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Autofagia

Autofagia

El Premio Nobel es una de esas curiosidades nórdicas que nunca dejará de sorprendernos. Para empezar, las disciplinas a las que se otorga son un poco extrañas: si hay un Nobel de Literatura, ¿por qué no hay otro de Música o de Artes Plásticas? Y si hay un Nobel de Física, ¿por qué no lo hay de Matemáticas? Los matemáticos, decepcionados ante la carencia, decidieron instaurar la Medalla Fields (en honor al matemático canadiense J.C. Fields) otorgada por la Unión Matemática Internacional cada cuatro años desde 1936. De alguna forma hay que arreglar el desaguisado que legó don Alfred Nobel a su muerte; y para eso hay otros premios ilustres, pero que suenan un poco a premios de consolación. Por ejemplo: ¿qué hubiera sido de la Generación del 27 sin el Premio Cervantes? Cuando le dieron el Nobel de Literatura a Vicente Aleixandre, a todos sus compañeros casi les da un telele: ya no cabía la posibilidad de que algún otro de los supervivientes llegara a la cima más alta de los galardones literarios. El Cervantes no dejó a ninguno (Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rafael Alberti) sin premiar, con el apremio que suponía la avanzada edad de tan ilustre pandilla. El que no se consuela es porque no quiere.

Más curiosidades. La mala conciencia de Alfred Nobel probablemente le impulsó a añadir a sus premios el de la Paz. Don Alfred fue el inventor de la dinamita y un próspero fabricante de armas pesadas: eso, suponemos, le quitaba el sueño. El prestigio del premio no se ha visto afectado por que algunos de los galardonados hayan sido gentes tan militaristas como Barack Obama, Henry Kissinger, Anwar Al-Sadat y Menahem Begin. (Sólo el líder vietnamita Le Duc Tho rechazó la distinción dada su condición de militar.) Este premio debe bastante a lo que hoy conocemos como geopolítica de alta gama, pero no siempre fue así. Cuando a la Academia sueca se le ocurrió dárselo a Winston Churchill, alguien en su sano juicio apuntó que había dirigido una nación en medio de una guerra de proporciones desconocidas hasta entonces. ¿Qué hacer pues? Nada, hombre, se le da el de Literatura por un churro de libro como Sangre, sudor y lágrimas y a otra cosa, mariposa.

El Nobel de Medicina -que es bastante más decente- ha recaído este año en el científico japonés Yoshinori Ohsumi por el descubrimiento de los mecanismos de la autofagia que, al parecer, es un proceso celular de defensa ciertamente complejo que tiene como escenario el interior del cuerpo humano. Y decimos 'al parecer' porque lo primero que se nos viene a la cabeza es que se trata de un sinónimo de 'autocanibalismo', como morderse las uñas, por ejemplo. No hacía falta que Yoshinori usara el microscopio para la tarea: con haber asistido a las maniobras orquestales en la oscuridad del PSOE en estos últimos días, ya hubiera tenido claro qué demonios es la dichosa autofagia.

@JulianSiniestro

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