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Los buques-colegio que revolucionaron Vigo

Miles de adolescentes británicos trajeron en los años 60 un soplo de frescura y modernidad a la ciudad olívica

El "Uganda" en una de sus escalas en Vigo

A mediados de los últimos años cincuenta, cuando España comenzaba a desperezarse del letargo impuesto por la Guerra Civil y los europeos se sacudían las miserias en las que les había sumido la segunda Gran Guerra, el puerto de Vigo comenzó a ser visitado tímidamente por algunos buques con turistas. Estos trasatlánticos, que no cruceros tal como los concebimos hoy, aparcaban momentáneamente durante los meses de verano sus líneas regulares tradicionales a América, Sudáfrica y Australia, para acercar al mundo de las vacaciones en el mar a un creciente número de ciudadanos, con británicos a la cabeza, que poco a poco comenzaron a ser vistos con creciente curiosidad en Vigo. Fruto del "Plan Marshal" y de la creciente industrialización, las economías de los países afectados directamente por la guerra, permitían a sus ciudadanos una incipiente calidad de vida y cómo no, la posibilidad de retomar algo tan habitual en la sociedad británica como los viajes de placer por mar.

Hasta una docena de escalas de trasatlánticos con turistas contabilizaba el puerto de Vigo por entonces, que pasaría a rozar las 20 en 1959. Se trataba en su mayoría de buques como Arcadia, Chusan o Iberia, de la armadora Peninsular & Oriental, la misma que nos sigue visitando hoy, así como del Andes, de la Royal Mail, y varios trasatlánticos franceses que se detenían en Vigo, tanto a la ida como a la vuelta, dentro de un servicio regular entre Burdeos y las colonias franco-africanas. Estos últimos no eran cruceristas en sí, sino pasajeros que iban o retornaban de África a Francia, pero la escala se consideraba eminentemente turística ya que el pasaje contaba con un amplio horario para visitar la ciudad y hacer excursiones incluso a Santiago, y además los buques no realizaban operaciones de embarque o desembarque de pasaje o carga.

Buques-colegio

Sería a partir de 1962 cuando la Estación Marítima viguesa comenzó a recibir las visitas de dos buques-colegio ingleses, los gemelos Devonia y Dunera, que durante más de un lustro se encargaron a acercar a Vigo a miles de adolescentes británicos e irlandeses de enseñanza primaria y secundaria con edades comprendidas entre los 12 y 17 años, que realizaban cruceros educacionales de no más de un par de semanas, con parada en puertos europeos de interés geográfico, histórico o económico. Con el paso de los años, estos barcos serían reemplazados por Nevasa y Uganda, que prolongarían hasta 1981 la visita de estas embajadas estudiantiles a la ciudad, aunque al primero la crisis del petróleo de 1973 lo dejaría herido de muerte, siendo enviado al desguace un año más tarde.

El inicio de esta asombrosa actividad para la estricta España de Franco tenía desconcertadas a las autoridades locales, que veían no sin preocupación cómo hacer preservar las que eran consideradas "buenas costumbres", dada las avalanchas de hasta mil estudiantes o incluso más por escala que llegaban a Vigo con sus mochilas cargadas de modernidad, espoleando a la juventud viguesa que acudía en masa a dar la bienvenida a los y las singulares visitantes. El 23 de abril de 1962, el Devonia hace su primera escala en Vigo dentro de su viaje de estudios inaugural. Este primer viaje hace que el barco llegue a Vigo con tan solo 267 escolares, además de una veintena de profesores y un centenar de turistas, muchos de ellos familiares de los propios estudiantes. La crónica consultada asegura que la banda municipal de música se encargó de dar la bienvenida a la insólita expedición desde una de las magníficas terrazas de la estación marítima, por entonces de uso público, interpretando lo más granado del cancionero español.

La joven embajada estudiantil se trasladaría a Baiona y a la playa de Samil en varios "autopullman", visitando, además del Berbés, varias fábricas viguesas en las que constatarían in situ la elaboración de conservas de pescado, fabricación de maquinaria, construcción de barcos, etc. La guinda a esta primera visita se encargaría de ponerla el grupo folclórico "Ventos das Cíes", con una aplaudida actuación en el muelle de trasatlánticos poco antes de que el Devonia recogiera amarras para seguir viaje hacia Inglaterra.

Un mes más tarde, esta innovadora aula flotante repetiría escala que esta vez se prolongaría más de 24 horas. La prensa informaba que los escolares británicos "fueron recibidos por estudiantes vigueses, que deseaban practicar el idioma inglés". Pero el interés de éstos últimos, como era de prever, no solo se centraba en la práctica del idioma, y pronto saltaron las alarmas en la ciudad de las que se hicieron puntual eco los medios de comunicación. Así, en la crónica de una de las escalas en abril de 1964, el periodista informaba que durante la visita las escolares eran acompañadas por muchachos vigueses que terminarían "susurrándoles palabras de amor". Policías locales controlando hasta donde podían para que las cosas no pasaran a mayores, pañuelos al viento a la hora de la despedida y la tuna de la Escuela Industrial tocando y haciendo acrobacias a rabiar, formaban parte del paisaje portuario cada vez que un buque-colegio llegaba a Vigo, cuyo juvenil pasaje hacía de embajador de las tendencias que imponían desde su país Mary Quant o los Beatles, luciendo minifaldas por doquier que las jóvenes viguesas no tardarían en imitar y melenas al más puro estilo Ringo Starr, iconos de liberación tanto femenina como masculina que en la mojigata sociedad española de entonces se veían por la población con una mezcla de recelo y admiración.

