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Cuatro directores del Centro Oceanográfico de Vigo repasan la historia de una institución que este año cumple cien años de actividad y que ha situado a Galicia en la élite mundial de la investigación marina. Se cumplen además 30 años de las instalaciones del centro en Cabo Estai

Instalaciones del Oceanográfico de Vigo en Cabo Estai. // IEO

"En Vigo y Galicia tenemos un potencial enorme en investigación marina y es un orgullo para todos que una institución como la nuestra celebre su centenario". Las palabras de Victoria Besada, actual directora del Centro Oceanográfico de Vigo, resumen también el sentir de los anteriores responsables del centro, que comenzó su andadura hace cien años como Laboratorio costero de Vigo dependiente del Instituto Español de Oceanografía (IEO).

En las instalaciones del Oceanográfico vigués trabajan en la actualidad unos 120 investigadores, entre funcionarios y personal contratado con cargo a proyectos. Trabajan también en su sede de Cabo Estai personal en formación e investigadores internacionales. En cuanto a la flota, tras la jubilación el año pasado del "Cornide de Saavedra" el centro vigués cuenta con dos barcos oceanográficos importantes, el "Ángeles Alvariño" y el "Ramón Margalef", y otro más pequeño que trabaja en la costa gallega, el "José Mª Navaz".

Victoria Besada, directora del centro desde junio de 2015, señala que este centenario es un motivo de orgullo y un momento ideal para comunicar a la sociedad los distintos proyectos que lleva a cabo la institución. "Tenemos tres grandes líneas de investigación: pesquerías, acuicultura y medio marino. y en estos momentos desarrollamos investigaciones punteras de ámbito nacional e internacional relacionados con esas tres áreas. Somos un centro de referencia internacional en muchos temas, como en mareas rojas o recursos pesqueros", explica la bióloga.

Para Victoria Besada, el reto del centro de cara a los próximos años es seguir con los proyectos del Plan Estratégico del IEO y el Horizonte 20-20 en materia de investigación científica, "que constituyen un reto para el futuro". En cuanto a la colaboración con la industria, Victoria Besada señala que su planta experimental de cultivos "siempre ha tenido una relación muy directa con las industrias, como se ha demostrado en el caso del rodaballo, que es hoy una realidad a nivel industrial". Como investigadora del programa de contaminación marina, destaca la importancia de las investigaciones en este área. Y pone el ejemplo de los microplásticos, "un problema muy grave porque se encuentran en productos de uso habitual como las pastas de dientes o las cremas exfoliantes".

Equipos de investigación

Rafael Robles Pariente es todo un referente en la historia del Oceanográfico de Vigo. Entró en el Laboratorio como biólogo en 1966 y dirigió el centro vigués entre 1976 y 1986, año en que se fue a Madrid como director del IEO, un cargo en el que estuvo otra década, hasta 1996. "Mi ilusión hubiera sido trabajar en las nuevas instalaciones del centro en Cabo Estai, pero no pudo ser porque me mandaron a Madrid antes", comenta resignado.

De su etapa al frente del Laboratorio vigués a partir de 1976, subraya que fueron "pioneros en la creación de equipos de investigación en todo el Instituto a nivel nacional, particularmente en pesquerías, contaminación, mareas rojas, y también dimos los primeros pasos en el cultivo de peces en el Atlántico Noroeste". A finales de los años 60 Rafael Robles empezó a trabajar en temas pesqueros, "porque la información estadística que había entonces era un desastre; no se sabía siquiera de dónde procedía el pescado y se mezclaba la merluza de Galicia con la del Gran Sol o con la que venía de Marruecos".

Ante la falta de datos fiables sobre la pesca, "en el Laboratorio empezamos ya a ir elaborando nuestras propias estadísticas a base de hacer muestreos y recoger información en los puertos gallegos más importantes. Ello nos permitió empezar a realizar trabajos de asesoramiento científico para la Administración. Fue una labor fundamental, pues coincidió con la entrada en vigor en 1977 de las zonas económicas exclusivas de las 200 millas, "un grave problema para nosotros, que pescábamos dos tercios de nuestras capturas en aguas fuera de España".

Además de los trabajos relacionados con las pesquerías de la CEE, recuerda también la puesta en marcha en los años 80 del equipo de investigación sobre pesquerías lejanas, como las Islas Malvinas en una primera etapa, de indudable importancia para el sector congelador.

Otro de los campos de investigación de aquellos años se centró en el problema de las mareas rojas, un fenómeno especialmente grave a partir de 1976, a nivel nacional e internacional, primer episodio serio de estas floraciones de algas tóxicas, en el que hubo incluso muertos. "Tuvimos que crear un equipo para poder hacer frente a la alarma social que se había creado y que ponía en peligro el futuro del mejillón gallego", recuerda Rafael Robles.

Otra línea de actuación importante se centró en los problemas de contaminación del mar en la costa gallega, especialmente de actualidad en los años 70 con accidentes como el del "Polycommander", un petrolero que encalló en unos bajos próximos a las Cíes el 5 de mayo de 1970, se incendió y vertió 15.000 toneladas de crudo, seguido por varios siniestros más. Gracias a que el Laboratorio ya disponía de experiencia en este campo, pudo llevar a cabo otra buena labor de asesoramiento y crear otro equipo de investigación en esta línea.

