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Emigrantes gallegos en la Alemania de Hitler

Casi un millar de gallegos se desplazaron hace 75 años a trabajar en las industrias del régimen nazi, que centraba sus esfuerzos en la contienda bélica y precisaba mano de obra

Un comentario aparecido el 2 de diciembre de 1941.

Menos conocida que la participación de soldados españoles en el Ejército nazi -la famosa División Azul- fue la presencia de más de 10.000 trabajadores españoles en la Alemania de Hitler entre los años 1941 y 1943. Una mano de obra que jugó un importante papel en el país centroeuropeo, que había movilizado a todos sus hombres en los diversos frentes de la guerra contra los aliados y necesitaba mano de obra para cubrir sus vacantes en las fábricas. Entre esos emigrantes se encontraba un nutrido grupo de trabajadores gallegos, que partieron desde Vigo en dos expediciones, la primera de ellas en diciembre de 1941.

En total fueron unos 900 los emigrantes gallegos que trabajaron para el régimen de Hitler entre 1941 y 1942. "En la mañana de ayer salió de Vigo un tren especial en el que viajan unos 400 productores gallegos que marchan a trabajar a Alemania". Así comenzaba una extensa información publicada por Faro de Vigo el 18 de diciembre de 1941 sobre la primera de las dos expediciones; un viaje en tren, en vagones de tercera clase, no exento de dificultades. El 8 de septiembre del año siguiente salió de la estación viguesa la segunda expedición de obreros gallegos, formada por otros 468 emigrantes.

España había adoptado una posición de "no beligerancia" en la contienda mundial, pero el régimen de Franco no ocultaba sus simpatías hacia la Alemania de Hitler. Así, tras un acuerdo ratificado en agosto de 1941 por ambos gobiernos, y ante la escasez de mano de obra en el país "amigo", España creó una Comisión Interministerial Permanente para el Envío de Trabajadores a Alemania (CIPETA), encargada de coordinar las expediciones de los llamados "productores" españoles. En realidad, el envío de trabajadores fue una fórmula negociada para reducir la deuda que había contraído España con la Alemania nazi.

Las consecuencias de la Guerra Civil española se hacían notar en la población, y miles de españoles se inscribieran de forma voluntaria para desplazarse a Alemania con contratos laborales de dos años. Las oficinas de los sindicatos franquistas se encargaron de dar a conocer las ofertas de trabajo por toda la geografía nacional. A ellas se acercaban jóvenes y menos jóvenes que necesitaban un empleo para mantener a sus familias. Los primeros trabajadores españoles viajaron a Alemania desde Madrid el 24 de noviembre de 1941. En poco más de dos años, un total de 10.569 trabajadores, en su inmensa mayoría varones, probaron fortuna en el país teutón.

Diez días antes de la primera expedición gallega, la guerra adquirió su verdadera dimensión mundial con el ataque de la aviación japonesa a la base estadounidense de Pearl Harbor, ocurrido el 7 de diciembre de 1941.

Condiciones laborales

En una amplia crónica, Faro informa el 18 de diciembre de la partida de la primera expedición de trabajadores desde Vigo y de las condiciones laborales que tendrán nuestros emigrantes, destacando el sistema de protección social existente en el Tercer Reich. "El principio básico que preside esta contratación oficial de mano de obra extranjera -explica el diario- es el de que los obreros y las obreras no nacionales deben ser tratados absolutamente lo mismo que los alemanes que realizan la misma clase de trabajo. Dado el elevado nivel de vida del obrero alemán esto significa, en la mayoría de los casos, un mejoramiento en la condición del trabajador de fuera".

En la mayor parte de los casos desempeñaron oficios de escasa cualificación profesional, como peones, albañiles o mineros, aunque algunos trabajaron también como mecánicos de precisión, fresadores, ajustadores y carpinteros.

La segunda expedición de trabajadores gallegos partió de la ciudad olívica el 8 de septiembre de 1942. Faro informaba seis días antes de los plazos de inscripción y de la excelente acogida que la oferta de puestos de trabajo en Alemania había tenido en la provincia de Pontevedra. De hecho, todas las plazas fueron cubiertas por trabajadores de la provincia: "En la imposibilidad de poder contestar por correo a los innumerables productores de otras provincias que se nos han dirigido manifestando el deseo de figurar en esta expedición -señalaba el delegado de la comisión interministerial-, les advertimos deben esperar a otra nueva ocasión, que se les proporcionará en breve, pues con los de la provincia de Pontevedra se cubre con exceso el cupo a enviar, debido a la magnífica acogida que tuvo la noticia de una salida de trabajadores para Alemania en condiciones francamente halagüeñas y ventajosas".

A la hora de solicitar una de las plazas, los candidatos no dudaban en exponer como méritos sus antecedentes políticos en servicio del régimen de Franco. Así lo hace, por ejemplo, el vigués José Pérez Rial en la carta que escribe a la secretaría técnica de la CIPETA en 6 de octubre de 1942. Este joven de 26 años, soltero pero en situación de cabeza de familia al tener a su cargo cuatro hermanos, menciona sus conocimientos de electricidad y mecánica general; pero sobre todo hace notar su condición de excombatiente en el Ejército de Franco, "con unos antecedentes políticosociales muy limpios, sin que ello implique jactancia". Es uno de los ejemplos que cita el historiador José Luis Rodríguez en su libro "Los esclavos españoles de Hitler".

