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100 años de la aviación naval española

Los Barones gallegos

El Museo de la Armada de Madrid homenajea a los primeros pilotos españoles de combate, entre los que se encontraban Ramón Franco, Joaquín Loriga y Francisco Iglesias brage, los tres condecorados por sus hazañas

El ferrolano Francisco Iglesias Brage.

Cuando, el 8 de septiembre de 1923, el ejército español lanza su mayor ofensiva sobre los independentistas marroquíes en plena Guerra el Rif, en el denominado Desembarco de Alhucemas, el lalinense Joaquín Loriga Taboada ya era capitán de la escuadrilla de aviones De Havilland DH-4 con base en Melilla. La de Alhucemas fue la primera operación en su tipo realizada por un ejército moderno. En ella participaron varios batallones de infantería apoyados por carros blindados, buques y unidades aéreas. Aquella jornada sentó las bases de lo que, casi una veintena de años después, sería el "Día D". de los aliados en Normandía. Es uno de los capítulos históricos inlucidos en la muestra "Cien años de la aviación naval española" enmarcada en la exposición "Guardamarinas", que tiene su sede en el Museo Naval de Madrid, con la que se conmemoran los 300 años de la fundación de la Escuela Naval.

Joaquín Loriga había ingresado en el arma de artillería del Ejercito donde realizó el curso de habilitación para piloto en la promoción 1920/21. Considerado desde sus primeros vuelos como uno de los pilotos más competentes que existían en el Servicio de Aviación Naval, demostró sus destrezas desde que lo destinaron a Marruecos, en cuyas batallas su comportamiento fue tan destacado en combate que, en los últimos meses del año 1922, ya era capitán. En agosto de 1923 recibió como condecoración la Medalla Militar por los servicios prestados.

Convertido en una celebridad nacional, Loriga fue el piloto elegido para realizar la primera prueba exitosa del autogiro de De la Cierva. Ese mismo año 1923, con Eduardo López Gallarza, comienza a preparar un desafío jamás intentado: realizar una expedición aérea que enlazase España con Filipinas.Los 18.900 kilómetros de recorrido estuvieron plagados de contratiempos y, divididos en 17 jornadas, fueron cubiertos en treinta y tres días. Aeroplanos del ejército de los Estados Unidos los acompañaron en la última escala, entre Aparri y Manila, donde recibieron un recibimiento multitudinario. Fueron nombrados "Hijos Adoptivos" de Manila y recibieron innumerables homenajes en los trece días de estancia en el país del Lejano Oriente, que tendrían su culminación, días después, a su regreso a España.En 1927 recibió la Medalla de la Liga Internacional de Aviadores, y atendiendo la petición de sus paisanos, viajó a Galicia. El 23 de junio de 1927 aterrizó con su avión en el Monte do Toxo (Lalín), donde una multitud acudió a recibirlo. Era el primer avión que tomaba tierra en Galicia. Poco después de regresar a Madrid, encontró la muerte en el aeródromo de Cuatro Vientos, al estrellarse el avión que pilotaba.

Hermano del que sería autoproclamado Caudillo, era el ferrolano Ramón Franco Bamonde el que más se asemejaba a su padre en su carácter rebelde y aventurero. Ramón y Francisco se entenderían pocas veces en su vida. Mientras el segundo se concentraba en progresar según lo establecido; el primero no dejaría escapar la ocasión de saltarse las normas. Ambos fueron destinados a Melilla. Ramón aprendía árabe, leía el Corán, vestía chilaba y hacía gala de toda serie de ocurrencias y extravagancias. Su temeridad en acción le granjeó el sobrenombre de Chacal, que él utilizaría orgulloso durante años. Su carácter inquieto le llevó a interesarse por la aviación. Se inscribió en el Servicio de Aeronáutica Militar y se formó como piloto en la base aérea de Cuatro Vientos, en Getafe. Completada su formación su carrera se acelera considerablemente. Ingresa en la recién creada base de hidroaviones de Atalayón (Melilla) y consigue la Medalla Militar Individual por sus acciones bélicas en la guerra de Marruecos.

En 1926 efectuó una proeza de la historia de la aviación al volar desde Palos de Moguer (Huelva) hasta Buenos Aires (Argentina) a bordo del hidroplano Plus Ultra. En 1929 intentó otro vuelo trasatlántico que en esta ocasión resultó fallido al precipitarse el avión al mar. Los tripulantes fueron recogidos tras varios días de búsqueda por un portaaviones de la Marina de guerra británica.

Radicamente distinto políticamente a su hermano (era republicano de izquierdas) abandonó el país para regresar en 1937 y se incorporó, a pesar de su ideología, al bando nacional. Fue ascendido a teniente coronel y nombrado jefe de la Base de Hidroaviones de Pollensa (Mallorca). En 1938 el hidroavión que pilotaba y con el que pretendía bombardear la zona republicana desapareció en el mar Mediterráneo, en las proximidades de la isla de Mallorca.

Por su parte, Francisco Iglesias Brage (Ferrol, 1900 - Madrid, 1973) ascendió a capitán en 1926. Inició su carrera como aviador en Marruecos, donde realizó numerosos vuelos con el capitán Ignacio Jiménez Martín. Ambos pilotos formaron equipo a partir de entonces. Iglesias fue elogiado por los más importantes aviadores de la época por la pericia y valor que mostró en Marruecos, donde también fue condecorado.

En julio de 1936 se incorpora al bando de Franco, y, durante la contienda, actúa en los frentes del Centro, Vizcaya y Asturias como jefe de una escuadrilla. Ascendido a comandante en marzo de 1937, es nombrado Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas para las operaciones del Norte.

Coronel en 1947, Francisco Iglesias Brage es destinado a la Dirección General de Aeropuertos hasta que, seis años más tarde, pasa a la Compañía Aérea Iberia como Subdirector y jefe de Material y donde permanece hasta su retiro en 1964. Fallece en 1973 en Madrid.

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