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Memorias

Manuel Varela Novo : "Viví en la salud mental el paso del electroshock a la pastilla curalotodo"

Es uno de los pioneros de la Medicina y Psicopatología Laboral. Fundador del Gabinete de Higiene y Seguridad en el Trabajo de Rande

Manuel Varela Novo : "Viví en la salud mental el paso del electroshock a la pastilla curalotodo"

>> Uno de sus libros referenciales de su adolescencia fue Cuerpos y almas, de Van der Meersch, aunque cuando lo leyó no sabía que su vida iba a estar pendiente de ambas realidades o del supuesto de que fueran solo una. Ferrolano nacido en la República que trajo una guerra civil a su infancia y que hizo toda su vida profesional en Vigo, su inicial práctica forense le permitió conocer bien la fenomenología de los cuerpos, y la psiquiátrica entrar a fondo en los territorios movedizos de la almas aunque las llamen psique. La irrupción en España de la industrialización entre los 50 y 60 con el trasvase campo-ciudad, la automatización industrial y el trabajo en cadena le hicieron ser pionero entre nosotros de la atención a la psicopatología laboral y actor principal en la creación en Vigo de un emblemático Centro de Medicina e Higiene en el Trabajo. Una dedicación que le levó mundo adelante por estudios y congresos y a múltiples responsabilidades como la representación de España en la Comisión Internacional de Salud Ocupacional. Hoy, a sus 85 años, con 3 hijas y varios nietos, sigue atento a todas las fluctuaciones del concepto de enfermedad, de enfermos y de la misma psiquiatría. Así cuenta su vida.

>> "Nací en Ferrol en 1931 con ancestros campesinos, madre de educación avanzada para la época y padre maquinista de la Armada. Ya llovió desde aquella. Ferrol tenía cultura mixta de influencia inglesa. Recuerdo bien que mi padre tocaba muy bien la guitarra de concierto e impregnó mis estudios con Turina, Tárrega, Falla etc€. Fuimos 4 hermanos, dos fallecieron recientemente, Antonio y Teresa, y quedamos el mayor que soy yo y la menor , Pilar, religiosa de las Esclavas, destinada en Jerez.

Tengo un vago recuerdo de la guerra civil: refugiados en escaleras de casa, algún cristal roto, soldados por la calle... Finalizada la guerra, en San Fernando, mi padre era profesor de la Escuela Naval, y yo tengo grabado el hambre existente en el pueblo, el recuerdo de la gente a los boniatos, algarroba, higos chumbos y pajaritos fritos, los suicidios, las negras calaveras con sus correspondientes tibias pintadas en las puertas de fallecidos de tifus exantemático ( piojo verde )... Desfilaban cadáveres en parihuelas triangulares o en coches de caballos con negros penachos. Ignoro si aquellos tanatológicos recuerdos despertaron mi inquietud médica forense o psiquiátrica".

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>> "Comenzado el bachillerato mi hermano, Antonio, y yo estudiamos en Tirso de Molina en Ferrol. De aquella época La boda de Chon Recalde de Torrente Ballester, explica cómo era nuestra vida. Tuve muy buenos amigos en ese periodo, como Banet Díez, luego cirujano en Madrid, Sánchez Lage, tocoginecólogo en Ferrol, Navarro García Barón de la Cruz de Built, hasta hace poco Director del Museo de la Sanidad, José Fiaño, cirujano que más tarde en Vigo tendría en el Calvario calle con su nombre promovida por el vecindario, Fernández Areal, aunque no médico, catedrático emérito de la Universidad de Vigo... y otros amigos que la vida fue dispersando. El comienzo de la carrera, con 16 años, discurrió alimentada por la Casa de la Troya, en la que me albergué unos 15 días, la novela Cuerpos y Almas de Maxence Van de Berg. La Historia de St. Michelle, de Axel Munche, La incógnita del hombre de Alexis Carrel... Por supuesto, también aquella colección Austral preñada de generación del 98, André Maurois, los imprescindibles Ramón y Cajal y Marañón... sin que faltara La Codorniz. Época matizada por la cartilla de racionamiento, en que en Santiago el tiempo libre se alimentaba con coctails futuristas del Carballeira, té baile en el Compostela, lluvia, feria los jueves en la Alameda, "vasos" de vino Rueda en el Submarino y otras entidades de ocio en el Franco. Soportales arriba abajo en Rúa del Villar. Profesionales del antiguo oficio aposentadas en Rapa da Folla y Pombal".

