Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Memorias

Atilano Aláiz: "Me llaman casamentero de espíritus y me gusta porque unir a la gente es mi reto "

"En Uruguay desvelé la falsedad de un vidente que inventaba sangre en un Cristo aunque vino tal multitud de todo el país que temí hacerlo por si la sangre iba a ser la mia"

Su ordenación en Santo Domingo de la Calzada, en 1957.

Leonés nacido en 1932, uno de los religiosos más prolíficos de la lengua castellana con medio centenar de libros, es hombre de exquisito trato que ha ejercido su labor en áreas geográficas muy diversas, incluyendo 12 años en América Latina. Con casi un millón de ejemplares en lenguas diversas, en ellos tanto se puede hallar escritos sobre la amistad, la alegría o las comunidades cristianas de base como de las sectas, y la juventud ha sido destinatario principal. Reside en Vigo, donde anima grupos diversos con un lema: "Nadie es más feliz que un cristiano fiel".

Yo, sacerdote. "El documental de mi vida se empieza a filmar en un pequeño pueblo cercano a León con una larga historia romana: Villavente de la Sobarriba, 5 de octubre, 1932. Al nacer me están esperando ya otros siete hermanos; después vendrían dos más. Empiezo el camino de mi vida por mi cuenta cuando, a los doce años, un día, en la comida familiar, digo con cierta solemnidad: "Yo quiero ser sacerdote". Mis hermanos se echan a reír y mis padres, como sordos. Muy pocos días después, repito mi propósito, con el mismo resultado. Pero ahora añado: "¿Pero es que en esta casa no se escucha a la gente, o qué?" Mes y medio después me acompañan al seminario claretiano de Castro Urdiales. Y de ahí, de seminario en seminario, hasta el 8 de septiembre de 1957, en que soy consagrado sacerdote. ¡Sumamente feliz! Desde mi adolescencia, por simple intuición, el proyecto de vida y misión sacerdotales me fascinaron. Ni el menor titubeo profesional".

Rumbo a América. "Concluida la carrera, los condiscípulos hacemos un año de prácticas pastorales en Baltar, cerca de Ferrol. Y aquí..., a esperar destino a finales de junio del 1958, en que nos sembrarán por todo el mundo a los 32 neosacerdotes. Con gran ansiedad abro la carta en que se me indica mi destino: "Eres enviado a trabajar apostólicamente en Uruguay". ¡Imposible conciliar el sueño pensando en la despedida de mis padres ya mayores! Quizás ha sido ella la experiencia más dramática de mi vida: recibir el abrazo de un padre y una madre que te dicen gimoteando: "¡Hasta el cielo, hijo mío!". Trato inútilmente de engañarles, pero sé que es así; y así fue. Son doce los años felices en que convivo como un uruguayo más con los acogedores uruguayos".

Y de repente, escritor. "En Montevideo inicio una nueva aventura en la que me embarco sorpresivamente. En las cinco parroquias en que he ejercido el ministerio he fundado una biblioteca. Un cristiano inquieto viene a pedirme un libro sobre el valor del quehacer de cada día. No encuentro ninguno, lo que me plantea un desafío: ¿Por qué no lo escribes tú? Escribo "Nuestro trabajo de cada día" , que tiene un cierto éxito; lo que me da alas. Este será el primero de una pequeña biblioteca de cincuenta y dos títulos y de abundantes artículos. He escrito casi de todo un poco. He escrito por humanidad. Me da pena la muchedumbre de personas que "van tirando", que van buscando una felicidad de fuera adentro, en vez de buscarla de dentro afuera; hay mucha gente merodeando fuera de sí, que se contenta con una felicidad epidérmica, que no saben nada de las experiencias profundas de la amistad, del sentido de la vida, del cariño verdadero, de estar en paz consigo mismo. Hay mensajes repetidos que recibes y te obligan: "Gracias a tus escritos he empezado una nueva vida", "¿Cuándo publicas el próximo libro?" Aproximadamente, un millón de ejemplares de libros difundidos en diversas lenguas, muchos miles para jóvenes, son otras tantas razones para la alegría. Por diversos factores, a lo largo de muchos decenios, el cristianismo ha aparecido en los escaparates como antigualla, cargado de telarañas y polvo, como lo que no es. En la mayoría de mis escritos pongo de relieve que, a humano, no le gana nadie a Cristo ni al cristianismo con denominación de origen. El mejor camino para realizarse como persona es ser cristiano, alejándose, claro, de las falsificaciones humanas del Evangelio que merodean por templos y sacristías".

