era el objetivo de la expedición, fue lo que les hizo pasar a la historia, en especial a Juan Sebastián Elcano.

Del resto de los gallegos supervivientes (salvo de Gonzalo de Vigo), nunca más se supo después de su desembarco en la costa gaditana.

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