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Memorias

"Con Fidel me unieron lazos que no podrá disolver nunca su muerte"

Pedro Trigo López : "Solo seis de los 131 combatientes que asaltamos el cuartel de Moncada perdieron allí la vida, pero a otros 55 los fueron pasando por las armas"

Con su hermano,Julio, poco tiempo antes del asalto al cuartel de Moncada, ambos agachados . // Archivo familiar

>> A sus 88 años, conserva frescos aquellos ideales que desde joven le llevaron a orientar su vida, primero a los derechos de los trabajadores; después al cambio revolucionario al lado de Fidel Castro, con quien participó en la lucha contra el dictador Batista y aquel asalto al cuartel de Moncada que fue reprimido duramente pero quedó en los anales de la historia de Cuba. Pedro Trigo nació en Cuba de padres gallegos pero al poco de nacer se vino con su madre y hermano para Viveiro y allí pasó la infancia hasta que volvió a Cuba. Nunca perdió su memoria de Galicia y aún ahora manifiesta añoranza por volver a ella, aunque desde la Barcelona en que habita o pasa largas temporadas es una hipótesis poco razonable. Es uno de los fundadores del Movimiento 26 de julio, la organización más importante entre las que participaron de la Revolución cubana. Detenido por la policía de Batista tras sobrevivir a aquel asalto y liberado por falta de pruebas, siguió trabajando políticamente pero en la clandestinidad, e incluso hubo de refugiarse en España unos meses hasta que triunfó el fidelismo, volvió y empezó a asumir cada vez mayores responsabilidades en el aparato, como la de las relaciones comerciales con la Unión Soviética. Después estuvo en varios destinos diplomáticos en países del Este, en España... hasta su jubilación, etapa en la que comenzó otro tipo de activismo siempre fiel a los intereses cubanos. Sobre él hizo un detallado trabajo hace años el vigués Lois Pérez Leira, que incluyó en uno de sus libros sobre personajes gallegos de la revolución cubana, y estos mismos días se está presentando otro aún más preciso que escribió Albert Valenzuela: "Pedro Trigo López: semilla de revolución". Con los datos de ambos y alguna conversación con Trigo hemos compuesto esta aproximación a su vida.

>> Rescatados de la guerra : "Nací en 1928 en La Habana, tres años después de mi hermano Julio, pero tanto mi padre, Servando Trigo, como mi madre, Francisca López, nacieron en 1895 en una aldea llamada Miñotos, en la parroquia lucense de Ourol (Viveiro). No muy lejos de donde era oriundo Fidel Castro, ese Fidel con el que luego me unirían tantos lazos que ni su muerte estos días podrá destruir. Al poco de nacer yo, mi madre volvió por problemas de salud con mi hermano y conmigo a Miñotos, donde transcurrió nuestra infancia mientras nuestro padre quedó en Cuba, y fuimos a la Escuela del Carmen, que los propios emigrantes habaneros habían construido en el pueblo. Recuerdo que mi madre había comprado una vaca, que la bautizamos "Marela". Aquella vaca era ya como de la familia. A mí me tocaba llevarla a pastar por los prados de los vecinos, ya que mi madre no tenía tierras propias. En el camino siempre me paraba en una fuente, que tenía un agua muy fresca. Muy cerca había una carballeira donde recogíamos las castañas, para luego hervirlas con leche, que nosotros comíamos con el pan, que hacia mi madre. Ella trabajaba mucho, tanto en casa como para un hombre de buena posición, llamado Ricardo Pita. Este señor tenía una plantación de patatas. También mi madre se dedicaba a la costura.".