Se podría resumir el trabajo del Laboratorio en esta década como la de su reestructuración y reorganización, pasando de actividades individuales típicas de la investigación española en aquella época, a la de la creación de equipos de trabajo, ampliando la cooperación y coordinación a nivel nacional e internacional. Todo ello permitió que, a mediados de los años 80, Vigo fuese ya el laboratorio más importante del IEO y el de más proyección internacional.

Lanzamiento internacional

Alberto González-Garcés estuvo al frente del Centro durante 16 años. "Asumí la dirección en enero de 1987 y en 1989 me fui a Bruselas a la Comisión Europea con Manuel Marín, que era comisario de Pesca y vicepresidente de la Comisión. Allí estuve durante cuatro años, antes de regresar a Vigo, donde dirigí el centro hasta 2007".

Guarda muy buenos recuerdos de su etapa al frente del Oceanográfico vigués. "El primer encargo que tuve fue hacer el traslado del viejo edificio de Beiramar al nuevo de Canido. Pasamos de unas condiciones regulares a otras excepcionalmente buenas, con unas instalaciones concebidas para la investigación que incluían una planta de cultivos. Una mejora que nos permitió ampliar el personal: nos trasladamos 33 personas y un año y medio después éramos ya cerca de 90. Fue un salto brutal que nos permitió participar en diversos proyectos europeos", resume González-Garcés, que continúa en el centro como investigador.

Un segundo hito del Oceanográfico vigués durante su mandato fue "nuestra gran capacidad de conseguir proyectos internacionales, y con un retorno económico de primer orden, pues cuando la media española con la UE era del 8%, nosotros estábamos en el 14%". En esa época "nos convertimos también en un centro científico de comunicaciones gracias a un convenio con la Unesco por el cual venía gente de todo el mundo a formarse en Vigo".

Otro hito importante de aquellos años fue el desarrollo de la investigación en cultivos marinos, especialmente en peces. "Comenzamos con una investigación sobre el cultivo industrial del rodaballo, que más adelante continuó con el besugo y el lenguado", apunta Garcés. Desde el punto de vista científico también se consiguió cerrar el ciclo biológico del cultivo del pulpo, "pero con una supervivencia muy baja, por lo que no es viable de forma industrial". Por otra parte, González-Garcés se enorgullece de haber puesto su granito de arena para que la flota oceanográfica se ubicase en Vigo.

Valentín Trujillo dirigió el Oceanográfico de Vigo durante seis años y medio, entre 2008 y 2015. Su gestión como director estuvo marcada por la grave crisis económica que sufrió España durante esos años. "Sí, fue una época dura, porque la crisis se dejó notar en la labor investigadora con las reducciones de presupuestos y de personal. Fue una época centrada en la gestión de recursos. A pesar de todo, capeamos el temporal de la crisis y mantuvimos la actividad, con una media de 70 proyectos anuales, y además el crecimiento de proyectos internacionales". Y es que a pesar de todas las dificultades de esos años, fue cuando se consolidó la internacionalización del centro como hito más destacable. Señala Valentín Trujillo que el centro vigués es "muy competitivo" a la hora de buscar recursos.

En cuanto a la variedad de sus investigaciones, Trujillo comenta que es "una seña de identidad del centro; nosotros siempre hemos apostado por una investigación vinculada al servicio a la sociedad, como ha sucedido con el rodaballo". Destaca asimismo la cobertura "espacial y temporal" del COV gracias a una red de centros que cubre diversas zonas y una continuidad en el tiempo "que nos permite hacer un seguimiento más allá de los proyectos concretos y nos da una potencia histórica". Y alude, por ejemplo, a los estudios sobre recursos de sardinas desde principios del siglo XX.

Por último, Valentín Trujillo valora el hecho de que "Vigo es el principal puerto oceanográfico de España; la construcción de nuevos barcos oceanográficos supone también un apoyo a los astilleros de la zona, sin olvidar la actividad que genera todo lo relacionado con el mantenimiento y reformas de esos buques".

