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ESTELAUna viguesa en busca del Big Bang

La viguesa Begoña Vila, galardonada por la agencia estadounidense, es una de las principales artífices del mayor telescopio espacial de la historia

Begoña Vila ante el instrumento FGS, del que es responsable, en la cámara donde realizaron las pruebas frías en Canadá.

Son las 8 de la mañana y la astrofísica viguesa Begoña Vila se dirige a las instalaciones de la NASA situadas A 10 kilómetros de Washington D.C. Tras pasar los pertinentes controles de seguridad, llega a su oficina en los edificios destinados al proyecto del telescopio espacial "James Webb". Las medidas de seguridad en el Goddard Space Flight Center (GSFC) son máximas. "Aunque el telescopio es un proyecto científico, por su dimensión está bajo el protocolo de arms trafficking, de tráfico de armas. No podemos difundir determinadas fotos o informaciones relacionadas con alta tecnología", explica Begoña.

Así comienza un día de trabajo de Begoña Vila Costas (Vigo, 1963), responsable de Sistemas de dos de los cinco instrumentos del telescopio "James Webb", que será lanzado al espacio en 2018 con la misión de estudiar el nacimiento y evolución de las galaxias y la formación de estrellas y planetas, incluidas las primeras estrellas que se formaron en el Universo tras el Big Bang.

Casada y madre de tres hijos, la astrofísica gallega es una de las pioneras del proyecto de un telescopio que sustituirá al "Hubble" y que, a diferencia del anterior, podrá visualizar con infrarrojos. Begoña Vila recibirá el próximo 14 de septiembre la "Exceptional Public Achievement Medal" de la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) por su trabajo como responsable del Fine Guidance Sensor del futuro telescopio espacial. Se trata de un instrumento de guía cuyo objetivo es garantizar la máxima precisión en la toma de imágenes cuando se produzca el lanzamiento del telescopio.

Begoña Vila comenzó a trabajar en el instrumento Fine Guidance Sensor en el año 2006, primero con la Agencia Canadiense y desde el año 2012 ya directamente en la NASA. "Por haber participado en el diseño y en las pruebas iniciales soy la que más sabe de este instrumento de precisión", comenta la astrofísica gallega. En las instalaciones del Goddard Space Flight Center trabajan más de 15.000 personas. Vila comienza su jornada laboral poco después de las 8 de la mañana, come en las propias instalaciones de la NASA y continúa con las investigaciones hasta las 6.30 de la tarde, aunque reconoce que a veces se lleva también trabajo a casa, "también algún fin de semana".

Para acceder a las instalaciones hay una serie de medidas de seguridad. "Una vez que estás dentro, solo puedes acceder a determinados edificios, no a todos". La mayor parte de los investigadores son estadounidenses, pero como en el proyecto colaboran también la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Espacial Europea, "cuando tenemos que hacer una prueba fría o de acústica vienen las personas que han construido cada uno de los elementos, tanto europeos como canadienses".

Además de ingeniera jefe de Sistemas del instrumento de guía, la astrofísica gallega es también la jefa de Sistemas del "Niriss", un instrumento de ciencia que hace espectros de imágenes. Ambos instrumentos están montados en la misma estructura. "Yo trabajo en el grupo de Sistemas -apunta-. No tengo directamente personas a mi cargo, pero puedo solicitar ayuda a los distintos grupos de trabajo: mecánicos, software, electrónicos, ópticos? No están a mis órdenes pero tienen que responder si solicito su colaboración. Y viceversa, si ellos necesitan algo de nuestro grupo soy su punto de contacto. Hay mucha colaboración. Además, como yo coordiné la última prueba fría, hablas con todos los técnicos de ese área". La cámara fría duplica las condiciones que tendrá el telescopio en el espacio. Pone los instrumentos al vacío y a una temperatura muy baja, -230 C, como operarán en órbita. "Esto es muy importante porque tenemos que verificar que todo funciona en esas condiciones extremas para todos los materiales del telescopio y para los detectores", afirma.

Precisión extrema

Por las características de las observaciones que hará el telescopio, que se remontan a las primeras estrellas que se formaron en el universo tras el Big Bang, "tenemos que mantenerlo todo muy fijo, para que no se mueva; necesitamos una precisión mucho más alta, y ahí es donde interviene el Fine Guidance Sensor", explica Begoña Vila. El aparato es fundamental para todo el observatorio, porque cuando se vaya a observar una determinada estrella, "lo que hace falta es mantener primero la observación siempre en la misma posición. Hay millones de pixeles y nosotros en la cámara garantizamos la precisión con la veinteava parte de un pixel, algo muy, muy preciso", añade la astrofísica. A partir de ese momento es cuando pueden intervenir el resto de los instrumentos.