El milagro que no fue. "En un atardecer, en la parroquia de San Pancracio (Montevideo) se me presenta en el despacho, con el rostro turbado, un amigo joven que me avisa: "En el templo hay un hombre de unos treinta años que dice que ha visto un milagro. Me acerco: "¿No se da cuenta -me dice exaltado- que ha sangrado la imagen de Cristo?" Me señala la imagen del Corazón de Jesús, de cuya víscera ha corrido un reguero de sangre hasta el muslo. Compruebo que, efectivamente, el líquido parece sangre. Un médico analista amigo comprobará más tarde que se trata realmente de sangre humana. "¿Qué me querrá decir el Señor con este milagro?" -exclama el "vidente"-. ¿Eres un santo o un pillo? -le pregunto-. No me contesta. El hecho me huele a truco. Si eres un santo, te diré que lo sigas siendo, pero si eres un granuja, ¿eres un granuja?, pues te diré que te conviertas. No me contesta. En cuestión de instantes, se llenan los despachos de periodistas que me "exigen" declaraciones; y a los que les irrita a mi respuesta: No tengo nada que declarar; no hay nada comprobado. Uno de ellos, me pide un aparte: "Soy católico practicante, y querría saber algunas cosas para informarme, sin compromiso". Bueno, le digo, con la condición de que no publiques nada. "Palabra; se lo prometo". Le hablo del milagro de la lacrimación de Siracusa y de otros milagros. Me voy a descansar tranquilo. A primera hora de la mañana siguiente, me llama un amigo por teléfono: "¿Qué ha pasado en la parroquia, que ocupamos toda la primera página de El País con un gran título: "¿Ha sangrado Cristo en el Uruguay?". Se produce una auténtica invasión personal en el templo y locales parroquiales. Llamo a las oficinas del Obispado para informar sobre el suceso. Proporciono las señales de identificación del "vidente"; me prometen llamar a la policía, me piden que retire la imagen; me resisto, porque es tal el grado de exaltación histérica en la muchedumbre que la sangre que iba a correr en ese caso sería la mía. ¿Qué había pasado según la policía? Que el "vidente" era un paranoico que, ya en otras ocasiones había logrado infiltrarse y fotografiarse con una asamblea de presidentes sudamericanos y con el equipo del Real Madrid y que, en esta ocasión, había montado un milagro para convertirse en el centro de las miradas de todos los uruguayos".

Las lamparillas convierten en panes. "Como sucede en todas las parroquias, a nuestras puertas acuden mendigos solicitando ayuda. Darles un bocadillo y despedirlos me parece poco digno; creo que lo humano es acogerles, estar con ellos y darles de comer. Con esta finalidad, habilitamos un pequeño local para comedor gratuito. Por otra parte, a medida que se multiplican los pobres, se multiplica la legión de devotos de San Pancracio, patrono de la salud y del trabajo. Los devotos expresan su devoción todos los 12 de cada mes con lamparillas en un largo lampadario que ocupa lo ancho del templo. Les propongo un cambio: A San Pancracio le satisface más, sin duda, que le ofrezcamos paquetes de alimentos para sus hermanos los pobres que el derroche de las lamparillas. Hago la propuesta con cierto recelo. La respuesta es asombrosamente generosa. Esto ha significado una pequeña revolución en la ayuda a los pobres. Cada 12 de mes se recogen 13 toneladas de alimentos con los que se aprovisiona el Comedor Maciel, Cáritas Parroquial y las Cáritas de las demás parroquias del arciprestazgo. Me han preocupado siempre los desfavorecidos".