Ese año el Devonia sumaría tres visitas más y su popularidad entre los jóvenes vigueses crecía como la espuma. Al año siguiente se le uniría el Dunera, y el número de colegiales que llegaban a la estación marítima se duplicaba con respecto a los primeros viajes. Al finalizar 1963, Dunera y Devonia habían sumado ocho escalas y la llegada de más de seis mil escolares. La avalancha de jóvenes vigueses que provocaban estas visitas eran notorias. Jóvenes que "colgaban" clases o se ponían enfermos para no ir al trabajo, se contaban por docenas cada vez que un barco-colegio llegaba a Vigo.

La playa de Samil era uno de los lugares que mayor interés suscitaba entre los jóvenes británicos, a la que acudían masivamente, utilizando toda una caravana de autocares que en ocasiones superaban las 20 unidades. A ella también acudían los chavales locales que, de nuevo eran denunciados desde las páginas de la prensa con frases como "a la playa también acudieron mozalbetes vigueses que mostraron un muy exagerado sentido de la hospitalidad". Una de estas escalas, caería en un domingo de junio de 1964, y en ella, los escolares compartirían toalla y bronceador con cientos de vigueses que disfrutaban del día de descanso y que no dejarían de mostrar su sorpresa al ver a las jóvenes británicas luciendo bikinis, algo que aunque ya estaba oficialmente permitido, todavía resultaba un desafío para la sociedad viguesa de la época. También había parada aunque no siempre, en el café "Flamingo" de la calle del Príncipe, en el que muchos escolares se adentraban para presenciar actuaciones en vivo de los incipientes grupos musicales vigueses de los sesenta.

El recordado periodista vigués Segundo Mariño escribía en junio de 1966 a propósito de una las despedidas que se le tributaron al Nevasa: "...adiós a las melenas rubias, adiós a los pantalones abombados, adiós esas horas en Samil bien aprovechadas. El estudiante volverá a su aula y el dependiente a su comercio. La inglesita les echará de menos, pero otras compatriotas volverán en busca de ese recibimiento caluroso..." Otro periodista, que firmaba Ojea, publicaba en 1968 otro artículo que entre otras cosas decía "...aquella euforia que acompañaba cada visita del Dunera o del Devonia se fue perdiendo poco a poco. Hoy poca gente se esfuerza en volver la cabeza al paso de unas chicas inglesas. Nada nuevo nos traen ya desde las islas. Mary Quant calculó bien el impulso de su salto a través del Canal y no es necesario esperar la llegada de un barco ni para ver ni para el ligar de ocasión. La mujer española se ha esforzado en alcanzar su nivel europeo y se tiene la lección bastante bien aprendida..."

Hoy existen distintos foros y páginas web que mantienen en contacto a estos antiguos colegiales. En una de ellas, un tal Jim Steward, colgó recientemente una película hecha con tomavistas, de Vigo y varios puertos de escala del crucero que realizó en 1967 a bordo del Dunera. A pesar de la deficiente calidad de las imágenes, en ella se pueden reconocer las calles del Príncipe, entonces con tráfico, y Carral, pero sobre todo la playa de Samil, sin muro ni edificaciones, así como la pareja de baile gallego que actuó para los escolares en el muelle de la Estación Marítima. El video puede verse en el enlace: https://www.facebook.com/groups/203724090045948/.

"¿Vigilan a estos jóvenes en la asignatura del amor?"

  • La prensa local no tardaría en denunciar el comportamiento de algunos jóvenes vigueses con las chicas británicas, denunciando la "indecorosa actitud de algunos mozalbetes, estudiantes locales, que suelen exteriorizar un comportamiento elevadamente gamberril al zaherir con procacidades y otros abusos a muchachas que se quejaban de ello al llegar a su destino, por lo que en lo sucesivo habrá un dispositivo especial de policía". Y así fue. Tras esta denuncia, la siguiente escala del Dunera dos semanas más tarde, fue vigilada con tal celo por la policía, que esta vez "El Pueblo Gallego" manifestaba que la vigilancia había sido "exagerada", aunque matizando que no llegó a ser "descabellada". La represión se saldaría con más de un joven vigués pernoctando en el calabozo y la masiva presencia en la zona portuaria de los temidos "grises".Esta es la transcripción de una entrevista hecha a Ronald Barcelay, uno de los profesores que viajaban en el Dunera, y firmada por José Ramón Chicote en "El Pueblo Gallego" del 30 de abril de 1964:-¿Cuántos alumnos y profesores en este viaje?-Ochocientos y sesenta respectivamente.-¿Cómo distribuyen un día cualquiera?-Nos levantamos a las siete. Desayunamos a las siete y media y las clases son de nueve a doce. A esa hora comemos. Descanso hasta las cuatro y media y después, más clases hasta las nueve.-¿Qué estudian?-La geografía de los países que visitamos.-¿Sólo geografía?-También teatro, dibujo, geografía...-¿Qué edad tienen los alumnos?-De doce a catorce años; son todos de primera enseñanza.-¿Todos? Alguna de estas jovencitas que andan por aquí parecen tener más de esa edad...-Hay un grupo de trece jóvenes que tienen 16 y 17 años.-Ustedes como profesores ¿vigilan también a estos muchachos?-Sí, claro.-¿Los vigilan en esta asignatura: el amor?-No lo consideramos necesario.-Aclaremos esta cuestión. Si hemos mentado la palabra amor es porque algo nos induce a pensar en él... ¿Cómo se explica sino ese prematuro cogerse de la mano y ese dulce lanzamiento de miradas en parejas de doce años él y doce años ella?-Repito: no lo consideramos necesario.-Otro tema: ¿estos chicos son ingleses, escoceses...?-Escoceses.-¿Cuánto les cuesta el viaje?-Treinta libras. (unas 5.000 pesetas de entonces).Y con un "merece la pena gastarlas" el periodista vigués pone fin a la entrevista, no sin cierta sorna.

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