En cuanto al "Niriss", se trata de un instrumento que dispone de un par de ruedas que tienen filtros con distintas longitudes de onda, como las cámaras, "la diferencia -apunta Vila Costas- estriba en que son todos filtros para infrarrojo. Además tiene un prisma con una especie de rendija que permite hacer espectros. El espectro divide la luz que recibes en cada uno de sus componentes; de esa forma puedes conocer la composición química de lo que estás observando. Tiene además otra función que permite ocultar el sol para poder detectar planetas orbitando otra estrella".

Y para describir la forma de unos instrumentos tremendamente sofisticados, la astrofísica viguesa recurre a una comparación casera: "Imaginemos una mesa, en la parte de arriba está el instrumento de guía, que en realidad son dos totalmente independientes, porque es necesario tener una alternativa en el caso de que uno fallase. Y enganchado en la parte de debajo de la mesa está el otro instrumento, el de ciencia".

Estos instrumentos van montados en la parte posterior de los espejos del telescopio "James Webb", que son espectaculares. "Están hechos de berilio y brillan porque están recubiertos de oro. Su diseño es todo un logro científico increíble; no podíamos enviar un espejo grande porque no entraría dentro del cohete, por lo que tenemos 18 espejos más pequeños que se después se van abriendo y se alinearán de tal forma que se conviertan en uno solo".

Los espejos son espectaculares, pero lo importante del telescopio es lo que no se ve. "El espejo recoge la luz, pero si no tienes los instrumentos es imposible conseguir ningún dato", explica Vila. A la hora de trabajar en los instrumentos, lo prioritario es evitar cualquier tipo de contaminación. En las instalaciones cuentan con una de las cámaras limpias o Cleanroom más grandes del mundo. "Es una cámara más limpia que un hospital; no en cuanto a gérmenes, sino en limpieza, porque una de las perores cosas que puedes hacerle a un instrumento que vas a lanzar al espacio es ponerle cualquier partícula de polvo o de grasa, porque reduciría la luz de ese instrumento".

Cuando trabajan con ellos, los instrumentos deben estar siempre dentro de esa cámara limpia. Por eso los investigadores deben llevar unos trajes especiales. "Cuando los quieren llevar a la cámara fría -añade Begoña Vila-, o cuando quieres hacer las pruebas de vibración -en el cohete el telescopio va a vibrar un montón- entonces hay que cubrirlos con un material especial". Cuando está abierto el telescopio, el tamaño de la pantalla solar es similar al de una pista de tenis. El espejo grande mide 6 metros y medio.

En febrero del próximo año, el proyecto en el que trabaja la astrofísica viguesa se trasladará al centro de la NASA en Houston, famoso por las misiones Apolo, "porque ellos tienen una cámara fría más grande, donde haremos una prueba fría con los espejos y los instrumentos juntos". Y a finales de 2017 se trasladarán a California, donde colocarán la pantalla solar grande, ya en la última parte de la construcción del telescopio. Una vez concluido, el telescopio se llevará en barco, cruzando el Canal de Panamá, hasta la Guayana francesa, donde en 2018 está previsto realizar el lanzamiento del satélite en un cohete Ariane 5, otra contribución de la Agencia Espacial Europea. "Trabajamos también con ellos -añade- para conocer diversos aspectos relacionados con el lanzamiento, como cuánta masa puede llevar, cuál es el centro de gravedad o la vibración que tolera".

Desayuno "español"

Antes de acudir a las instalaciones de la NASA, Begoña Vila se toma un buen "desayuno español, con mi café con leche, mi tostada y mi zumo de naranja. El café, por supuesto, express; no me gusta nada el café americano. La comida normalmente la llevas de casa al trabajo; allí el plato más fuerte es la cena, no la comida, porque no se para el trabajo al mediodía como en España".

Sus tres hijos, de 19, 21 y 23 años, estudian en la Universidad. Aunque ella tuvo que trasladarse a Estados Unidos para continuar trabajando, su marido y sus hijos siguen viviendo en Canadá. "Y mis padres y hermanos residen aquí, en Vigo. O sea, que estamos un poco separados", bromea.

Aunque el trabajo es absorbente, Begoña saca también algo de tiempo para sus aficiones. Le gusta mucho leer y "toco algo el piano, aunque apenas lo practico; me gusta mucho la música y bailar". También procura hacer un poco de ejercicio físico: caminar, gimnasio, algo de yoga... De las comidas gallegas echa de menos el marisco y el pulpo. "Allí hay unas nécoras que son azules y el sabor es muy distinto del de las gallegas. Y siempre echo de menos las tertulias en la mesa con motivo de la comida, sobre todo como ahora aquí con la familia y los amigos".

Lleva de vacaciones dos semanas y media -estos últimos días en Vigo, con sus padres-, y ahora regresa a Estados Unidos para volver al trabajo y recoger la medalla con la que la NASA reconoce su labor en un proyecto que marcará el futuro de la investigación espacial.

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