Cuatro muertos, más de 4.000 vecinos desalojados, autopistas cortadas, carreteras secundarias convertidas en auténticas ratoneras, casas reducidas a escombros, núcleos urbanos cercados por las llamas? La peor ola de incendios de la última década en Galicia devoró casi 50.000 hectáreas en solo un fin de semana. Los casi 300 fuegos declarados el 14 y 15 de octubre tiñeron de negro en el mapa de la comunidad una extensión equivalente a cuatro ciudades del tamaño de Vigo y a 13 como A Coruña, más que en todo 2014, 2015 y 2016 juntos.

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La superficie reducida a cenizas en poco más de 48 horas se convierte en la tercera más elevada de los últimos 30 años y multiplica por cuatro las quemadas en el resto de este año.

Cadenas humanas y maratonianas guardias de los vecinos para tratar de combatir el avance de la voraz ola de fuegos que amenazaba sus viviendas, sus tierras, su ganado y su vida. Dos octogenarias de Chandebrito (Nigrán) fallecieron atrapadas en las llamas del vehículo en el que huían del fuego declarado en los montes de su aldea. La carretera por la que pretendían salir del infierno se convirtió en una bola de fuego de la que ya no pudieron escapar. Otro hombre falleció en San Andrés de Comesaña (Vigo) al caer de un muro cuando iba a avisar a una vecina del avance de las llamas. Y en Carballeda de Avia (Ourense), un ganadero quedó atrapado por el fuego cuando intentaba a sus animales.

Una campaña más, el dispositivo antiincendios de la Xunta fue cuestionado, tanto por la escasez de medios que se agravó por la alerta por sequía declarada en la comunidad tras cinco estaciones seguidas de déficit hídrico como por la falta de políticas de prevención que han convertido muchas zonas del monte gallego en un cóctel molotov para los incendiarios. "Caos" y "desorganización". Así resumieron trabajadores del 112, miembros de los bomberos públicos y comarcales, integrantes de las brigadas contra incendios y agentes forestales la gestión de la ola de incendios. Desde la Consellería de Medio Rural, defendieron el dispositivo advirtiendo de que el personal nunca es suficiente en situaciones extremas. Mientras, la oposición en bloque exigió responsabilidades políticas por la "nefasta" gestión del operativo, que finalmente fue prorrogado hasta el 12 de noviembre ante la continuidad de un tiempo seco, soleado y sin lluvias.

Xunta y Gobierno central ven detrás de la voraz extensión de las llamas una trama organizada, en palabras del jefe del Ejecutivo autonómico, Alberto Núñez Feijóo, se trata de "terrorismo incendiario". La investigación de Fiscalía tras la ola de fuegos de 2006, que devastó más de 96.000 hectáreas de monte en Galicia, descartó la existencia de un grupo criminal, así como las sucesivas pesquisas que se abren cada año.

Como ocurrió hace ya 11 años, el Ministerio fiscal ordenó la apertura de una investigación para determinar si hay indicios que confirmes que un grupo organizado se esconde detrás.

Todas las pesquisas anteriores descartaron la existencia de tramas criminales con intereses en el monte gallego. Pese a que el fiscal superior de Galicia, Fernando Suanzes, advierte de "circunstancias" que hacen pensar en fuegos intencionados y coordinados aunque reconoce que es "muy difícil" llegar a demostrarlo; las primeras investigaciones policiales descartan conexión alguna entre los incendios y no revelan la existencia de grupo criminal alguno tras la ola de fuegos.

Los únicos arrestos practicados hasta el momento difieren e la teoría de las mafias organizadas. El primer detenido fue un funcionario en Vigo de 55 años por un incendios que afectó a una hectárea en una finca familiar en Os Blancos (Ourense) cuando asaba un chorizo. Y una vecina de 74 años de Mos, investigada por una quema que calcinó dos hectáreas.