>> "Un momento de la etapa santiaguesa en Medicina, preñado de emotividad, fue la liberación de la Anatomía, una amenaza desde el primer día y causa fulminante, para algunos, de cambio de carrera. Fontán,catedrático, solía examinar, por la noche, en una mesa de disección de mortecina luz. Mi promoción fue bien motivada por nuevos catedráticos. Domínguez para Fisiología, Bayo para Farmacología, Paris, de Psicología Médica, Suárez Perdiguero y los veteranos Villamil de Medicina Legal y Psiquiatría, con su Profesor Auxiliar Brenlla Losada. El Dr. Villamil también dictaba Psicología Industrial y Organización Científica del Trabajo en la carrera de Graduados Sociales. Introducía unas lecciones de Cibernética ¡hace 70 años¡ Aunque no fueran de Santiago cito a Díaz Bedia y Clavero del Campo, médicos de la Armada, que me permitieron practicar en la Enfermeria-Hospital de la Escuela Naval de Marín. Luís Bedia me introdujo en rudimentos quirúrgicos. y era también, por cierto, un virtuoso cocinero. ¿ Por qué no seguí sus pasos aunque ciertamente los desvirtué dedicándome a hacer autopsias?".

>> "El haber seguido la línea del profesor Villamil primero en la Facultad y luego en su Sanatorio San José de Vigo con el Dr. Martínez Díaz, ha sido la que marcó mi vida profesional. El ejercicio de la Medicina y más de la psiquiatría, era más que nunca tanto arte como ciencia. El recurso a Freud, Adler, Jung o Frankl, permitía utilizar metodología psicoanalítica a falta de fármacos. El no disponer de medicación efectiva cuando yo empezaba explica la reacción de protesta de algunos enfermos: Vou alí, fala comigo e non me da medicinas: é un roubo. Non me fai nada, solo fala e non da medicamentos, que clase de Medicina é esa? Coexistían el electroshock, coma insulínico y la apnea provocada por la inyección intravenosa de acetilcolina. Te deshacías intentando hacer psicoterapia y no la querían. Hoy, que disponemos de medicamentos eficaces, se exige lo que llaman terapia ¡cousas veredes! Las películas americanas tienen influencia mimética. Prefieren depender de las palabras que de fármacos. El enfermo les imputa toxicidad€¿y si tienen razón? según prospectos, internet, redes sociales y charlatanes incontrolados. En 1954 apareció el Largactil traído por Laborit médico de la marina francesa. Desencadenó una cascada de nuevos fármacos. Comenzó la liberación del electroshock. Tratábamos toda la neurología, desde tétanos, hasta Parálisis General Progresiva de la sífilis, meningitis, enfermedades sistematizadas del Sistema Nervioso Central, demencias. Constantemente se hacían punciones lumbares. El ejercicio profesional era complicado".

>> "Practiqué la Medicina Legal Forense una temporada con necropsias rudimentarias basadas prácticamente en el retrato hablado y peritajes. Hubo que esperar a Concheiro para dotar de cátedra a la Toxicología. La genética del catedrático Ángel Carracedo proporciona un giro copernicano. Llegamos a la frontera de la década del 50 con el 60 y la progresiva automatización industrial, trabajos en cadena y la incorporación de población rural a entornos industriales, provocaban retos a los que la Psiquiatría debía hacer frente. Con el profesor Villamil estudiamos la posibilidad de montar un pionero Centro de Reconocimientos Médico-Psicológicos para la Industria y redactada la Memoria, fui becado por la Organización Sindical a París para estudiar la Psicotecnia. En la época no era fácil salir al extranjero. Bizé y Denisse Guyot me abrieron las puertas para conocer el trabajo psicotécnico en Simca, Citrôen, Fabrica de Contadores, Centro Nacional de Investigaciones psicotécnicas, etc. A mi vuelta, demorada la creación de un Centro Psicotécnico, comencé a estudiar la posibilidad de aplicar la psicotecnia a la población disminuida y con ASPANAEX inicié el muestreo de población con problemas mentales, motores o sensoriales de Vigo y entorno. Me ayudó Ana Legerem".

