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La misión más global

De izquierda a derecha, José Cruz Jiménez, Luis Godoy, Pari Brokanloui, Elena Cartea (directora de la Misión Biológica de Galicia) y Marlon Caicedo, en uno de los invernaderos del centro pontevedrés.

La Misión Biológica de Galicia (MBG) se ha convertido en los últimos años en un centro de referencia para estudiantes de doctorado de América del Sur, Asia y África. Por sus instalaciones de Salcedo, en Pontevedra, han pasado investigadores de Egipto, Senegal, México, Argelia, Ecuador, Irán, Paraguay€ "El prestigio de nuestro centro en diversas áreas de investigación es indudable, de ahí que estudiantes de todo el mundo quieran formarse con nosotros, sobre todo en cuestiones de mejora genética, donde somos una referencia; sin olvidar el aval que supone el sello del CSIC", comenta la directora de la MBG, Elena Cartea González.

El centro de investigación pontevedrés siempre ha sido receptivo a la llegada de estudiantes de diversos países y apoya la capacidad formativa de esos alumnos. "Tenemos una relación especial con estudiantes de Sudamérica, donde los cultivos de maíz y judías son importantísimos. Ponemos todos nuestros equipamientos y laboratorios a disposición de estos estudiantes para que se formen en las cuestiones en las que nuestros grupos tienen experiencia y posteriormente pueda n extrapolar dicho conocimiento a su país", añade la responsable de la Misión Biológica. No todos los estudiantes extranjeros que se forman en la MBG permanecen en Pontevedra el mismo tiempo. Los alumnos que preparan el doctorado suelen estar tres o cuatro años, mientras que otros permanecen dos o tres meses para realizar un máster, e incluso menos tiempo si se trata de realizar experimentos muy concretos.

En la actualidad se forman en las instalaciones de Salcedo estudiantes de México, Ecuador e Irán, pero en años anteriores también pasaron por el centro pontevedrés dependiente del CSIC alumnos de Egipto, Argelia o Senegal, por citar algunos ejemplos. Tras formarse en los laboratorios de la MBG, la mayoría de estos estudiantes vuelven a sus países de origen para desarrollar su trabajo en organismos públicos o privados. "En algunos casos -explica Elena Cartea- seguimos manteniendo contacto para realizar proyectos de investigación conjuntos; es otra de las ventajas de este tipo de formación". La directora del centro pontevedrés insiste en la importancia de especies como el maíz o las judías en la agricultura de los países sudamericanos.

De Irán a Pontevedra

Pari Brokanloui, alumna de la Universidad de Teherán, es una joven iraní becada por el Programa Erasmus Mundus para realizar su tesis doctoral sobre patógenos en plantas de brásicas. Formada en Fitopatología, su investigación se centra en el estudio del papel de metabolitos secundarios, como los compuestos glucosinolatos, para evitar enfermedades en los cultivos de brásicas como los repollos o las berzas. Se trata de sustancias de las plantas que son antibióticos naturales. Pari Brokanloui, natural del Kurdistán iraní, lleva desde enero en Galicia y ya va entendiendo el español, aunque de momento no lo habla. El Grupo de Genética, Mejora y Bioquímica de Brásicas de la MBG, donde se forma Pari Brokanloui, centra sus investigaciones en el estudio de los mecanismos que los cultivos de brásicas emplean para hacer frente a diferentes tipos de estreses.

Una publicación de Margarita Lema, profesora de la Facultad de Biología de la Universidad de Santiago, fue lo que movió a esta joven iraní de 29 años a realizar sus investigaciones en la Misión Biológica de Galicia. Vive con su marido en Pontevedra y está muy contenta, tanto por la labor que desarrolla en el centro del CSIC como por haber descubierto una cultura como la española, que le ha sorprendido gratamente. "Aquí se trabaja mucho y la gente es muy cercana. El paisaje es precioso y se come muy bien", resume Pari Brokanloui. Su tutora en la MBG, Pilar Soengas, señala que se ha adaptado muy bien a la forma de vida en España y a las comidas: le encanta la tortilla española.

Brokanloui estará en Galicia hasta 2018 y su objetivo es regresar a Irán para continuar allí con sus investigaciones sobre patógenos. Sobre la agricultura en su país señala que "en el Norte hay muchos árboles frutales, porque llueve mucho; el clima del Sur es más tropical y al Este se encuentra la zona desértica". Añade que la investigación sobre cultivos está bastante desarrollada en Irán.

