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NOTICIAS DEL SUBMUNDO

Bilocación

Bilocación

San Alfonso María de Ligorio -uno de esos visionarios que parecen haber escogido su nombre en un catálogo de nombres molones para santos- entró un buen día en trance mientras se preparaba para una misa. Cuando salió del globo, dijo que había visitado la cabecera de fallecimiento del papa Clemente XIV, que estaba palmando por aquellos días de finales de 1774. Esto, hermanas y hermanos, se llama bilocación. Y consiste en la extraña facultad que permite a una persona estar en dos sitios a la vez, ya sea por fenómenos paranormales, sobrenaturales o divinos. Es un chollo, vaya, porque eso nos permitiría a cualquiera estar jugando al mus en el bar y atracando un banco a la vez, por ejemplo. Alfonso de Ligorio no hizo eso -¡Dios nos libre de decir tal cosa!-, pero anticipó la posibilidad.

Alfonso, nuestro hombre de hoy, después del episodio narrado, sobrevivió hasta 1787, el año en el que se promulgó la Constitución de los Estados Unidos de América. Antes las había pasado putas, en la salud y en la enfermedad, con la Iglesia misma y con sus colegas de la Congregación del Santísimo Redentor, que había fundado él mismo y de la que fue expulsado a patadas en el culo. La bilocación es lo que tiene: el desagradecimiento. La enfermedad de Alfonso no fue moco de pavo; tampoco lo fue la vida de su cuerpo después de la muerte: ahí está, incorrupto como él solo, en la basílica que lleva su nombre en Pagani (¡hay que joderse con el nombre!) en Italia.

Estar en dos sitios a la vez no es fácil, tal y como nos lo demuestra Alfonso. Requiere la habilidad de un carterista para robar lo que haga falta. El presidente Roosevelt -y, años después, Nixon- marcaron la economía mundial con una bilocación de moneda y papel de la que ya hablábamos la semana pasada en este Submundo. A ello habría que añadir el oro, que actualmente ya no es el patrón que se manejó en el siglo XX. Bilocación o barbarie: esa es la cuestión.

Bueno, estar en dos sitios (o tres, o cuatro, o los que haga falta) a la vez, tampoco es tan difícil. Nadie sabe cómo llegan, pongamos por caso, los aviones belgas a Siria cargados de bombas. Vale que ya no esté el rey Balduino -ese que abdicó durante un día para no firmar la ley del aborto de Bélgica-, pero en Alepo muere la población civil como chinches. (Lo que hicieron sus militares en el Congo belga -hoy Zaire- mejor lo dejamos para otro día.) Las bases ignotas, los portaviones nucleares, los submarinos sin puerto? Un mundo de bilocación, sin duda.

O multilocación, que la palabra también existe. Tampoco es tan difícil de entender: están las pantalla de plasma y esas cosas para explicarlo.

En fin: el día de San Ramón está a la vuelta de la esquina y con él se acaba el verano, el Celta pierde de entrada, habrá elecciones el 25 de diciembre? ¡San Alfonso María, patrón de confesores y moralistas, intercede por nosotros!

@JulianSiniestro

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