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Un minuto de ruido

Un minuto de ruido

El minuto de silencio es el homenaje a un muerto que hace un grupo de gente reunida para la ocasión o aprovechando que están juntos en algún sitio, ya sea lugar de trabajo, estadio de fútbol o parlamento. Guardarlo en solitario resulta un poco extraño, pero más extraño aún es hablar solo, así que el minuto de silencio de una sola persona es síntoma de salud mental. En el caso del silencio colectivo, la cosa es un poco embarazosa. Nadie sabe qué están pensando los demás. Las posibilidades son infinitas: "¿me habré dejado abierto el gas?", "ya iba siendo hora de que te murieras, cabrón", "mañana mismo le digo a Vicky que estoy casado", "cogito, ergo sum", etcétera. Y alguno intentará contar los segundos. Es un esfuerzo inútil: la gente más joven acabará de contar sesenta demasiado pronto, y la más vieja se quedará perpleja cuando se haya acabado: pero cómo, ¿ya? (Esto es un hecho científico constatado, ¿eh?) Que aquí hay otra cosa: ¿quién cronometra los minutos de silencio? Sea quien sea, es la persona más discreta del mundo: nunca se la ve manejando un cronómetro.

A propósito de recientes acontecimientos en la política española y sus cositas, el periodista y escritor Fernando Tascón colgaba en Twitter el siguiente comentario: "Los que merecemos un minuto de silencio somos los españoles. Y si son cinco minutos, mejor". Y sí, porque el ruido está empezando a ser insoportable. El ruido mediático, se entiende, porque el ruido, en sentido estricto, es un batiburrillo de sonidos inarmónicos. Cuando abarcan todas las frecuencias que el oído humano puede captar, se llama ruido blanco, en analogía con el color blanco, que abarca todos los colores. (Para que se hagan una idea, es el ruido que hacían los antiguos televisores al acabar la emisión.) El color negro, por su parte, es la ausencia de color. Así podríamos hablar de "ruido negro" para referirnos al silencio, ¿por qué no? Tiene sentido: es el sonido del luto en los minutos fúnebres a los que nos estamos refiriendo. Pero el negro también es un color elegante que adelgaza mucho y que no es patrimonio sólo de los funerales, lo mismo que el silencio no es exclusivo de los minutos de homenaje. El ruido mediático está tendiendo, por su parte, a ruido blanco literalmente: soportarlo al volumen que gasta es imposible. Vale que haya quien sea como Neil -el hippie de Os Novos (The Young Ones) que bailaba con el ruido del televisor- y disfrute con la cacofonía que nos aturde, pero en ese caso quizá estemos hablando de una patología. Claro que también hay quien disfruta con él porque es un pingüe y lucrativo negocio: a río revuelto, ganancia de pescadores, como es bien sabido.

¿Conclusión? Si procediéramos a un minuto de ruido (pitos, gritos, cacerolas) en homenaje a un muerto, querría decir que el resto del tiempo estamos en silencio, algo que sería muy de agradecer.

@JulianSiniestro

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