El Grupo de Genética y Mejora de Maíz, dedicado al estudio de los mecanismos genéticos que controlan la resistencia a estreses, la calidad y la producción de este cultivo, dirige en la actualidad dos tesis doctorales de estudiantes de Hispanoamérica. El mexicano José Cruz Jiménez Galindo se está formado en la MBG sobre los mecanismos genéticos que regulan la resistencia del maíz a la plaga de los taladros y su relación con el rendimiento del cultivo. Por su parte, el ecuatoriano Marlon Caicedo Villafuerte realiza su tesis doctoral sobre la mejora genética del maíz, en concreto, en el estudio de fenómeno de senescencia retardada y su efecto sobre el rendimiento del cultivo tanto en grano como en biomasa.

José Cruz Jiménez lleva dos años y medio en Pontevedra, donde vive con su mujer y sus dos hijos, y pretende especializarse en cuestiones de genética relacionadas con el maíz y el frijol, dos cultivos de gran importancia en su país. Destaca "el excelente nivel de los investigadores de la Misión Biológica en genética". En México trabaja en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) del Estado Federal, y una vez obtenido el doctorado espera volver a su país "para seguir trabajando y obtener mayor rendimiento de esos cultivos".

Marlon Caicedo trabaja en el Instituto de Investigación Agropecuaria (Iniap) de Ecuador, lleva casi dos años en Galicia y antes había hecho un máster en Zaragoza. En la investigación actual busca alargar la vida y la calidad del maíz, un cultivo también de gran importancia en su país. Marlon tiene a su mujer y a sus tres hijos en Ecuador, por lo que está deseando terminar su tesis doctoral para reunirse con ellos en su país. Extraña también a los amigos "y algunas comidas", pero reconoce que para él es muy importante formarse y aprender "la dinámica de trabajo de un centro de tanto prestigio como la Misión Biológica de Galicia".

También ecuatoriano, Luis Godoy realiza su tesis doctoral sobre el análisis genético de la resistencia raza-específica a Pseudomonas syringae pv. phaseolicola (Psp), agente causal de la bacteriosis de halo en judía. Cuenta con una beca del Gobierno de su país y se forma desde hace casi cuatro años en el Grupo de Biología de Agrosistemas, dedicado al estudio genético del desarrollo del fruto y la respuesta a fotoperiodo en judía común y las interacciones de las plantas y su agrosistema en leguminosas. Luis, que trabajaba en la Universidad Técnica estatal de Quevedo (Ecuador) vive con su mujer en Pontevedra, donde se han adaptado perfectamente. "Es una ciudad tranquila, donde puedes ir andando a cualquier sitio. La gente en Galicia es muy amable", apunta este joven ecuatoriano, al que le encanta "el pulpo y el churrasco".

Por otra parte, recientemente se doctoró en la Universidad de Vigo Orlando Noldón Almirón, de Paraguay. Su investigación versó sobre la variabilidad fenotípica y molecular de poblaciones paraguayas de maíz.Ahora ha iniciado en su país un programa de mejora de maíz para salvaguardar y mejorar la raza del harinoso Avati Morotî, base de la alimentación de los indios guaraníes.

95 años de investigación científica

  • La Misión Biológica de Galicia fue creada en abril de 1921 por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, presidida por el Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal. Hasta 1926 se ubicó en la Escuela de Veterinaria de Santiago de Compostela, con Cruz Gallástegui como director. En 1927, gracias a la Diputación de Pontevedra, la Misión encuentra una nueva sede la pontevedresa Finca la Tablada y más tarde en la finca y Palacio que fue del Arzobispo Malvar en Salcedo, a 3 kilómetros del centro de la ciudad, donde se encuentra en la actualidad. En 1939, tras la guerra civil, la Misión Biológica pasó a depender del recién creado Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El centro cuenta en la actualidad con 14 científicos de plantilla y 8 investigadores postdoctorales. Los trabajos de investigación se centran en los principales cultivos de Galicia e incluyen diversos aspectos de conservación y caracterización de recursos fitogenéticos, mejora, genética y resistencia a estreses del maíz, vid, judía, guisante y brásicas.

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