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SÁLVESE QUIEN PUEDA

Entre tirios, troyanos y palabras aromáticas

Suenan en la nueva congregación parlamentaria palabras que evocan otros tiempos. // J.C. Hidalgo

No sé por qué en los últimos tiempos cada vez que visito Salamanca acabo rebuscando entre las estanterías de la librería Rivas pero, sobre todo, de esa La Nave de la calle Compañía, vía urbana rica en memoria ya que en ella se encuentran la Casa de las Conchas, la Clerecía (antiguo colegio jesuita y actual sede de la Universidad Pontificia de Salamanca), la iglesia de San Benito, el Convento de la Madre de Dios y el Convento de las Agustinas... ¿Os imagináis para cuántos libros de ensayo histórico o de ficción novelística daría con una buena pluma sin salir del marco de esta calle desde aquel siglo XVI de su esplendor? Unamuno habló de ella y de los anuales Dramas de la Pasión y Acción de Nuestro Señor que se representaban entre sus muros, pero en realidad de lo que quería tratar era de mi últma querencia por adquirir libros ya descatalogados sobre esa República española que se abrió llena de esperanzas de cambio en 1931 y se cerró perdidas todas y con un gan descalabro y lucha de banderías en 1936. ¿Por qué tanta curiosidad me dio por esta etapa republicana incluida la guerra civil? Quizás porque se me levantaron los fantasmas de la memoria con los nuevos actores ingresados por la gracia del voto en el Parlamento, y la deriva secesionista de Cataluña.El mismo runrún, parecidas palabras a las de aquellos años.

¡Tierra trágame, me meto en el florido jardín de la política! Los nuevos actores podemitas han rejuvenecido el Parlamento y los secesionistas siempre tienen, sino el derecho de autodeterminación, el de decidir... irse a otro país y montar allí su Arcadia. Pero se oyen cosas que evocan aquellos tiempos republicanos. En esto de la lectura de la historia estamos sometidos al azar de quien escribe, y no es lo mismo por ejemplo leer cómo fue ese año 1931 en que se instaló la República en España a Melchor Fernández Almagro, periodista, historiador y académico conservador que la vivió en vivo y en directo y escribió "Historia de la República", que a Rafael Torres, otro periodista aunque hoy en activo que escribió "1931, Biografía de un año", y es un apologeta quizás con razón de esa República ideal que nació como una estrella y acabó estrellada aún antes de que Franco la apisonara del todo. Ni es lo mismo leer a Juan Eduardo Zuñiga, flamante Premio Nacional de las Letras. A mí no me extraña que apareciera la República llena de esperanza y profundidad de cambios tras un régimen monárquico viciado que no permitía salir al país de su miseria, pero tampoco que apareciera, respaldado por otras masas contrarias a las anarquistas o marxistas, un caudillo rebelde que diera un golpe de Estado para recuperar el orden y crear uno nuevo aunque arrasando vidas y haciendas, matando a sangre y fuego como sus contrarios, dejando al país marcado por generaciones... aupado por la situación de desquiciamiento social y desmesura revolucionaria en que andaba el régimen republicano. Se lo pusieron a tiro a Franco, nunca mejor dicho, y perdieron la guerra aunque ahora lo están contrarrestando, sabidos de que está bien muerto, descabezando sus estatuas, desmontando coronas y arrancando lápidas o placas que en el nomenclator callejero recuerden algo suyo.

El régimen republicano llegó por el desgaste de una monarquía constitucional pero nada ejemplar que tenía al país en el atraso y la injusticia social; el de Franco por el desgaste de una República de muy buenas intenciones que derivó en un ambiente electrizado por ciegos rencores y dividida en sañas de antiguas banderías; el de la Constitución de 1978, para poner fin al franquista; y ahora es al del 78 al que pone en solfa la marea casi barbilampiña, lactante, coletuda y rasta que acaba de llegar al Parlamento, espoleada por la crisis económica, un lógico desencanto, la corrupción y la modorra acomodaticia en que había sumido al país el bipartidismo. Pero es que uno, que está también sumido en la lectura de los años republicanos anteriores a la guerra civil, ve que ahora se repite aquel chalaneo tribal de delirantes caudillos separatistas, el adanismo populista con esos nuevos políticos que arriesgan a España, con su tolerancia al golpismo independentista y su débil concepción de la unidad, a ser abierta en canal en la mesa de disección parlamentaria. Ítem más: también me suenan a aquellos tiempos el elogio a las masas y las lisonjas a los trabajadores, la conversión perversa, grosera e interesada de lo que llaman democracia en algo por encima de la ley...

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