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Los gallegos que quieren que comas sano y rico

Efrén Álvarez y Andrés Casal dan más de 9.000 comidas a la semana desde su empresa de táperes a domicilio, que nació en Madrid y ya reparte a todo el país

Los gallegos Efrén Álvarez (izq.) y Andrés Casal en la nave de su empresa Wetaca en Madrid. // FdV

"Cuando planteamos Wetaca lo hacemos porque no teníamos ninguna opción para comer bien todos los días. Y bien no implica solo rico, también tiene que ser sano, equilibrado y variado. Lo que buscamos es que alguien pueda comer y cenar con nosotros todos los días y que se encuentre mejor físicamente. No somos una comida de dieta, somos una comida de hábito; la intención es que aprendamos a comer de forma más equilibrada".

Efrén Álvarez es de Lugo y Andrés Casal de Vigo. Ambos nacieron en 1989 y sus caminos se juntaron en el Colegio Mayor Loyola de Madrid. Los dos estudiaron Administración y dirección de empresas en ICADE y fue allí donde se fraguó su amistad. Al cambiarse a vivir a un piso fue cuando se enfrentaron al reto de comer bien al mediodía pese a no tener tiempo y no estar en casa.

"Empecé a cocinar por supervivencia, claro. Aunque a los dos nos gustaba la gastronomía de antes y el poco dinero que teníamos lo gastábamos en probar restaurantes nuevos", recuerda Efrén, a quien el gusto por la cocina llevó a crear un blog donde explicaba sus recetas paso a paso.

Pero su inquietud no quedó ahí, se presentó a la primera edición del programa de televisión "MasterChef" y aguantó seis semanas como concursante. Para este momento ya habían terminado la carrera y Andrés trabajaba como director financiero de una pequeña empresa de textil y Efrén estaba trabajando en Price Waterhouse Coopers haciendo auditorías financieras.

El restaurante de Jordi Cruz, Abac, tuvo mucho que ver en el germen de la empresa de los gallegos. Efrén trabajó allí un verano y aprendió una técnica que sería clave. "Allí utilizaban el vacío para hacer preproducciones, cocinaban cosas el lunes y las iban sacando a lo largo de la semana. Sin que afectase en nada al resultado", cuenta Andrés. "Fue entonces cuando Efrén me propuso que nosotros hiciésemos lo mismo, que cocinásemos los domingos para el resto de la semana", añade.

Y así comenzaron una aventura que ni ellos esperaban que creciese tan rápido. "Los alquileres son muy caros y los dos estábamos ya independizados de nuestros padres, además comer fuera todos los días suponía un dineral que no nos podíamos permitir. Empezamos a cocinar para nosotros, pero desde el principio dije que si estaba bueno lo vendíamos", asegura Andrés.

Efrén tenía claro que la comida iba a estar rica porque era una técnica empleada en un restaurante de dos estrellas Michelin. "La cosa fue creciendo y cocinábamos también para amigos y los compañeros que veían nuestra comida se fueron interesando", dice Andrés. Al final los domingos no les llegaban para cocinar y pensaron en tomárselo más en serio.

"Pedimos dinero a nuestros padres y alquilamos una pequeña cocina", rememoran. Esto fue en enero de 2015, los pedidos empezaron a crecer y ellos mismos repartían los táperes por la capital. Sin gastar ni un euro en marketing lograron ser rentables en un año.

"Al principio no podíamos prever cuántos pedidos íbamos a tener y recibíamos los pedidos hasta el miércoles, el jueves íbamos a hacer la compra muy temprano y cocinábamos todo el día, y el viernes igual", detalla Andrés. Llegaron a trabajar 70 horas a la semana.

Su empresa, Wetaca, se basa en una carta que varía constantemente para ofrecer 18 platos diferentes. Con un pedido mínimo de 22 euros, se pueden escoger el número de platos deseados antes del jueves y se reciben los táperes con la comida los viernes, los domingos o los lunes, dependiendo de en qué lugar de la Península viva el cliente.

El progreso de estos gallegos ha sido muy rápido. En 2016 contrataron a un jefe de cocina y tuvieron más tiempo para diseñar el modelo de empresa que querían dirigir. "Teníamos una empresa de la que vivir y la satisfacción personal de haberlo hecho todo nosotros solos, pero queríamos tener una empresa más grande y crecer más rápido de lo que lo habíamos hecho hasta ese momento", destaca Andrés.

Necesitaban más dinero para contratar a gente experta en marketing y en tecnología, la parte de la empresa para la que ellos tenían menos recursos. En realidad, este es un relato de cómo crear una empresa paso a paso en estos momentos difíciles. Lo que los gallegos necesitaban era un inversor.

En constante crecimiento

Los hermanos José Martín y Luis Martín Cabiedes, que gestionan el fondo de inversión en startups Cabiedes & Partners fueron la ayuda que les faltaba. "En su libro leímos que les gustaban los emprendedores como nosotros, que optimizan un montón cada euro. Les enseñamos nuestro obrador, estábamos sacando ya 700 comidas a la semana y con mínimos recursos nos manteníamos tres personas. Les gustó el proyecto y pensaron que podíamos crecer así que conseguimos cerrar una inversión de 300.000 euros y mudarnos a una cocina más grande", explica el vigués.

En el siguiente año multiplicaron por ocho el número de pedidos y la empresa creció un 800%. En ese punto, a finales del verano pasado, volvieron a tocar su límite y buscaron de nuevo la fórmula del inversor para aumentar su negocio. Consiguieron más de un millón de euros de Cabiedes & Partners y de la catalana Turtle Capital.

Y con este último empujón se instalaron en una nave de 6.500 metros cuadrados en Villaverde (Madrid), donde están ahora. El equipo ha crecido, ya son 35 personas, y los pedidos también, pues han superado los 1.300 semanales, repartiendo así más de 9.000 comidas cada semana.

"La verdad es que nos falta un poco mirar atrás y disfrutar de lo que hemos conseguido. Pero nosotros somos así, estamos mirando siempre hacia delante, pensando en a dónde podemos llegar", reconoce Efrén, que hasta hace cuatro meses todavía tomaba todas las decisiones en cocina. "Ahora hemos contratado a un chef que nos está ayudando con la parte creativa", dice.

Andrés y Efrén se dividen el trabajo como directores generales de Wetaca. El vigués se centra en el crecimiento de la empresa y el lucense en el producto. "Queremos que la gente repita más y para eso no importa solo la comida sino la experiencia completa: pensar en qué puedes hacer mejor para el cliente desde la primera vez que entra en nuestra página web hasta que se convierte en un cliente fiel", explica Efrén.

El suyo es un negocio "de recurrencia" pues realmente empiezan a ganar dinero a partir del tercer pedido. Por eso es tan importante para el futuro de la empresa que las personas repitan. La variedad de sus platos de comida es esencial para atraer a la gente y entre sus habituales hay varios de inspiración gallega: "Tenemos nuestra propia versión del raxo y siempre hacemos merluza a la gallega, pero la cocina gallega es muy de producto y hay cosas que es muy difícil tener fuera: encontrar un grelo bueno en Madrid es muy complejo y, desde luego, no es barato".

Todavía no pueden cocinar platos especiales para alérgicos e intolerantes, pero en sus recetas aparecen etiquetados todos sus ingredientes. "Nos obligaría a construir una cocina solo para ello y hoy por hoy no podemos acometer esa inversión, aunque está en nuestra hoja de ruta", avanza Efrén.

En su cuarto año como empresarios, los gallegos buscan que Wetaca sea rentable para poder acometer nuevos retos juntos.

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