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La mirada de Rande a Cíes

La silueta del puente, ahora

En la simbología romana ya aparece el puente como un símbolo de dominio que posibilita la unión y el poder. El Rande de hoy no necesita aquellas imágenes de guardianes protectores, esfinges o leones alados como en los accesos de los puentes en Babilonia o Venecia. Vigo no necesita en sus puertas cancerberos humanos para custodia de los vivos, ni censores que eviten el paso de los malos espíritus. El Puente de Rande es el mejor símbolo del entendimiento, el pasaje del tránsito, la conexión con el mundo metropolitano y centro geométrico de la euro región del Noroeste peninsular.

Rande fue el primer puente atirantado que con sus dimensiones se convirtió en símbolo de un pensamiento visible bajo la soñadora mirada de las Islas Cíes. Lo que iba a ser un paso suspendido en el aire para atravesar el mar se ha constituido en uno de los monumentos más apreciados del país y símbolo de la Ría de Vigo: el balcón de la Ría de Vigo que da entrada a la ciudad más grande de Galicia. La historia provocó en Rande la gran batalla naval y este mar del tesoro despertó la imaginación y fantasía del gran novelista Julio Verne que, con Martín Códax, dió muchas vueltas al mundo con el nombre de Vigo. No es de extrañar que esta entrada a la ciudad por el puente de Rande, asegurado por más de cien cables, haga resurgir la leyenda del Nautilus o recuerde la cantiga musical del primer embajador vigués. Por eso este emblema de la ingeniería no es una simple alegoría de un puente, como una representación más, sino un símbolo que reclama un engrandecimiento nuevo por su perspectiva y belleza. La magnificencia de este puente pide el hermanamiento con un puente colgante suspendido mediante cables de acero: el puente de Brooklyn, el símbolo más reconocible de Nueva York.

Nada puede contra el avance de una ciudad cuya sociedad sabe navegar a favor del viento y también a contracorriente. El secreto es no tener el ancla echada, ni navegar a la deriva. Hay ciudades que mendigan, otras que roban y aquellas que construyen. La nave viguesa, ya desde sus orígenes, siempre tuvo que navegar a contracorriente construyendo su propio futuro muy a pesar de otros poderes. Es el caso de la autopista que, traspasado el arco de triunfo de Rande, pueda transformarse cuanto antes en la gran avenida de la paz, en torno a la cual se pueda urbanizar más vida ciudadana, dejar paso a los peatones, a las plantas y al profundo olor del otoño. El gran símbolo del Puente de Rande será testigo de este cambio, y de otros muchos. ¡Feliz Mundo Nuevo, 2018!

*Miembro del Instituto de Estudios Vigueses

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