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Tras las huellas de Ulv

El hallazgo en Dinamarca de la presunta tumba del caudillo vikingo que arrasó Cíes, Toralla y Redondela refuerza las tesis que apuntan a Galicia como uno de los territorios favoritos de aquellos navegantes, que la llamaban Jacobsland

Recreación de un caudilo vikingo.

Es probable que Ulv, apodado El Gallego o El Lobo Gallego, fuese uno de los vikingos que mejor respondiesen a la tópica fama de guerreros feroces de aquel pueblo de navegantes que durante alrededor de doscientos años atacaron las costas de Europa occidental (y de los que se dice que incluso "descubrieron" América antes que el propio Cristóbal Colón). Aunque lo cierto sea que ninguno de los datos que se conservan de él se refieren a su descripción física ni a su carácter.

Sí, en cambio, puede seguirse su rastro a través de las sagas nórdicas, nombre que en este caso registra las historias genealógicas de las familias más destacadas de Suecia, Dinamarca y Noruega entre los siglos VIII, IX y X de nuestra era.En dos de ellas, la Saga de Olaf y la Saga Knÿtlinga encontramos noticias del caudillo de aquella flota que se ensañó muy especialmente con sus objetivos en las Rías Baixas, arrasando todo lo que se encontró a su paso en Redondela y las islas de San Simón, Toralla y Cíes.

Según los datos compilados en las citadas sagas, Ulv (o Ulf) había nacido en Dinamarca, hijo de Ulv Thorgilsson, caudillo de origen sueco afincado en tierras danesas, quien contrajo matrimonio con una de las hijas del rey Svend I de Dinamarca, llamada Astrid.

De ese matrimonio nació Ulv, quien se casó cuando aún era muy joven con Bothil Hakonsdatter, hija del conde (jarl) Lade Hakon Euriksson, con la que tuvo un hijo, Thrugot Fagsgrina Urfsen, quien llegaría a ser conde palatino y cuya hija se casó con el rey Erico I de Dinamarca. Así pues, Ulv sería el bisabuelo de Valdemar el Grande, el rey de Dinamarca entre 1157 y 1182.

No era Ulv, así pues, precisamente un bandido de baja estopa, ni un mercenario, sino todo un aristócrata, el equivalente a un conde o duque en España. Su expedición a Galicia, situada, según las fuentes, entre unas fechas que oscilan entre los años 1028-32 y 1048-66, fue una de las últimas realizadas en nuestras costas. Eso sí, fue probablemente las más violenta de todas ellas.

No obstante, el objetivo inicial con el que Ulv zarpó rumbo a Galicia no era tanto arrasar todo lo que se encontrase a su paso sino, muy especialmente, neutralizar las torres situadas en Ons y Catoira pues en torno a ellas, el por aquel entonces obispo de Compostela, Cresponio, había organizado la defensa de las rías. Ulv asestó un duro golpe tomando las Torres do Oeste pero, en lugar de fortalecer su posición, se dedicó a la razzia indiscriminada, lo cual daría tiempo a Cresponio a reorganizar un ejército que al cabo provocó la fuga de El Lobo Gallego y sus tropas.

ATAQUES VIKINGOS. Según las investigaciones del vigués Jorge Simón Izquierdo Díaz, autor de "Os vikingos en Galicia", si bien se habían producido antes pequeñas escaramuzas en nuestras costas como el llamado "episodio de los Hombres Azules" y la ofensiva sobre la Torre de Hércules, el primero de los ataques de la flota nórdica del que se conserva más información fue la incursión de Gunderendo, datada en el año 968, durante el reinado de Ramiro III, monarca de Asturias y Galicia. "Se trata de la gran expedición de normandos franceses, noruegos y daneses", relata Izquierdo Díaz citando fuentes de la Crónica de Sampiro, según la cual cien barcos penetraron en la ría de Arousa al mando del caudillo Gunderedo, hijo del hermano del rey danés Harald, y desembarcaron en el puerto de Juncarice (Xunqueira) disponiéndose a caminar, desde allí, en dirección a Santiago de Compostela. "Aunque paganos -explica Simón Izquierdo- este grupo de piratas venía sin duda atraído por los tesoros del templo original que precedió a la construcción de la actual catedral". Ante las puertas de Compostela, las tropas de Gunderedo se detuvieron a la espera de acontecimientos porque, contra la fama que se les atribuye, en realidad estos hombres eran también unos grandes negociadores: "Los vikingos no entraban a saco en las ciudades a las que llegaban -relata el profesor vigués- sino que antes acampaban a sus puertas, tanto para negociar como para buscar el mejor modo de saquear, como posiblemente fuese el caso de un Santiago cuya defensa, que fue dirigida por el obispo Sesnando II, fue desbaratada por los normandos/vikingos, que derrotaron a los gallegos en una batalla que tuvo lugar en el actual Fornelos de Montes".

