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BLUES DE LA FRONTERA

La canción que no está dedicada al Che

La canción que no está dedicada al Che

La conmemoración del 50 aniversario de la muerte del Che Guevara ha dado, entre otras cosas, para recordar y volver a cantar algunas de las muchas canciones que se compusieron en homenaje al médico guerrillero. Las más famosas son las que interpretaron Carlos Puebla y los Tradicionales ("Hasta siempre" y "Que pare el son"), aunque muy de cerca le sigue "Soldadito boliviano", con versos de Nicolás Guillén y popularizada por Paco Ibáñez.

Menos conocida es la que se grabó en 1971 en Caracas, con música de Xulio Formoso y letra compartida entre el propio Formoso y Farruco Sesto. En dicha gravación participó el poeta Celso Emilio Ferreiro, demostrando su destreza en un instrumento netamente gallego, el pandeiro (la canción se titulaba, y se titula, "Pandeirada do Che"). Estos días se ha hecho muy popular en Cuba y Venezuela una pieza con letra del vigués Lois Pérez Leira, "Yo soy el Che" , cantada por el venezolano Helvis Rangel, y cuya música ha sido compuesta por el también gallego Tono Alcalde, un multiinstrumentista, compositor, vocalista y productor que ha hecho gran parte de su carrera en Rusia.

Sin embargo, existe una canción de Silvio Roríguez que, aunque la mayoría de sus seguidores creen que está dedicada a Guevara, en realidad no es así. Les cuento:

En 1968, cuando el movimiento musical de la Nueva Trova Cubana daba sus primeros pasos, algunos jóvenes cantautores, como Silvio, Pablo Milanés o Vicente Feliu, acostumbraban a visitar la casa de Haydee Santamaría, una mujer que había formado parte de la guerrilla comandada por Fidel Castro en Sierra Maestra. De todas las hazañas que Haydee les contó a aquellos mozuelos cantautores ávidos de saber, Silvio se quedó con la del propio hermano menor de la narradora. Tal fue la admiración que sintió ante la figura de Abel Santamaría que Rodríguez decidió componer una canción en su homenaje que a día de hoy es sin duda uno de sus temas más conocidos.

Abel era hijo de Benigno Santamaría Pérez, un ourensano que emigró a la isla a principios del siglo pasado. La casa en la que residían los Santamaría se convertiría en la base de operaciones de los preparativos clandestinos del asalto al cuartel de Moncada, acción en la que Abel intervino a la cabeza de uno de los tres grupos que lo efectuaron (los otros dos estaban comandados, respectivamente, por los hermanos Fidel y Raúl Castro).

A Santamaría, al igual que a Fidel y a Raúl, lo detuvieron, pero algo debió ocurrir para que el ourensano fuese cruelmente torturado hasta morir, al punto de que, cuando su hermana Haydee fue a preguntar por él ante las autoridades, un sargento del cuartel, llamado Eulalio González y apodado "El Tigre", compareció ante ella con una bandeja que contenía varios ojos humanos espetándole: "Éste de aquí es el ojo de su hermano pero, si usted no nos dice lo que él no quiso decirnos, le arrancaremos el otro".

Lo que "tenía que decir" Abel era revelar el nombre de sus cómplices y asegurar que había recibido una cuantiosa suma de dinero a cambio de participar en aquella acción. Pero Abel no habló, y de ese heroico silencio que le costó la vida Silvio escribió "Mi historia es difícil/ No voy a hablarles de un hombre común". Y el elegido fue Abel.

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