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>> La vuelta a Cuba. "Cuando estalló la guerra civil, en 1936, mi padre, que era masón, consiguió con ayuda de su logia cubana unos billetes para volver a Cuba, y allí volvimos los tres en diciembre de ese mismo año. Mi vida trasnscurriría para siempre allí, pero yo siempre me sentí gallego, un gallego y patriota cubano. Por aquellos años había estado Alfonso Castelao, dando un mitin en la Cervecería Polar, ante miles de habaneros y gallegos, que manifestaban su solidaridad con el legítimo gobierno republicano. Entre las entidades convocantes estaba la Gran Logia de Cuba, donde mi padre tenía un papel destacado. Tanto mi hermano como yo lo acompañábamos a los actos por la República y ayudábamos vendiendo banderitas republicanas. La tragedia llegó a nuestra vida cuando, en 1938, mi padre fue corneado en la vaquería donde trabajaba, y murió de una infección por una mala práctica médica. Quedamos en la miseria pero mi madre cosía para la Cruz Blanca, que era una organización social que se dedicaba a hacer ropa interior. Con ese dinero que entraba y la ayuda de Salvador Menéndez, ministro de Defensa, fuimos saliendo del apuro. Gracias a la Logia Masónica pudimos ir a la escuela conseguir una bolsa económica, para que uno de nosotros pudiera estudiar. Mi madre decidió que Julio por ser el mayor, tenía que seguir los estudios, y así fue" .

>> En la política. "Tuvimos una formación martiana (pensamiento de José Marti) y poco a poco nos fuimos interesando por la política cubana. Yo empecé mi labor política en el movimiento obrero en 1944, en las luchas de los trabajadores textiles, participando en una huelga de hambre. Por ese año, en el mes de noviembre, con tan solo 15 años, me afilié al Centro Gallego de La Habana, teniendo el número de socio 38.963. Con el surgimiento del Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, fundado el 15 de mayo de 1947 por Eduardo Chibás, mi hermano y yo pensamos que era el momento de actuar en política. Fundamos con otros pocos las juventudes del partido y me estrené como líder sindical en mi fábrica, con unas elecciones en que perdimos por una manipulación del Partido Socialista Popular. En 1951 fuimos elegidos como representantes del partido en el municipio en que vivíamos. Nunca me olvidaré de aquella ocasión en la que en un acto público yo denuncié casos de corrupción del senador Antonio Prío, hermano del entonces presidente, y desalojos campesinos. Se me acerca un joven alto, corpulento, y me pregunta si lo que yo decía era verdad. Sinceramente pensé, de primera intención, que era un policía, pero le dije que sí. Entonces se presentó, me dijo que era el abogado Fidel Castro, y me propuso buscar todos los datos, entrevistando a esos campesinos desalojados y denunciando el caso".

>> Con Fidel. "A las ocho de la mañana del día siguiente ya estaba conmigo. Llegó acompañado de Juan Martínez Tinguao, valioso compañero, y después se sumaron al grupo José Luis Tassende y Gildo Fleitas, muertos más tarde en el Moncada. Como primera tarea debíamos fotografiar a los más de cien campesinos desalojados, algunos de los cuales llevaban hasta 18 años trabajando aquellas tierras.Ahí empezamos a conspirar, recién ocupado el poder a la fuerza por Batista, cuando Fidel nos habló de lo imperioso que resultaba crear un movimiento verdaderamente revolucionario que se opusiese por las armas a la naciente dictadura. Mi hermano y yo éramos en esos momentos obreros textiles. Yo no me atrevería a afirmar que aquella fue la primera célula de lo que sería el Movimiento 26 de Julio, pero sí que estuvo entre las tres primeras. Trabajamos mucho por la causa hasta que se nos dio la orden de trasladarnos a Santiago de Cuba y ya allí nos agrupamos en la granjita Siboney, en las afueras de la ciudad. Se hablaba de la acción a la que nos abocábamos y se decía que sería a la hora cero, pero salvo Fidel y su directo colaborador, Abel Santamaría, creo que ninguno de nosotros sabíamos de qué acción se trataba ni cuándo sería. Yo me enteré que atacaríamos el Moncada pasada ya la una de la mañana del propio 26 de julio, cuando Fidel me lo hizo saber en la plaza de Marte mientras esperábamos la llegada del doctor Mario Muñoz, otro de los combatientes".