La conspiración. "El clima parroquial de San Pancracio es cálido y entusiasta; se han multiplicado diversos grupos. Pero percibo un pequeño grupo receloso, fueron protagonistas en vida parroquial anterior; noto un cierto clima de conspiración. Cuando, a los tres años de mi estancia en la parroquia, llega la designación de los responsables de las parroquias claretianas del Uruguay, leo a los feligreses en la Eucaristía solemne de la Comunidad, celebrada en el día de mi cumpleaños: "El P. Atilano ha sido designado párroco de Fátima", parroquia en el "pituco" barrio de Pocitos. El grupo conservador había hecho labor de zapa; habían ofuscado con sus denuncias a la autoridad del Instituto claretiano para provocar el traslado. Yo había apostado decididamente por la renovación parroquial, pero choqué con la ambición de algunos, y he perdido la partida. Conocida la noticia, se producen las llamadas al Obispado. Del Obispado a la Autoridad del Instituto, al que advierte que no confiará la responsabilidad al sucesor designado hasta tanto no venga de Buenos Aires a Montevideo el Provincial para dar explicaciones sobre el cambio. "Le necesitamos donde está" -señala el obispo-. Se produce una considerable convulsión en el entorno parroquial. Pero ya no es posible retomar las responsabilidad de una parroquia con dos frentes: amigos y enemigos. Me duele la situación".

Contra las sectas. "De vuelta en España, en Madrid, en un curso de renovación teológico pastoral, percibo un drama que desgarra a millones de personas y familias: el fenómeno de las sectas. Me alisto decididamente en el pequeño grupo de voluntarios que liberan y previenen de ellas. Publico libros con notable resonancia, doy numerosas conferencias sobre el tema, atiendo consultas, participo en programas de radio y televisión. Abro los ojos de muchos católicos que apoyan y ayudan a ciertos grupos sectarios, disfrazados de "grupos eclesiales". Soy considerado como experto en el fenómeno sectario. Me reconforta escuchar a varios líderes que me dicen con odio y rabia: "Usted nos ha hecho mucho daño". De eso se trataba, claro, porque lo requería el bien de sus víctimas. Afortunadamente, frente a los numerosos incendios de la sectas se ha institucionalizado un cuerpo de bomberos que detectan, denuncian y acompañan en el proceso de rehabilitación a adeptos y a familias afectadas a lo largo y ancho de España y de naciones sudamericanas. Fundamos R.I.E.S (Red Iberoamericana del Estudio de las Sectas) un grupo de expertos con objetivo de ser una institución de referencia para la orientación de las diócesis y como lugar de consulta. Es impagable su servicio".

La unión de hermanos separados. "He entendido siempre mi misión de guía de los creyentes como misión relacionadora, como la de Jesús de Nazaret, que vivió para fraternizar. Y esta es su consigna sintetizadora, una sola: "Que os améis unos a otros como yo os he amado". A lo largo de mis sesenta años de cura me he impuesto como tarea primaria la promoción y animación de grupos y comunidades en las que las personas se relacionen amistosamente entre sí, dejen de ser la "muchedumbre solitaria", que decía David Riesman, se sientan felices, y juntos humanicen su entorno social. Los grupos y las comunidades tienen una gran fuerza transformadora de las personas; en ellos se forjan amistades prodigiosas. En eso he estado (veinticinco años en Vigo), en eso estoy, y a eso me seguiré dedicando ilusionadamente la mayor parte de mi tiempo hasta donde dé de sí la vida. Me gustaría merecer de verdad el calificativo que algunos me dedican cariñosamente: "Casamentero de espíritus".

Vuelta a España

  • "Estoy empeñado en seguir escribiendo. Mosca Hermanos, editorial católica de Uruguay, me desengaña; me aseguran que allí los destinatarios del libro religioso no pasan de 300, y en Argentina de los 500. Este es el motivo que me impulsa a retornar a España, en donde se suceden con rapidez las ediciones de 3.000 y 5.000 ejemplares. Publico cinco libros para los jóvenes sobre valores humanos, con una gran difusión. No pierdo ocasión de transmitir de palabra los mensajes humanitarios y liberadores de Jesús de Nazaret. Pero no me olvido de Uruguay, en donde, desde hace cincuenta años en que las fundamos, siguen trabajando briosamente por una sociedad y una Iglesia mejor dos fraternidades con las que voy a compartir cada dos años"

Compartir el artículo

stats