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Manuel Fernández Esquinas | Presidente de la Federación Española de Sociología

Manuel Fernández Esquinas: "Tener un trabajo ya no significa tener la vida arreglada, y eso es dramático"

"España es un país que ha sufrido recortes, pero no ha experimentado reformas; básicamente se siguen haciendo las cosas del mismo modo"

El sociólogo e investigador del CSIC Manuel Fernández Esquinas.

Manuel Fernández Esquinas, doctor en Sociología e investigador del CSIC, es el presidente de la Federación Española de Sociología. Ha trabajado en la evaluación de políticas públicas, de recursos humanos en innovación y en organización de la ciencia y transferencia del conocimiento. Además, ha sido consultor de gobiernos regionales, de organismos internacionales y delegado español en el comité de política científica de la OCDE.

-¿Hasta qué punto se están alterando en los últimos años los fundamentos de nuestra sociedad?

-Lo que estamos observando en las dos o tres últimas décadas y, sobre todo, en los últimos 6 o 7 años es que se está produciendo un nuevo giro en las tres instituciones básicas: el trabajo, la familia y las relaciones de confianza y la gobernanza, que se habían consolidado de una manera determinada tras la Segunda Guerra Mundial.

-Por partes. Cambia el trabajo.

-Se ha producido una reconfiguración del capital transnacional y una desregulación. Ello ha afectado especialmente al mundo del trabajo. Se produce la deslocalización de centros productivos a otros países. Ello se traduce en que algunos trabajadores tienen que competir cada vez más con trabajadores de otros entornos menos desarrollados donde las condiciones son distintas debido al menor nivel de vida y de desarrollo. En consecuencia resulta muy difícil el mantener algunas condiciones de trabajo en el Primer Mundo, sobre todo los empleos menos cualificados.

-¿En la familia?

-Con el cambio demográfico asistimos a un envejecimiento de la población. Los hábitos de vida y las necesidades económicas y de tiempo para criar hijos dan lugar a una escasa natalidad. El anclaje en la familia es distinto: se necesitan más cuidados en unos miembros, como los ancianos, y más apoyo económico en otros, como los jóvenes, que tardan en independizarse y tienen dificultades para formar una familia tradicional. En muchos casos tampoco se desea una familia tradicional por la falta de libertad que supone. Por ejemplo, en la movilidad para conseguir trabajo.

-¿Y en la gobernanza?

-El cambio es sustancial. La pérdida de base fiscal (menos población activa y reducción de renta de una parte de los trabajadores) da lugar a menores servicios públicos. Además, el papel del Estado en algunos lugares se ve deslegitimado por la escasa efectividad de algunas políticas. Esto da lugar a que se resienta la red de seguridad que conformaba uno de los fundamentos básicos de nuestras sociedades.

-De todos los cambios, ¿cuál es el más determinante a su juicio?

-El que ha tenido que ver con las dinámicas económicas que se han implantado desde finales del siglo XX y con la forma en que los capitales y mercancías se mueven a escala global. La cuestión más determinante es la reconfiguración de los equilibrios de fuerza entre la intervención pública y la regulación, de un lado, y la capacidad de expansión y acumulación del capital, del otro. El nuevo funcionamiento de la economía y del capitalismo financiero está provocando cambios brutales. Primero, la concentración de la riqueza en ciertas zonas del mundo y, dentro de esas zonas, la concentración en cierto tipo de corporaciones. Luego, eso coarta completamente la capacidad de actuación tanto de los estados como de distintos colectivos sociales. Para competir y posicionarse bien frente a estos movimientos de capital los estados pueden hacer cosas como, por ejemplo, facilitar que las empresas no paguen impuestos. Ésa es una de las raíces de la gran recesión. Si no se implantan ciertas reglas de juego e instituciones básicas, es muy difícil evitar los efectos no previstos que generan desigualdad y exclusión. Es por tanto muy difícil para los estados actuar de manera efectiva en las condiciones de trabajo, los servicios públicos y la protección social.

-¿Cuál es el principal peligro?

