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El inventario

El inventario

Nos recordaba Julia Otero el otro día, en el Territorio Comanche de su programa Julia en la Onda, la reacción de Pitita Ridruejo -ese personaje ínclito y ubérrimo en contacto directo con la Virgen María- ante la propuesta que le hacía la periodista de Monforte:

JULIA: Hagamos inventario?

PITITA: ¡No, si yo no me invento nada!

La lista de cosas a inventariar que proponía Julia Otero era la cantidad de idiomas distintos que habla Pitita, pero esta ocurrencia, que raya en la invención genial (valga la contradicción), es digna de análisis. Para empezar, ser políglota facilita mucho las cosas a la hora de comunicarte con la Virgen sin problema. Que es una cosa misteriosa: ¿qué idioma habla la Virgen cuando se nos aparece? Que nosotros sepamos, la omnisciencia es un atributo de Dios y de nadie más, ni siquiera de la madre de su hijo. Pitita, que ha publicado libros sobre las apariciones marianas más fiables u homologadas por la Iglesia Católica, no nos aclara el asunto. Ella, Pitita, no se inventa nada y su don de lenguas le facilita mucho las cosas para traducir hasta todo lo que pueda decir Nuestra Señora en una aparición a unos pastorcillos en las afueras de Ulán Bator, si es que habla mongol. Porque no se le ocurrirá hablar en portugués o francés, que son los idiomas que necesariamente tuvo que utilizar en Fátima y Lourdes. Hasta que no se le aparezca en Wall Street a un agente de bolsa neoyorquino, no sabremos si María también habla inglés.

El inventario de Pitita tiene también un aire a las declaraciones ante los tribunales de todos y cada uno de los tropecientos mil implicados en casos de corrupción y chanchullos patrios varios: sorprendentemente, ahí tampoco nadie inventa nada, aunque la realidad sea diametralmente opuesta a lo declarado. Y los propios procesos, por muy procelosos que sean, no son fabulaciones ni cuentos de hadas. Ni el Bigotes (¿alguien sabe su nombre real sin consultar la Wikipedia?), Bárcenas o Correa son pastorcillos analfabetos que un buen día vieron a una señora fosforescente que les abrió una cuenta en Suiza o les contó el secreto de los paraísos fiscales. El milagro, en todo caso, existe: aquí ni Dios devuelve la pasta. Porque Dios también debería ser llamado a declarar: al fin y al cabo, el mayor beneficiario de la visita de Benedicto XVI a Valencia fue Él. Hombre, parece estar fuera de toda duda que se quedara con el dinero desvanecido, porque para qué lo querría, pero el sarao era en su honor. Al igual que el confeti de los cumpleaños de los hijos de Ana Mato ha sido incluido en el sumario de la Gürtel aunque ella no esté imputada, el procedimiento judicial por el fiestón valenciano debería incluir al Supremo Hacedor para completar el inventario de tropelías. Y quizá Pitita debería ser llamada a declarar como experta, que ya lo dice Nuria Torreblanca: ¡Pitita Power!

@JulianSiniestro

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