El concello pontevedrés de Vila de Cruces está rodeado de atractivos naturales, culturales y gastronómicos, con el gallo de corral como una de sus enseñas. Una de sus parroquias, Merza, vive casi a orillas de las cascadas de mayor caída de Galicia, las do Toxa, un monumento de piedra y agua enclavado en un mágico lugar ya conocido por los monjes del cercano Mosteiro de Carboeiro, una de las obras cumbre del románico ojival en Galicia. En este cautivador entorno se encuentra Casa Goris, una construcción de muros centenarios y generoso jardín en la que disfrutar de la cocina tradicional gallega es toda una experiencia para los sentidos.
José Antonio Ramos y Esther Pena están al frente de esta casona de más de doscientos años convertida desde 1994 en establecimiento rural con encanto en el que se siente la armonía con la naturaleza. A su cuidada decoración y a sus hermosos espacios verdes suma una gastronomía basada en el producto autóctono y de temporada cocinado con esmero. Aquí la materia prima de la tierra es la protagonista en la mesa en cualquier momento que los comensales lo dispongan, puesto que las comidas son por encargo, con platos sabrosos del recetario tradicional que pueden ir variando en función de las estaciones. Si en invierno el cocido es uno de los protagonistas, en verano pueden ser los pescados, además del gallináceo cruceño presente en la mesa todo el año, pues el gallo de corral es manjar de siempre en Vila de Cruces.
Casa Goris reafirma la importancia del producto propio, y así, entre sus elaboraciones se encuentran platos emblemáticos como el referido gallo de corral (que aparece más abajo como receta, un auténtico manjar de la zona cocinado a fuego lento), cocido, bacalao a la gallega o rabo de vaca de Bandeira (otra de las especialidades), entre otros manjares de un catálogo que está en función de los gustos de los comensales, aunque son muchos los que se rinden a los sabios consejos gastronómicos de José Antonio y Esther, que proponen también culminar una buena comida con postres tan apetecibles como unas filloas á pedra o tartas caseras. Todas estas suculencias se acompañan de una carta de vinos con numerosas referencias. Además de buena mesa, Casa Goris ofrece cálidas habitaciones en las que el detalle, la comodidad y la tradición conviven en armonía.