-En el deterioro de los vínculos sociales. En el deterioro de la confianza de las personas en instituciones que en las pasadas décadas facilitaron el acceso a condiciones de vida aceptables. Me refiero al descreimiento y la falta de confianza en el trabajo y a la falta de confianza en el papel de los poderes públicos, en el sentido de que no garantizan una red de seguridad y unos servicios de calidad. Cuando la gente deja de confiar en todo lo que tiene que ver con la cosa pública, incluyendo a los políticos, deja de creer que pagar impuestos sirve para algo y deja de respetar los bienes públicos.

-¿Se ha roto el dogma de que un trabajo es la puerta de acceso a una vida mejor?

-Tener un trabajo ya no significa tener la vida arreglada. Es algo dramático. La gente ve que no tiene una expectativa una trayectoria vital ordenada, no ven que el esfuerzo en el estudio y en el trabajo les lleve a independizarse de su familia de origen, que les permita tener una vida normal.

-¿Somos capaces de asumir los cambios tan rápidos, radicales y sucesivos que se están produciendo?

-Si se refiere a si somos capaces de actuar para frenar las consecuencias, parece que aún no estamos siendo muy efectivos, ni los organismos públicos ni la sociedad civil. No obstante, prefiero ser algo optimista. Por ejemplo, se está tomando conciencia de que no es nada bueno que empresas multinacionales hagan optimización fiscal y al final paguen menos impuestos en términos porcentuales que usted o que yo.

-De todas las nuevas formas de acción colectiva, ¿cuál le interesa más?

-La globalización de algunas formas de relación social. En este momento muchas personas pueden conseguir amigos, pareja, formación de familia, recursos importantes para vivir, cultura, trabajos, etcétera, en el ámbito global. Si a través de estas relaciones se canalizan y transmiten valores y formas sociales inclusivas y de cooperación, las posibilidades de que se difundan formas de ver el mundo que ayuden a mejorar el nivel de vida y la libertad de la gente son muy importantes. No obstante, también se puede difundir lo contrario, como valores excluyentes o sectarios, tal y como estamos viendo en algunos lugares del mundo sometidos a conflictos religiosos o políticos. Por ello, la clave está en la educación que se adquiere, y también en cierta igualdad de oportunidades para acceder a estas ventajas del mundo global.

-¿Estamos en España realmente ante una segunda Transición?

-Sin duda. La transición es distinta a la de los 70 porque la historia nunca se puede repetir. Pero al igual que en aquélla, también están cambiando las bases fundamentales de nuestra sociedad.

-¿Cuáles son los principales procesos de cambio que están actuando sobre la sociedad española?

-Incido en el deterioro de los vínculos sociales: la confianza e identificación con los lugares que proveen de trabajo y también con los poderes públicos. Lo que permanece en España es el vínculo con familia y conocidos y amigos, lo cual provee de la red de seguridad que no se obtiene en las otras instituciones. Ése es nuestro verdadero anclaje a las llamadas sociedades del bienestar. No sólo el Estado del bienestar proporcionado por el sector púbico, sino la solidaridad intergeneracional y entre familiares y personas cercanas.

-¿Cuál ha sido el coste de la crisis en España?

-Evidentemente la falta de cohesión social. Por un lado, los sectores que han visto disminuidas sus condiciones de vida. Por otro, los jóvenes, que ven con desconfianza la posibilidad de tener un proyecto vital. Tras la crisis, España es un país algo distinto en cohesión tanto económica como en valores, pero básicamente se sigue funcionando de la misma manera en la forma de hacer las cosas. Es un país que ha sufrido recortes, pero no ha experimentado reformas en muchos ámbitos. Hubo algunas en la normativa de mercado de trabajo o adelgazamiento de la Administración, pero poco más.

-¿Cuánto ha sufrido la investigación española durante los años de la crisis económica?

-En lo que hemos avanzado escasamente es en la cosa pública. El sistema de I+D e innovación es un caso típico de recortes sin reformas. Se ha retrocedido mucho en inversión pública, en recursos humanos e infraestructuras. No digo que en algunos casos no haya sido necesario, pero vamos a contracorriente de los países avanzados. Ningún país avanzado ha dado un salto atrás tan importante. La mayoría han hecho lo contrario o, al menos, se han mantenido.

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