>> El asalto al Moncada. "Fue a través de mí que se habían allegado la mayor parte de los uniformes militares que se utilizaron en el asalto al Cuartel Moncada. Un pariente mío, Florentino Fernández, enfermero del Ejército y que terminaría por ser uno de los moncadistas, los consiguió para el Movimiento, en tanto que en la casa de Melba Hernández, una de las mujeres incorporadas a la acción, -la otra fue Heydée Santamaría- se confeccionaron los de aquellos combatientes que como Fidel, requerían de tallas no disponibles en el lote adquirido. En la madrugada del 26 de julio, Fidel leyó el manifiesto del Moncada ante 135 combatientes de los que se echaron atrás 4. El resto, dividido en tres grupos dirigidos por Fidel, su hermano Raúl y Santamaría, precisaban el plan de ataque. Sería muy prolijo contar aquí el desarrollo del asalto pero al final, -tras perderse mi grupo y reencontrarse con el resto cuando Fidel había dado orden de retirada-, detuvieron a muchos de mis compañeros tras una balacera

y los fueron pasando por las armas, entre ellos a Abel Santamaría, al que antes atravesarían un ojo con una bayoneta, a José Manuel Ameijeiras y a Raúl Gómez García, conocido como "el poeta de la revolución". Sólo seis asaltantes de los dos cuarteles -el de Moncada y el de Bayamo, perecieron en la lucha; pero las fuerzas represivas del régimen asesinaron a 55 de los nuestros. A mi hermano lo mataron tras detenerlo ,y yo conseguí, aunque parezca increíble, huir en un autobús de línea tras despojarme de mi uniforme militar y vestir la ropa que me dio un campesino. Llegué a La Habana pero me detuvieron, me llevaron a la sede del represivo Servicio de Inteligencia Militar y me encerraron en un calabozo. Allí, acobardado, estaba Juan Bosch, el futuro presidente de la República Dominicana, que había sido el asesor de Prío, el presidente cubano depuesto por Batista. Querían vincular al presidente con el asalto al Moncada pero no lo consiguieron y su asesor salió en libertad, igual que yo tras muchos interrogatorios y golpizas en los que no lograron demostrar que yo había estado allí. Fidel fue detenido y luego juzgado y ante el tribunal denunció aquellos asesinatos en su alegato de autodefensa "La historia me absolverá". Cumplió cárcel en La Modelo con su hermano Raúl entre 1953 y 55".

>> La Cuba revolucionaria. "Tuve que vivir desde 1953 hasta 1958 en la clandestinidad política aunque integrado en el movimiento 26 de julio que habíamos fundado. Yo trabajaba en Cubana de Aviación, y enterado de que estaba apunto de ser detenido, conseguí exiliarme unos meses a España en mi pueblo de Viveiro, regresando a Cuba con el triunfo de la revolución. Me reincorporé a mi trabajo en el aeropuerto José Martí pero cada vez se me encomendaron responsabilidades más importantes. Fui jefe de personal del aeropuerto luego jefe de compras internacionales, etapa en la que tuve a mi cargo las relaciones de exportación e importación con la Unión Soviética... Posteriormente me incorporaron al Servicio Exterior, desempeñando diferentes cargos diplomáticos por distintos países: España, Checoslovaquia, Bulgaria, etc. hasta mi jubilación. Entonces entré en el Instituto Cubano de amistad con los pueblos, y aproveché mis viajes a España, por mi condición de doble nacionalidad, para convertirme en un activista de la revolución cubana y representante entusiasta de los Moncadistas. A mis 88 años y medio, con las limitaciones de rigor, sigo en la brega, viviendo en casa de mi hija en Cataluña y añorando cada vez más volver a Galicia, aunque es más una ilusión de viejo por volver a mis raíces que una posibilidad real".

El dinero, para balas

  • U na noche después de todo un día de recogida de dinero para comprar armas, paso con Fidel por frente a donde este vivía. Su pequeño hijo de tres años estaba enfermo. Al apartamento, a oscuras, les habían cortado la electricidad. Escribió Fidel una nota para que el niño fuese visto por un médico amigo. Me preguntó si tenía dinero encima. Los cinco pesos que pude darle los dejo en la casa para medicinas y algún alimento, mientras nosotros continuamos nuestras gestiones hasta la madrugada. En el momento que esto ocurría, Fidel tenía en sus bolsillos más de 100 pesos que ya había recaudado ese día€Pero, para Fidel el dinero del Movimiento era intocable, cada peso cubano era la posibilidad de comprar balas, armas o uniformes".

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