>> "La década de los 60 fue probablemente la más prolífica de mi vida, combinando docencia, contacto diario con enfermos, organización de eventos, trabajos en la Administración Sanitaria, judicial y laboral y desempeño de cargos públicos. Comencé una actividad intensa de viajes y visitas de especialidad orientada a la psiquiatria laboral en diversas capitales europeas. La docencia la volqué en la Psicología industrial y Organización Científica del Trabajo en la Escuela de Graduados Sociales de Vigo. Con el Dr. Alonso Pedreira impulsamos la Asociación Gallega de Medicina del Trabajo, organizando un seminario de Psicopatología del Trabajo sobre ocupación del tiempo libre. En esa época me incorporé como Médico de Empresa al Grupo Alvarez, dirigido por el doctor Gabriel Fernández" .

>> "En la década del 70 el centro de gravedad de mi actividad profesional giró hacia la organización del Centro de Higiene y Seguridad del Trabajo de Rande en Vigo, al que quise dar la orientación de aquel fallido Centro de Reconocimientos para el que había sido becado en París. Continué con las intervenciones anuales en las Jornadas Médicas de Figueira da Foz, cuya secretaria llevaba Marta Pinguel. Siempre me concedieron la conferencia de inauguración o de clausura; y siempre con temática psíquica singularmente el stress, desde 1968 hasta mediados los 90 en que, nombrándome presidente, fueron definitivamente clausuradas. Mi última conferencia creo que fue Las minorías sexuales en el mundo laboral. Durante breve tiempo desempeñé la Inspección de la Organización de los Servicios Médicos de Empresa. En alguna empresa, hoy cerrada, encontré un gallinero con animales en el local del botiquín; en otra, no en Vigo, habían empapelado, por higiene, techo y paredes con papel de estraza".

>> "Como ya me habían propuesto para miembro de la Comisión Internacional de Salud Ocupacional asistí a todos los congresos internacionales; en el de Sydney me eligieron de la Directiva y en 1985 Secretario Español. Al principio del 90, invitado por la delegación francesa de la I. C.O.H.,fui a Japón y estudiamos el Karoshi. Nada que ver con nuestro hispánico Stress, pero viví en las casas de los colegas nipones y ello fue positivo. Habiendo cesado en mis cargos públicos, una vez liberado del Contencioso, aunque El-Batawi me había ofrecido trabajo en la OMS, Durâo en la Panamericana y en otros lugares, me dediqué a a la Sociedad Gallega de Medicina el Trabajo de la que era Presidente y luego Presidente de Honor, sin abandonar mi consulta".

>> "En las décadas del 2000 y 2010 he seguido la misma tónica. Aunque docencia y consulta oficiales, se habían suprimido por legal jubilación, continúe con charlas o conferencias en diferentes lugares. Tema recurrente el stress. Unos años presidí el Sindicato Médico O-MEGA. Como la Sociedad ha cambiado espectacularmente, los enfermos y el modo de enfermar también lo han hecho. Todo se ha atomizado y hoy se hace una Medicina del Síntoma más que de la enfermedad. El stress laboral no puede hoy ser explicado como antaño; a veces se imputaba sin demasiado rigor al trabajo en cadena. Los motivos de consulta hoy se relacionan más con factores organizativos o de relaciones humanas verticales u horizontales.

>> "¿Y qué pienso ahora, que puedo ver ya jubilado los toros desde la barrera? El concepto de enfermo está reformado desde que se suprimió la palabra paciente por la de cliente o usuario. Así, por la vía de la complacencia o el temor a la denuncia de mala praxis, se ha estimulado la hipocondría o neurastenia, como antaño se decía. El British Medical Journal ha llamado la atención sobre los riesgos iatrogénicos de la invención de enfermedades con su impacto publicitario, del exceso de información, la inflación de terrorismo sanitario y demasiada medicina. Así el paciente psiquiátrico está hoy más desorientado que nunca.

El milagro de "álvarez"

  • De mis tiempos en "Álvarez" fue un milagro no haber tenido más casos de quemaduras entre los que portaban las cañas y desfilaban por aquel averno de productividad, calor y creatividad. Existiendo el fantasma de la silicosis, un trabajador, creo le llamábamos el Capitán, para demostrar que la padecía, se colocaba a las 8 de la mañana en la puerta principal y tardaba toda la jornada, paso a paso, en cruzar la calle para acudir al botiqúin. Salvo este caso. había escasa incidencia psiquiátrica".

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