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Empresaria textil

Pili Carrera: "De niña tenía dotes de poeta y quería ser monja, pero acabé de modista"

"Cuando me casé con 21 años mi suegra me regaló una máquina de coser y desde entonces no hemos dejado de trabajar, ahora también para casas reales"

En la recepción del premio Viguesa Distinguida.

Es hija de castellanos legítimos relacionados familiarmente con los Regojo, lo que les trajo a Redondela a trabajar en su fábrica, independizándose a los pocos años en Vigo. Pili Rodríguez, conocida por Pili Carrera porque ese es el nombre que puso a su firma de moda infantil conciliando el suyo con el apellido de su marido, Bienvenido Carrera, conforma con él ese tipo emblemático de empresario gallego del textil que se hace a sí mismo desde la base, creciendo poco a poco sin poner el carro antes que los bueyes, el diseño antes que la industria. Desde que se casó en 1963 y su suegra le regaló una máquina de tejer o, dicho de otro modo, desde que empezó a tricotar para hacerle la ropa a su hija, el trabajo sin fin ha sido la levadura de su vida cotidiana, el fermento que en la actualidad ha desembocado en una empresa cuyas tiendas están en 16 países con su nombre, muchos más en tiendas multimarca. Con su marido formó un tándem que hizo frente a vientos y tempestades, y su hija Salomé, nacida un año después que su marca y que creció entre tejidos al tiempo que ella, sostiene ahora el peso de la dirección general de la empresa. Tiene otra hija, María del Pilar. Así narra su vida Pili Rodríguez "Carrera".

Nací en Redondela en el año 1942, hija de Manolo Rodríguez y de Pilar, ambos castellanos que vinieron para este pueblo a trabajar en la fábrica de Regojo, primo de mi padre que, de aquella, trabajaba para hacer capotes para el Ejército. Con tal motivo mi padre se puso a trabajar en la fábrica y se libró de ir al frente, si no a lo mejor yo ya no existía, hubiera muerto, como muchos. Acabó la guerra y se casaron en el año 1942. Y mi padre se quedó a vivir en Redondela, trabajando en la fábrica de los Regojo. A los 8 años nos trasladamos a Vigo, y mi padre emprendió un pequeño negocio; seguro que por eso tengo yo metido en la cabeza que si no trabajas no comes. Eran unos pequeños empresarios que trabajaban muy duro porque si no, no comíamos. Ambos, mi padre y mi madre, trabajaban en el negocio. Era un negocio de pescado que mi padre compraba en la ribera, lo abríamos, lo salábamos y se lo vendíamos a la gente del pueblo, a los castellanos, aunque después cogimos un agente que empezaba a venderlo. En Vigo estudié hasta el bachillerato en el instituto femenino Santa Irene, y al acabar, a los 21 años, me casé. Y me casé con Bienvenido Carrera, un marido como le gustaba a mi madre, que tuviera la documentación arreglada porque no me dejaba tener novios que fueran de mi edad. Y la verdad es que no me fue mal. Y a partir de ahí surgió "Pili Carrera".

Recuerdos de la infancia. Yo pasaba los veranos en mi casa de Coia, pero no teníamos vacaciones ni había nada que hacer fuera de trabajar. Fueron años duros y eso que yo no me puedo quejar, porque aun pude estudiar bachillerato y en mi casa nunca faltó de comer. Pero tenía algún vecino y cada historia€ que si empiezo no acabo de lo duro y difícil que fue para tantos. Aún hace poco, bajando la Gran Vía, oí gritar: ¡Piruchi, Piruchi!". Ese era el nombre por el que me llamaban de pequeña, y me preguntaron: ¿no me conoces? Yo le dije que no "pero tu si sabes quién soy yo, está claro". Y empezamos a hablar y me dijo lo mucho que se acordaba de mi madre y de los bizcochos tan riquísimos que hacía, de cómo invitaba a todos los vecinos del barrio a bizcocho y a chocolate. ¡Cómo se acordaba de todo eso! La verdad es que tengo muy buenos recuerdos de mis padres, gente muy sencilla que vivía para su familia y su trabajo. Hice la primera comunión en Redondela, en la parroquia de Villavieja, y recuerdo que el sacerdote se llamaba D. Octavio. Y, cosas de la vida, este sacerdote se vino a vivir a Mos, donde murió, a casa de la señora que nos provee de flores y plantas, porque era su tío.

