Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alas sobre el mar

Las aves marinas del Atlántico que migran por las aguas de Galicia al término de la crianza componen una "selección olímpica" de velocistas, fondistas, maratonianos, surferos, volatineros y clavadistas

Alas sobre el mar

Comienza a coger brío y a mover masas la migración de aves marinas, un fenómeno que empieza a percibirse en julio y se manifiesta aún en diciembre, si bien la temporada alta discurre entre mediados de agosto y finales de noviembre. Para observarlo en su plenitud se requieren vientos del oeste y del noroeste, que se oponen al avance de la migración y empujan las aves hacia la costa, donde hallan cierta protección y deben vencer menos resistencia (con viento de cola, de componente Este, vuelan más ligeras y se mueven por aguas abiertas). Entonces, en los días buenos, pasan miles de alcatraces, charranes, pardelas, negrones comunes y otros grupos menos numerosos, en ocasiones muy cerca, incluso sobre los acantilados. Un espectáculo impresionante. Y no se trata solo de números, de la acumulación de individuos y de especies, sino que también entran en juego conductas e interacciones. Puede verse como una carrera (una regata, ya que sucede en el mar), para algunas con una meta definida (migrantes verdaderas) y para otras (dispersivas o nómadas) con un destino abierto, que deciden los movimientos de los bancos de peces de los que se alimentan. Es, en cierto modo, una olimpiada, una competición de atletas de procedencia diversa (dentro de un arco que se extiende por el Norte entre Canadá y Siberia, y que alcanza, por el Sur, las islas subantárticas), entre los cuales hay velocistas, fondistas, maratonianos, surferos, volatineros y clavadistas.

Hay especies que forman escuadrones, que vuelan en formación de uve para reducir la resistencia, y otras que se desplazan en "trenes" o hileras de decenas o cientos de individuos. Algunos viajeros prefieren ir solos. Del mismo modo, hay migrantes que tienden a elevarse hasta varias decenas de metros sobre la superficie del mar, mientras que otros se desplazan en vuelo rasante, cabalgando las olas, aprovechando las corrientes que se generan en superficie, aunque unos y otros modifican sus pautas y convergen cuando arrecia el viento. Algunas confluencias no tienen motivos ambientales, atmosféricos, sino oportunistas: el págalo parásito sincroniza su migración con las de los charranes, las gaviotas de menor tamaño y los álcidos para viajar "de papu", robándoles su pesca mediante un implacable acoso que acaba por lograr que regurgiten las presas.

Compartir el artículo

stats