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Los 100 años del último superviviente del "Baleares"

Pese a estar encamado y ciego, el gallego Andrés Leonardo aún recuerda cada detalle de cómo se salvó del bombardeo que acabó con la mayoría de la tripulación del barco

Celebración de su 100 cumpleaños con sus hijos, dos de sus nietos y una de sus bisnietas, el pasado 7 de septiembre.

Ya no le sobran recuerdos, pero si hay algo que no ha olvidado, y que le acompañará hasta su muerte, fue lo que pasó en la madrugada de aquel 6 de marzo de 1938, cuando la escuadra republicana se apuntó una de sus más difundidas victorias sobre los nacionales al hundir a uno de los buques insignia de la armada franquista, el "Balearez": fallecieron (o desaparecieron) 787 tripulantes (entre ellos varios niños de entre 14 y 16 años alistados como los Flechas Navales) y se salvaron 436. Andrés Leonardo Martín, natural de Cedeira, fue uno de ellos, y lo que no podía sospechar es que, casi ochenta años después, se convirtiría en el último superviviente, el único testigo ya, sobrepasados los cien años de edad (cumplirá 101 el próximo día 7 de septiembre).

FARO DE VIGO hablaba con él hace poco más de tres años, cuando se cumplía el 75 aniversario del hundimiento del buque, pero en esta ocasión no pudo hacerlo: "Es que -nos cuenta su hija Consuelo Leonardo Rodríguez- desde hace unos meses no está en condiciones de mantener el hilo de una conversación, aunque que a veces nos sorprende con comentarios y reacciones muy lúcidas, especialmente cuando le viene a la cabeza lo del Baleares. En ese momento vuelve a contarnos los detalles de cómo se salvó. También le sigue apasionando el mar, cuando habla del mar se emociona".

Procedente de Italia, el "Baleares", al que acompañaban los también cruceros "Canarias" y "Almirante Cervera", sufrieron el 6 de marzo de 1938 en aguas de Cartagena un inesperado ataque de la flota republicana que les pilló absolutamente desprevenidos. Mientras el "Canarias" y el "Almirante Cervera", aunque tocados, consiguieron huir, el "Baleares" se partió en dos. Ante aquella dramática situación y al percatarse de que, a bordo, no había un solo chaleco salvavidas, "decidí -nos contaba Leonardo- romper la caja de guardaba una mascara antigás y cogerla para ver si me podía servir para algo cuando me lanzase al mar". Entretanto, el buque inglés Kempelfelt intentaba acercarse al barco español siniestrado y algunos de sus compañeros saltaban y conseguían alcanzar la cubierta, pero otros caían al agua. El gallego esperó antes de tirarse y "cuando vi que el Kempelfelt retrocedía y se iba, antes de que estuviese demasiado lejos opté por lanzarme al mar, dejando atrás la máscara de gas, y nadé hasta separame lo mas posible del Baleares, que se hundía irremisiblemente". Por suerte para Leonardo, un bote de Kempelfelt lo recogió, pero su pesadilla no había terminado porque un remolino de las hélices provocó que el bote donde iba diese la vuelta y se quedase boca abajo. "Un compañero y yo -recordaba este superviviente- nos volvimos a tirar al mar y nadamos hasta donde se encontraban los ingleses que viajaban en el bote porque intuíamos que sus compañeros no los iban a dejar atrás". Y así fue. Desde el Kempelfelt se lanzó un nuevo bote de rescate y embarcó a los náufragos a bordo del destructor. Eran las seis de la mañana y el primer torpedo que había alcanzado al Baleares se había lanzado a las 2.15 horas de la madrugada. Horas más tarde, el buque britanico trasladaba a los supervivientes españoles al "Canarias".

Fue mientras huía nadando de los peligrosos restos del crucero desde donde Andrés Leonardo vio y oyó los sonidos e imágenes que le han quedado grabadas a fuego, las que más recuerda en su, ahora, débil memoria: "Oía los gritos de los compañeros vivos que se habían quedado en el barco y se hundían con él; y, a mi alrededor, en el mar, veía hombres que se hundían unos enganchados a otros porque los que no sabían nadar se empeñaban en agarrase a los que sí sabían, y el resultado era que casi siempre acababan hundiéndose todos".

Después de la guerra, Andrés Leonardo Martínez se pasó 30 años intentando encontrar a otros gallegos que estaban con él en el Baleares (se estima que nos cien) y que hubiesen sobrevivido, pero no lo consiguió. Ni lo conseguirñá porque, a día de hoy, Andrés es el único supervivente incluso entre los que aquella trágica madrugada se salvaron.

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