El cronista Javier Pérez Andújar,catalán enfrentado al proceso soberanista, ha sido elegido por la Corporación de la Colau para dar el pregón de la Mercé y, como era de esperar, ya esta siendo víctima de una caza de esas brujas en cuyas escobas voladoras ondea una bandera estelada y cuyo grito mágico es "¡Espanyansroba!". Dar un pregón del Cristo en Vigo, como lo acaba de hacer el empresario Fonseca Moretón, es fácil aunque no creas en Dios pero al pobre Andújar le van a quemar en la pira funeraria del catanacionalismo por no creer en la patria. Entre algunos medios y articulistas independentistas del "nou país" y, sobre todo, en ese patio vecinal en el que todos caben y todo vale que es la red social Twitter, le van a despellejar a este cronista que se atrevió a escribir de la Diada multitudinaria de 2014 que era un parque temático y que describió a los participantes como "gente con sandalias y pantalones semicortos, hombres fondones con barba y barretina, jóvenes de comarcas con patillas largas, niñas comiendo bolsas de patatas fritas y la estelada a modo de capa".
Dar un pregón es un arte nada fácil pero hacerlo en Catadisney sin ser afecto al régimen es asegurar,como en la Copa a Felipe VI, que vayan a silbarte gentes de pocas luces, movida por emociones y no razones como el psicótico y actor Toni Albá o carajilleros charnacionalistas como Eduardo Reyes, perteneciente a una de esas asociaciones de castellanohablantes partidarias de la separación que se olvidan de quienes fueron sus padres, andaluces, extremeños o manchegos. Hay un modo de saber si estás o no en el buen camino dentro de esa pugna desfallecedora que se vive en Cataluña y es que te critique la obsesiva nacionalista Pilar Rahola, con la que tuve el placer de comer en Vigo y es una atractiva compañía siempre que no le toques la bicha porque se desmelena. Andújar lo ha conseguido. Claro, el problema de este pregonero nacido en Sant Adriá del Besós es que, aunque nunca lo ha escrito ni dicho, apuesto que piensa que el nacionalismo soberanista no es más que un grano purulento del siglo XIX en el culo del siglo XXI, y ese no es buen bagaje para sobrevivir a un pregón de la Mercé,y más si sospechan que eres de los que creen que la consulta al pueblo no fue más que un neverendum, el referendum de la señorita Pepis, un butifarrendum como dicen los traidores y malvados catalanes que se sienten españoles.
Yo no podría ser pregonero en la Mercé porque se me notaría la pluma españolista, como se le ve la suya a un gay aunque no haya salido del armario.Y eso que lo he pregonado todo menos la vida eterna, desde el chuletón de Moaña a la cigala de Marín, desde la ostra de Arcade al choco de Redondela,desde la vieira de Bueu a las cerezas de Beade, desde los mejillones de Chapela a los vino de Salvaterra,desde el marisco del Berbés al bacalao de Ponteareas,sin olvidar las fiestas de Bouzas, el Xan Carallás de Redondela, la Semana Cultural de Figueiró, el Carnaval de Vigo y más que no cuento. Nunca tuve incidentes en mis pregones aún dando alguno en castellano salvo en Moaña en donde, en medio de la perorata que defendía las virtudes de su chuletón, mientras levantaba la mano para dar empaque a mi discurso oí una voz poderosa que gritaba: "¡Pero si aquí ya no queda ganado, chaval!". Un listillo que decía la verdad y vino a dejar mal al pregonero a pesar de que yo mentía sin cobrar por ello. Por eso dije que solo me faltaba pregonar la vida eterna, y el pregón del Cristo que celebramos hoy en Vigo sería un buen ensayo porque el Cristo es una forma legendaria y popular de Dios y Dios es en teología infinitud, eternidad toda.
Aquí puede hacer un pregón del Cristo hasta un ateo porque los gallegos somos gente de buenas tragaderas, pero que dé el de la Mercé un tipo que no cree en la patria catadsisney es en Cataluña un difícil ejercicio y ese es el caso de Andújar. Leo "Dioses útiles" , el último libro del historiador preclaro Álvarez Junco, referido a los nacionalismos. Hasta que los historiadores, incapaces de desactivar el potencial destructivo del ultranacionalismo, consigan al menos desacralizar a la nación obligándola a descender del cielo de los mitos, a gente como Andújar le silbarán en sus pregones. Nuestro Cristo es cuestión de fe para unos y, para la mayoría, una cita con nuestra memoria común envuelta en cirios. Pero los gallegos no convertimos a Galicia en una sucursal de Dios vistiéndola con grandes palabras sacralizadoras de la nación. Puro sentidiño común. Y es que ya nuestros abuelos nos decían que "mentras falas, non comes".