De una nave del Berbés, a Cabo Estai

  • En febrero de 1917, la Junta de Obras del Puerto y el ayuntamiento de Vigo intensificaron sus gestiones para que se instalase en la ciudad el Laboratorio costero que se había aprobado en 1914 con la creación del Instituto Español de Oceanografía. El Laboratorio fue inaugurado oficialmente el 2 de septiembre de 1917 y se instaló de forma provisional en el pabellón de la Sociedad de Salvamento de Náufragos, situado en el puerto de Vigo. El primer responsable del Laboratorio fue Fernando de Buen y Lozano y las primeras investigaciones estuvieron relacionadas con la crisis de la sardina de principios del siglo XX. Otras investigaciones del centro vigués durante esa época estuvieron relacionadas con los afloramientos de algas nocivas y con la caza de la ballena. Poco a poco, las investigaciones sobre el medio marino -calidad del agua, plancton, variables fisicoquímicas?- se fueron ampliando desde las aguas costeras hacia la plataforma continental y aguas más profundas.En 1935 el Instituto Español de Oceanografía paso a depender del Ministerio de Marina y con él se produjo un impulso en las actividades del Instituto y la operatividad del Laboratorio Oceanográfico de Vigo. Se incorpora como director y primer científico titular José María Navaz y Sanz. Debido a la Guerra Civil, hasta 1940 no se consolidó el Laboratorio, que, bajo la dirección de Antonio Rodríguez de las Heras, se instaló en el número 18 de la llamada entonces avenida de Felipe Sánchez (hoy Areal).Durante la posguerra se establecen dos secciones de investigación: la biológica y la química. En ambos casos se trata de ayudar al desarrollo industrial de la pesca y de la conserva, actividades de vital importancia en la economía gallega. En 1942 se realizan dos campañas en aguas saharianas, dirigidas por Francisco de Paula Navarro. Mientras tanto, durante los años 40 y 50 se incrementa la producción de trabajos científicos sobre la sardina con un contenido más ecosistémico. A partir de finales de los años 40 los biólogos adscritos al Laboratorio dedican una intensa actividad a la puesta en marcha y desarrollo de los parques de cultivos flotantes, primero de mejillones y más tarde de ostras.En la década de los 50 se suceden una serie de trabajos pioneros sobre explotación de recursos pesqueros y derivados, así como estudios biológicos del medio marino. En 1953 se realizan campañas de prospección en Terranova para estudiar el bacalao y otras especies.En 1960 es nombrado director Rafael López Costa. En estos años se suceden los trabajos de investigación e informes sobre incidencias de vertidos urbanos e industriales. Rafael Robles llegó al Laboratorio en 1966 y recuerda que era el único biólogo del centro, pues en aquellos años solo contaba con tres químicos. "En las instalaciones de la calle Felipe Sánchez éramos cuatro gatos y apenas contábamos con medios materiales: cuando llegué en el 1966 me dieron una resma de papel y un bolígrafo Bic; junto a una lupa, era todo el material que tenía". Sus primeros trabajos se centraron en las bateas de mejillón que una década antes había introducido en Galicia el propio Laboratorio. "Nuestra labor -señala Robles- consistía en inspeccionar las bateas y las cetáreas. Entonces no contábamos con barcos, y teníamos que salir muchas veces en una barca de remos cada vez que queríamos que recoger una muestra".A finales de la década de los 60 comienza a ser una preocupación el vertido de residuos industriales a las rías, agravados por catástrofes como el hundimiento del "Polycommander" en la ría de Vigo (mayo de 1970), lo que lleva al Oceanográfico a intensificar los estudios relacionados con la contaminación marina, que sigue siendo una de sus líneas prioritarias de investigación.El centro vigués dispuso en 1971 del primer buque oceanográfico moderno con capacidad oceánica con que contó nuestro país, el "Cornide de Saavedra", lo que supuso un paso decisivo en las posibilidades de trabajos en el mar. El barco es uno de los tres que forman en la actualidad la flota del Oceanográfico vigués. Poco después, a mediados de los 70, se abre un nuevo período en la investigación oceanográfica y, bajo la dirección de Rafael Robles, el centro vigués experimenta un importante crecimiento.En 1974 la sede del Laboratorio se había trasladado a un edificio de la Avenida de Orillamar. En 1976 es nombrado director Rafael Robles Pariente, verdadero impulsor del crecimiento del Centro Oceanográfico de Vigo en los años 70.A principios de los años 80 comienzan a realizarse las primeras experiencias sobre el cultivo de peces con resultados positivos. En 1986 investigadores del centro participan en la primera Expedición Científica Española a la Antártida. En enero de 1987 es nombrado director Alberto González-Garcés Santiso, que se encargará de hacer el traslado de toda la actividad científica a las nuevas y amplias instalaciones de Cabo Estai en febrero de 1987. La actividad se centra a partir de entoncse en tres grandes áreas de investigación: Acuicultura, Medio Ambiente y Pesquerías.El centro cuenta con una planta dedicada exclusivamente a la acuicultura marina. Se ha desarrollado la investigación básica sobre el cultivo de rodaballo y a comienzos de los años 90 se empezó a trabajar con otras especies, como el sargo, el aligote, el salmonete, el abadejo y el besugo. A mediados de la década de los 90 las investigaciones del centro se ampliaron a crustáceos (centolla y bogavante) y moluscos. En 2001 el Oceanográfico de Vigo consiguió desarrollar por primera vez a nivel mundial el ciclo vital del pulpo en cultivo.

Victoria Besada - Directora del Centro Oceanográfico de Vigo

Somos un centro de referencia internacional en pesca, acuicultura y contaminación marina

Rafael Robles - Director entre 1976 y 1986

Creamos un equipo para hacer frente al problema de las mareas rojas, que ponía en peligro el futuro del mejillón

Alberto G. Garcés - Director entre 1987 y 2007

Puse mi granito de arena para que la flota oceanográfica se estableciese en Vigo

Valentín Trujillo - Director entre 2008 y 2015

Capeamos el temporal de la crisis y consolidamos un centro muy competitivo a nivel internacional

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