El título del libro es ya significativo, pues las condiciones con que se encontraron los emigrantes en la Alemania nazi nada tenían que ver con las que se anunciaban en España. Aunque todos ellos firmaron sus contratos por dos años de forma voluntaria, lo cierto es que fueron engañados: las condiciones de trabajo eran lamentables y algunos de los puestos no se correspondían con las ofertas iniciales. En algunas empresas, los españoles recibían salarios inferiores a los de los trabajadores alemanes e incluso eran obligados a prestar servicio durante más de diez horas al día.

Un par de años más tarde padecieron también los bombardeos de la aviación aliada sobre las principales ciudades alemanas. Aun así, no faltaban los jóvenes dispuestos a trabajar en esas dramáticas condiciones en el régimen de Hitler. Uno de ellos era un vigués de 20 años, Carmelo Suárez, que en una carta fechada en Vigo el 10 de enero de 1944 y dirigida a la Secretaría Técnica de la CIPETA, expresaba su deseo de ser contratado como "productor" en Alemania dada su condición de combatiente en Rusia con la División Azul, aunque por su edad no podía efectuar contratos todavía.

Un buen número de los "esclavos" gallegos de Hitler trabajaron en fábricas de armamento, pero también en industrias de motores o electricidad, en los ferrocarriles o en hoteles. Pero también se dio el caso de quienes, una vez en Alemania, se vieron obligados a trabajar en las minas. La propaganda oficial, sin embargo, hablaba de que allí "ampliarán sus conocimientos especializados". Así lo recogía un artículo publicado en Faro el 2 de diciembre de 1941, firmado por Francisco Casares y titulado "Vanguardia del trabajo español en Alemania". El comentario hacía un encendido elogio de los trabajadores españoles que acudían al país centroeuropeo, a los que equiparaba con los que se alistaron en la División Azul: "Del mismo modo que los voluntarios de la División que bate al comunismo en las estepas maldecidas son la humana y testimonial embajada de una solidaridad de misión histórica, estos productores de las distintas regiones españolas serán el exponente vivo de un común entendimiento, de una inquebrantable amistad".

Veinticinco españoles fueron ejecutados

Pero lo que se presentaba como una oportunidad de ampliar conocimientos y de fraternidad con el pueblo alemán acabó mal. A finales de 1944, de los 10.569 emigrantes españoles sólo permanecían en Alemania 2.800; los demás habían regresado ya a España. Los que permanecieron en el país centroeuropeo fueron quienes peor lo pasaron cuando el régimen nazi comenzó a perder la guerra. Algunos sobrevivieron con pequeños hurtos. Peor suerte tuvieron los que murieron en los bombardeos de la aviación aliada o víctimas de la tuberculosis o el tifus. Además, veinticinco de ellos fueron fusilados por las autoridades alemanas por participar en protestas contra los nazis o por haber cometido algún robo, sin que sirvieran de nada las gestiones de la Embajada española para salvar sus vidas.

No faltaron tampoco quienes buscaron soluciones desesperadas, alistándose en un Ejército alemán acosado ya en todos los frentes. Los campos de concentración o de refugiados fueron también el destino final de algunos de esos emigrantes españoles. Hubo también ataques contra aquellos "productores" españoles que trabajaron para el Tercer Reich: el 15 de junio de 1945, la resistencia francesa atacó en la estación gala de Chambéry un tren en el que viajaban trabajadores españoles y sus familias. El asalto se saldó con una veintena de desaparecidos -algunos aparecieron después- y 71 heridos. Un triste epílogo a una aventura laboral que marcó la vida de miles de españoles.

Un maestro nacional se ofrecía para trabajar "de lo que sea"

  • "Soy Bachiller y Maestro Nacional y hablo y traduzco el francés. Estoy perfectamente entrenado en la organización y marcha de oficinas. A todo lo anterior he de añadir que, de vez en cuando, doy conferencias religioso-políticas-sociales, unas veces a los compañeros del Magisterio con motivo de la Fiesta del Libro, otras a los reclusos de la Prisión Provincial con motivo anterior y otras, y son las más frecuentes, a mis compañeros de las Juventudes de Acción Católica". Así se expresaba el ourensano Luis Pemán, de 21 años, en una carta fechada el 10 de noviembre de 1942 dirigida al presidente de la CIPETA, en la que expresaba su deseo de ir a trabajar a Alemania "de lo que sea".En su extensa misiva, según se recoge en el libro "Los esclavos españoles de Hitler",el joven residente en Ourense explicaba que había acudido a Vigo con el propósito de unirse a alguna de las expediciones que partían desde la ciudad, pero con tan mala suerte que ya habían salido hacia Alemania. Luis Pemán exponía también en su carta a la comisión su pasado político en defensa del régimen de Franco, citando incluso que se presentó voluntario "a los cinco días del Alzamiento". Asimismo, señalaba que se había presentado para formar parte de la División Azul, pero fue rechazado "por haber padecido una semiatrofia del brazo derecho".

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