Por la Crónica de Sampiro se conoce que, tras aquella victoria que costó la vida al propio obispo, los vikingos "continuaron por Galicia saqueando y arrasando a fuego hasta llegar a O Cebreiro." Se estima que en torno a tres años permaneció el ejército de Gunderedo en territorio gallego, sin embargo no se conserva dato alguno de la (posible) convivencia entre gallegos y vikingos: "Es que las crónicas cristianas peninsulares se interesan por los episodios militares -razona Izquierdo Díaz- pero resultan demasiado escuetas en datos sobre la vida y la etnografía de las comunidades atacadas por los vikingos".

OBJETIVO TUI. Tras la incursión de Gunderedo, otro de los históricos episodios de la primera oleada de desembarcos vikingos en Galicia, de los que se conserva bastante información, es el del saqueo de Tui, datado el año 1014.

La actual sede del Obispado de Vigo recibe en las sagas nórdicas el nombre Gunnvaldsborg, "la ciudad de Gonzalo".En el ataque a la sede episcopal, los hombres del Norte destruyeron la villa y capturaron a su obispo Alfonso y a los nobles. Curiosamente, las tropas vikingas estaban comandadas por Olaf Haraldsson, un caudillo que se convirtió al cristianismo, fue rey de Noruega y llegó a ser canonizado.

Tras asolar Tui, los guerreros nórdicos prosiguieron su avance por el río Miño, llegando hasta Ourense y a la localidad lucense de Ribas de Sil. Las consecuencias del ataque fueron desastrosas para toda la comarca tudense.

El rescate del obispo y los nobles costó 12.000 piezas de oro, pero además Tui perdió la sede episcopal.Como señala Avelino Bouzón,archivero de la catedral, tras aquella invasión de 1014 la diócesis quedó unida a la de Santiago de Compostela durante casi sesenta años. Otra consecuencia del ataque vikingo fue que Tui dejó de ser un núcleo comercial en torno al puerto fluvial para agruparse a la defensiva en una colina junto a la nueva catedral.

En Tui, antes de este ataque de 1014, los vikingos ya habían efectuado otras dos incursiones.Hacia el año 930 invadieron la localidad cuando era obispo Naustio, que se retiró al monasterio de Labruxe (Labrugia) gobernando desde allí la diócesis.Posteriormente,en la invasión de 970, los normandos obligaron al obispo de Tui, Viliulfo, a refugiarse en el monasterio de Ribas de Sil.

UN TESORO DE TUMBA. En declaraciones a "National Geographic", el arqueólogo danés Bjarne Henning Nielsen, conservador del Museo Vesthimmerlands, en Jutlandia Septentrional, está convencido de la tumba hallada corresponde inequívocamente a la de Ulv el Gallego. "La tumba -afirma Nielsen- formaba parte, con toda probabilidad, de unos terrenos que Valdemar el Grande heredó de su padre, quien a su vez los había heredado de sus antepasados, incluido Ulv el Gallego". "Sé que todo esto es muy complicado, pero creo que tengo razón", asevera.

Ya en 1951 se excavó por primera vez este lugar debido a unas obras en una carretera y se encontraron varios objetos: una espada, dos estribos de cobre para cabalgar, otros aparejos para montar a caballo e incrustaciones de plata. La excavación se realizó de forma precipitada y la tumba se cubrió de nuevo con tierra hasta que fue redescubierta años después por el Museo Vesthimmerlands. Entonces se realizaron nuevos hallazgos, entre ellos 24 tumbas más, la mayor parte opulentas y también pertenecientes a la era vikinga.

"Hemos descubierto que el guerrero vikingo fue enterrado en una estructura funeraria hecha de madera, junto con su espada, sus estribos, espuelas, aparejo y algunos huesos procedentes de las patas delanteras de un lechón. En la base de la tumba también se descubrió una pieza de la espada, con restos de la vaina, de unos diez centímetros de largo, lo que significa que el arma era más larga de lo que se creía", comenta el arqueólogo. "La cámara funeraria probablemente quedó oculta tiempo después bajo un túmulo y luego fue nivelada, construyéndose una especie de capilla: el difunto vikingo primero fue enterrado bajo un rito no cristiano, pero eso fue rectificado posteriormente. Por otro lado, la estructura de madera y una inscripción parcial en la espada indican una fecha algo posterior al año 1000", concluye Henning Nielsen.

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