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GALLEGOS EXTRAORDINARIOS

Juan Orol, el dudoso rey del cine negro

Lo calificaron como "el peor director del cine mexicano", pero las críticas jamás hicieron mella en este todo-terreno del séptimo arte que admiraba a los gánsters

Juan Orol, en su faceta de actor, en una de sus películas.

Había nacido Juan Orol García en O Ferrol el 4 de agosto de 1897 y, tras haber cursado los estudios básicos en la ciudad departamental, emigró muy joven a América, instalándose en primer término en Venezuela, luego en Cuba y México, después otra vez en Cuba y, ya más tarde, y de manera definitiva, nuevamente en México. Pero sería en el país caribeño donde efectivamente se inició en las artes escénicas como director artístico del Partido Nacional Revolucionario. Con una visita que efectuó a Hollywood a principios de los años treinta quedaría definitivamente prendado del cine, dejando atrás, por cierto, todo un rosario de oficios, cada cual más curioso: jugador de béisbol, mecánico, piloto de coches de carreras, boxeador, torero (con el apodo de "Esparterito") e incluso, aunque esto forme parte de la leyenda, agente secreto.

T r a s una breve experiencia en la radio, Juan Orol fundó en México la empresa Aspa Films dispuesto, en cuanto tuviese la menor oportunidad, a realizar en ese país las réplicas de las películas de gánsters que le habían fascinado, particularmente las protagonizadas por sus admirados James Cagney y Richard Widmark. Su trayectoria como realizador comenzó en 1934 codirigiendo "Mujeres sin alma", aunque sería con su siguiente film, "Madre querida" (1935) con el que obtiene un éxito comercial tan inesperado cual insospechado. De este largometraje, escribiría el crítico Emilio García Riera que "filmada a toda prisa para ser estrenada el Día de la Madre en cines de segunda, esta cinta obtuvo un tremendo éxito de taquilla. Orol calculó el golpe: supo el efecto que tendrían escenas como cuando un profesor de una escuela pregunta a sus alumnos quién nos quiere más que nadie y los niños contestan nuestra madre; a partir de ahí, la vena sentimental de Orol se desbordaba sin que pudiera contenerla la más leve consideración de pudor o buen gusto, y el público humilde se dejaba arrastrar por ese camino sin advertir el humor involuntario que se desprendía inevitablemente de la trama oroliana".

Con respecto a "Madre querida", el crítico cinematográfico García Riera define a Orol como "este señor al que le dio por hacer películas y se salió con la suya" y que, refiriéndose a la citada obra, escribe que "era una verdadera tragedia de esas en que los artistas lloran a moco tendido y al espectador le hace sacar el pañuelo del bolsillo, así como también la plata en la taquilla (...) Debería estudiarse por qué una película tan mala puede interesarle a cierto público". La tal "Madre querida" estaba intepretada por la esposa de Juan Orol, Consuelo Moreno, primera de una serie de cinco cónyuges/musas a la que sucedieron las tambié actrices María Antonieta Pons, Rosa Carmina, Mary Esquivel y Dinorah Judith, a las que reservaba los papeles principales según con la cual estuviese unido sentimentalmente en cada momento.

Entre 1938 y 1950, Juan Orol se especializa preferentemente en dos géneros: el del cabaret y, por fin, el de gánsters. De esa etapa surgieron títulos como "Cruel destino", "Los misterios del hampa", "Pasiones tormentosas", "Tania, la bella salvaje", "El reino de los gánsters", "Gánsters contra charros" o "Cabaret Shangai", un ciclo que culmina con la trilogía constituida por "El infierno de los pobres", "Perdición de mujeres" y "Hombres sin alma".

Sin abandonar el cine negro, durante las décadas de los 60 y 70 el cineasta ferrolano amplió el espectro de los géneros de sus creaciones al western (más concretamente, al denominado chili-western) y a los films con la temática contracultural como el titulado "El fantástico mundo de los hippies".

La última película de Juan Orol fue "Ni modo...así somos" (1980). Fallecería ocho años después en la Ciudad de México. Rescatamos a continuación las póstumas líneas biográficas de la Galería de Cine Mexicano referidas a tan curioso personaje: "Cine de autor, churros o involuntarias caricaturas del cine negro de los Estados Unidos, el hecho es que las películas de Orol se encuentran en las filmotecas de varias naciones, e innegablemente generó su propia estética y público. En el ocaso de su existencia, solo, retirado del cine y en quiebra, en 1981 Gregorio Walesrstein promovió un fideicomiso para aligerar sus problemas económicos".

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