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Conducción eficiente

Segundo capítulo dedicado a la aceleración y al cambio de marchas y su utilización

Manejar las revoluciones y la velocidad son claves para una conducción eficiente. // R.R.

Nuestra forma de conducir influye directamente en el consumo de combustible de nuestro vehículo. Saber el momento idóneo para cambiar de velocidad, y el nivel de revoluciones, son armas claves para una conducción eficiente.

A la hora de utilización de las marchas, hay dos aspectos a tener en cuenta. El primero de ellos es el entorno de circulación. Habitualmente conducimos mayormente en núcleo urbano, por lo que además de respetar los límites de velocidad, trataremos de utilizar, en la medida de la posible la cuarta y la quinta velocidad. La reducción en el consumo es importante, ya que los estudios indican que para un motor de 1.2 litros, el consumo podría reducirse en casi un litro de circular en tercera velocidad a quinta.

Este uso de marchas largas, debe combinarse con una conducción a bajas revoluciones, lo que redundará en una conducción eficiente y con bajas emisiones de gases contaminantes.

Cada uno de nosotros tiene una forma de conducir, y nunca encontraremos dos conductores que lo hagan de la misma forma. Sin embargo hay unos parámetros por los que nos podemos guiar. Para vehículo diésel, lo ideal es llevar el coche entre las 1500 y 2000 rpm, mientras que en los gasolina los parámetros son entre 2000 y 25000 rpm.

La semana pasada decíamos cambiar a segunda tras recorrer seis metros o tras dos segundos. El cambio a tercera debería hacerse a partir de los 30 Km/h. Cambiar a cuarta a unos 40 Km/h;_mientras que a 50 Km/h deberíamos subir a quinta, pasando a sexta a partir de sesenta. Ojo, y siempre acelerando tras el cambio de marcha.

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