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EXISTENCIAS LIMITADAS

La banalización del término "islamofobia"

La banalización del término "islamofobia"

La fotografía que ilustra esta página me extiende un hilo del que uno se ve abocado a tirar, so pena de incurrir en el monotema (o el anatema). Me pareció ver a Ibrahim Niang, el musulmán mauritano de la foto, en la concentración de repulsa a los atentados de Cataluña que se celebró la semana pasada frente al edificio del Concello de Vigo. No lo conozco personalmente, pero celebré su presencia allí. Tiene Ibrahim -la denominación árabe de Abraham- el nombre del padre de las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam.

El ejemplo de Niang y el de miles de musulmanes residentes que conviven en paz en nuestro país no debe hacernos olvidar de que el yihadismo existe y que tiene un enorme caldo de cultivo en el islam salafista.

Es necesario andar con pies de plomo a la hora de abordar este tema, porque la corriente imperante descalifica como "islamofobia", entendida como odio racial al musulmán, cualquier crítica del islam, por legítima y razonada que esta sea. Esto produce la paradoja de que musulmanes partidarios de la reforma del islam puedan ser tachados de "islamófobos". Porque, sí, existen destacados musulmanes reformistas como Maajid Nawaz, político y escritor británico de origen pakistaní que abandonó una organización islamista y creó la Fundación Quilliam, dedicada a combatir el extremismo.

Como ha apuntado la analista Ana Belén Soage en "El Periódico", "cabe cuestionarse si muchos de los occidentales que han adoptado el término 'islamofobia' han reflexionado sobre sus implicaciones; en particular, que sirve los intereses del inmovilismo religioso y alimenta el victimismo injustificado".

La expresión "islamofobia" debería estar reservada al tipo de miserables como los que esta semana agredieron a una mujer musulmana en Madrid, y no a los que apuntan que no puede ser casualidad que existan decenas de grupos yihadistas repartidos por el mundo asesinando a inocentes.

El hecho de que los musulmanes son, numéricamente, las primeras víctimas del yihadismo no contradice la evidencia de que esto que algunos, por corrección política, llaman simplemente "terrorismo internacional" es una interpretación -extrema y retorcida, sí- del islam. Es como si dijésemos que los católicos y luteranos que se enfrentaron en la Guerra de los Treinta Años no tenían nada que ver con el cristianismo porque mataban a otros cristianos. Afirmar que el yihadismo no tiene nada que ver con el islam es tan absurdo como sostener que todos los musulmanes son terroristas.

Se olvida que Salman Rushdie fue condenado a muerte por el ayatolá Jomeini, la máxima autoridad religiosa de Irán, y que los yihadistas se inspiran en precedentes históricos de violencia bien conocidos, aunque con frecuencia obviados.

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