Poeta en ciernes. Recuerdo también que el primo de mi padre, el empresario Regojo, era un poco filántropo y traía muchas veces gente muy culta a un cine que había en Redondela. De aquella, como ahora, había que tener una especie de telonero en estos actos, y esa telonera la verdad es que casi siempre era yo, que me emplazaba para recitar poesía. Y en la plaza del pueblo cuando había las fiestas, también me llamaban para lo mismo. Recuerdo a mi profesora Doña Paulina que me entrenaba muy bien para recitar€ y no debía hacerlo mal porque recuerdo el comentario de un señor que dijo: "Esta niña no necesitaba micrófono, se la oye hasta en Cesantes. Esta niña va a ser algo grande€" Mira tú que se equivocó€ Y también recuerdo que en esa época, mi bisabuela, Teresa Rodríguez Labrador, cumplió 100 años y los Regojo hicieron una gran fiesta en Fermoselle, el pueblo de mis padres, limítrofe con Salamanca. Una fiesta por todo lo alto con cantidad de invitados, y claro, la bisnieta, o sea yo, también le dedicó una poesía a su bisabuela : "Corriendo va por la vega a las puertas de Granada€cien mil caballeros que la acompañan€" Mi bisabuela murió con 104 años ¡¡¡y enhebraba la aguja que no veas!!!

Yo, monja, de pequeña. Cuando era pequeña quería ser monja. Mi primer oficio de mi imaginario infantil era el de monja, rezaba a todas horas. El segundo era médico y el tercero es con el que acabé. Me hubiera encantado de aquella ser monja, me encantaba rezar. Teníamos un sitio al lado de la iglesia donde jugábamos al ping pong y tenía una vecina en Redondela que era muy religiosa y me inculcó el gusto por rezar, pero después nos vinimos a Vigo, cambié de parroquia, de amigos y ya todo cambió. Y ahora soy católica pero no practicante. Voy a misa el último domingo de año y el primero del año siguiente. Para que acabe bien el año y empezar bien el siguiente. Darle gracias a Dios por el año que acaba y por el nuevo que empieza. Lo de médico, la verdad es que no hubiera podido ser; en mi casa no había medios para pagar la universidad y tampoco yo era una estudiante tan brillante para hacer esa carrera€. Acabé hace mucho los estudios pero todos los años nos reunimos los compañeros de bachillerato para vernos y recordar viejos tiempos. Se encarga siempre una excompañera de llamarnos y siempre es un gusto verlos. Pero tampoco hago mucha vida social porque el trabajo me absorbe todas las horas del día. Me gusta mucho mi trabajo pero también es una obligación, porque todos los días hay cosas que hacer, no te llega el tiempo con una empresa que ha llegado a estas proporciones, y espero que sea así todos los días porque estoy muy a gusto. Para mí trabajar no es un sacrificio, me encanta todo lo que hago aunque haya pasado carros y carretas, y por el desierto cuando el carro se te mete en la arena.

La historia de Pili Carrera. Yo me casé a los 21 años y a partir de ahí empieza ya mi historia con "Pili Carrera", conjunción de mi nombre y el apellido de mi marido. Vivíamos en Vigo, en la calle Sagunto, donde teníamos un taller en el bajo de la casa. Mi suegra me regaló una máquina de tejer y hasta hoy. Yo me casé en junio y en julio ya estaba haciendo chaquetitas, me gustaba mucho, ya desde la época del bachillerato, donde teníamos una asignatura de cosas del hogar y a mí me encantaba. Y después tenía una tía que era modista y en vacaciones me acercaba a su casa y me gustaba mucho estar allí, con los trapitos, cosiendo€ En ese taller yo confeccionaba las prendas. Después mi marido, Bienvenido, al salir de trabajar como contable se iba a vender esas prendas por los comercios de la zona y también en un pequeño establecimiento que tenía su familia. Y así poco a poco€ En uno de los sitios donde fuimos a venderlas el marido de la señora era representante y se ofreció a venderlas por Galicia. Y después las vio un valenciano que quiso llevar la marca por Valencia, más tarde fue Asturias y así fuimos distribuyendo por el resto de España. Recuerdo que teníamos unos vecinos maravillosos, yo me levantaba temprano para empezar a tejer y ellos nunca se quejaron de ningún ruido.

Y crecer y crecer. Pero como el negocio iba creciendo poco a poco, la verdad es que ya no cabíamos, así que tuvimos que cambiarnos a una casa más grande, en la calle Burgos, donde ocupábamos el primer piso y el bajo, que usábamos como almacén. Y entre medias compramos un Seiscientos. Aún me acuerdo de la matrícula. ¡Éramos los reyes de la carretera! Después compramos un pequeño terreno, más tarde cogimos un bajo próximo€ hasta que nos vinimos a Mos. Ya no cabíamos en Vigo, donde los terrenos eran carísimos, y como mis suegros son de aquí y tenían una pequeñita parcela, aquí nos instalamos, construyéndonos al lado nuestra casa. Era el año 1967 y de aquella trabajábamos unas 20 personas, algunas de Vigo pero la mayoría de Mos. Y así, poco a poco, con momentos muy duros y momentos menos duros; todos los días hay cosas buenas y cosas malas, en la fábrica y en la vida es igual, días muy buenos y días muy malos€

La sucesión. Mi hija, Salomé, que nació en 1964, casi al tiempo en que fundamos la empresa. Es la que más manda. Su dedicación a la firma, y no que sea nuestra hija, es lo que ha dado lugar a que ocupe ahora el puesto de mayor responsabilidad de la compañía. Digamos que se lo ha currado en cuerpo y alma. Es una directora general con empuje, que cree que en esta vida hay que intentar todo aquello que uno se imagine por imposible que parezca. Es de las que piensan que hay que apuntar alto porque a veces se consigue lo que sueñas, o eso dice ella. A lo mejor es por eso por lo que tenemos entre nuestros clientes hoy a las nietas de Trump, a las hijas de los reyes de Holanda y a las infantas de España. Por cierto que nosotros no sabíamos que los vestidos que había encargado la Reina Máxima de Holanda eran para ese día, el de la coronación. Nos quedamos atónitos cuando lo vimos, fue una auténtica sorpresa y por supuesto un sueño convertido en realidad. Sin duda nos ha ayudado mucho a conocer la marca en el exterior. A nivel internacional ya poseíamos tiendas en varios países pero evidentemente el impacto mediático ha llevado la marca Pili Carrera por todo el mundo. La verdad es que nunca le estaremos suficientemente agradecidos a la Reina Máxima el habernos elegido. También vestimos a otras casas reales incluida la nuestra, la española, y desde luego es una auténtica satisfacción y un honor. De todas formas, siempre he dicho que para nosotros todos nuestros clientes son reales ya que sin ellos la empresa no estaría hoy donde está. Todo esto no ha hecho más que animarnos a seguir mejorando día a día para ellos, los de siempre, los que cada día entran en nuestras tiendas.

La empresa textil, hoy. Pili Carrera desgrana momentos de su vida pero no cuenta que, desde que fundó la marca en 1963, ésta se ha convertido en un referente de moda infantil a nivel internacional, ofreciendo un concepto global de colección gracias a sus líneas de moda y puericultura. La compañía diseña y fabrica toda su producción en la sede central de Mos (Pontevedra), desde donde distribuye las colecciones a través de su amplia cadena monomarca presente en 16 países así como al canal multimarca en todo el mundo. Sus colecciones se distinguen por su alto nivel de calidad e impecable diseño; piezas únicas que combinan tradición y modernidad y que le han valido para situarse en prestigiosos department store como Neiman Marcus en Estados Unidos o Harvey Nichols en Reino Unido. Desde Mos, para el mundo.

La reina Máxima

  • Hay que reconocer un momento importante en a historia de la empresa. Llevamos muchos años en el mundo de la moda, más de medio siglo. Sin embargo, el día de la entronización de los Reyes de Holanda marcó una fecha imborrable en nuestra firma. Es un orgullo que una persona como la Reina Máxima de Holanda, que puede acceder a cualquier modisto de alta costura, nos haya elegido a nosotros para un día tan importante. Además, coincidió en el año que celebramos ese cincuenta aniversario, por lo que sin duda ha sido el mejor premio que podíamos haber recibido. Durante esos días hubo innumerables llamadas, entrevistas y mucha gente interesada en nuestra marca.

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