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ESTELAAsí se vivía en la primera ciudad de Galicia

Hace 2.400 años este castro de A Guarda tenía una pujante economía y había desarrollado un modelo urbanístico con calles, plazas, barrios, silos y canalizaciones de agua

Vista parcial del castro de Santa Trega, en A Guarda, que ocupa una extensión de 20 hectáreas. // Marta G. Brea

Tenía un modelo urbanístico perfectamente desarrollado, con calles, barrios, separación de espacios públicos y privados, silos, aljibes y una canalización de agua que sigue funcionando hoy en día. Así era el castro de Santa Trega, en A Guarda, siglos antes de la dominación romana, toda una gran urbe que en su época de mayor esplendor, coincidiendo con el cambio de Era, llegó a contar con 6.000 habitantes.

Las nuevas excavaciones en el barrio de Mergelina están aportando valiosa información sobre la forma de vida en aquella primera ciudad de Galicia y confirman que su desarrollo económico y social no tenía nada que envidiar al de otras civilizaciones. Vienen a confirmar, asimismo, que no fueron los romanos quienes fundaron las primeras grandes ciudades gallegas. Como señala Rafael Rodríguez, arqueólogo director de las excavaciones, "los romanos aportaron muchísimo al Noroeste, sin embargo, la organización social y económica de los castros no tenía nada que envidiar a la de otras grandes culturas, como el mundo celtíbero o íbero". Su economía se basaba en la minería -oro y estaño-, la agricultura, la pesca y el marisqueo, y mantenía intensas relaciones comerciales con fenicios y cartagineses.

El castro de Santa Trega estuvo habitado desde el siglo IV a.C. al I d.C., aunque las excavaciones realizadas en los años 20 y 30 del pasado siglo apuntan a una ocupación anterior. A juzgar por el número de cabañas, en su época de mayor esplendor -entre el I a. C. y el I d.C.- pudieron vivir en él en torno a 5.000 o 6.000 personas. "Es complicado afirmarlo con seguridad porque todavía no tenemos perfectamente delimitado el yacimiento; se habla de unas 20 hectáreas, pero no sabemos si todas las zonas tienen la misma intensidad de ocupación", comenta Rafael Rodríguez.

La existencia de minas de oro y estaño es uno de los factores que explican por qué en un momento determinado se concentra tanta población en el monte Santa Trega. Hay que tener en cuenta que el Baixo Miño y el Noreste de Portugal tenían las vetas de estaño más ricas del mundo conocido. Como señala el arqueólogo Xurxo Ayán, especialista en el mundo de los castros, los fenicios y los cartagineses conocían esta riqueza y desde el siglo V antes de Cristo realizaban la ruta del Atlántico para comerciar con los castreños del litoral. La fachada atlántica ya era entonces la zona más dinámica de Galicia en cuanto a población y comercio. Los cartagineses se llevaban esclavos y pieles, pero sobre todo estaño en lingotes. A cambio, los castreños recibían perfumes, aceite, broches de bronce€ "También introdujeron los cartagineses el molino giratorio -explica Ayán-. Se pensaba que lo habían traído posteriormente los romanos, pero las nuevas excavaciones en Santa Trega demuestran que ya disponían de molinos giratorios desde el siglo IV o III antes de Cristo".

¿Se puede hablar de una de las primeras ciudades gallegas? Rafael Rodríguez no lo duda: "Indudablemente, sí. Por ocupación de población y por extensión de terreno estamos ante una de las primeras ciudades del Noroeste peninsular, junto a San Cibrao de Las". Como se deduce de los hallazgos de Santa Trega, la castreña era una sociedad jerarquizada, con sus élites estructuradas. Desde el punto de vista arqueológico no hay constancia de que se tratase de una civilización celta, pues "el Noroeste galaico recogía tradiciones culturales de dos mundos totalmente diferentes como son el Atlántico y el Mediterráneo", explica Rodríguez.

El equipo de arqueólogos ha documentado más de 40.000 piezas. La mayoría de ellas son fragmentos de ánforas romanas, pero también hay restos de cerámica castreña y "terra sigillata", la cerámica de lujo romana. Una cifra excepcional si se tiene en cuenta que están trabajando en la reexcavación de un barrio del poblado, el de Mergelina, que ya fue excavado hace casi un siglo. El equipo dirigido por Rafael Rodríguez comenzó las excavaciones el pasado mes de septiembre y está previsto que concluyan este mes de marzo.

Desarrollo urbanístico

Han encontrado también unas pequeñas cistas, sobre las que tienen dudas de su función. "Una interpretación -comenta Rafael Rodríguez- los vincula con el mundo de los enterramientos; otra hipótesis los relaciona con el mundo ritual, como un depósito fundacional; y otros que las consideran un elemento utilitario, una especie de soporte para colocar algo encima".

Junto con la cantidad de material que está apareciendo, lo que más ha sorprendido a los arqueólogos es constatar la secuencia ocupacional de tres siglos: IV, II y I a.C.. También supone una novedad, por la excepcionalidad de la estructura en sí, la existencia de una cavidad o cueva del siglo IV a. C.. "Es llamativa porque no hemos encontrado nada similar en otros castros del Noroeste peninsular", explica el director de las excavaciones. Sobre su utilidad barajan diversas hipótesis: podría ser una especie de almacén subterráneo o un aljibe para agua, pero tampoco descartan que tenga algo que ver con el mundo de las creencias, "que sería la hipótesis más difícil de demostrar".

Destaca también el director de los trabajos "el urbanismo del barrio, un espacio definido por aterrazamientos artificiales y calles; hay un urbanismo claramente definido, con algunas estructuras singulares, como un gran edificio rectangular que hemos encontrado en el espacio abierto. Se hace difícil interpretar su finalidad porque en el interior no encontramos absolutamente nada, y eso que trabajamos una amplia zona que no había sido excavada con anterioridad", apunta Rodríguez.

Una de las características del castro del monte Santa Trega es que en él se distinguen claramente los espacios de los espacios privados. Las familias tenían sus casas y sus estancias auxiliares -almacenes, talleres€- perfectamente delimitadas, separadas de calles y plazas. En el siglo I a. C. se realizó una reurbanización de todo el espacio. Hubo un replanteamiento del poblado: se libera espacio, se aterraza, se plantean nuevos sistemas de canalizaciones y después se dividen los espacios y se asignan a las familias. Como se aprecia en Mergelina, el agua discurre por canales y, en determinados puntos, esos canales se convierten en fosas o pequeños aljibes para el aprovechamiento doméstico. Cuando rebosa el aljibe, el agua cae a otro canal que la conduce monte abajo. Este sistema de canalización, construido en el siglo I o II a. C. funciona a día de hoy.

Pesca y marisqueo

Entre otras actividades, los habitantes del castro se dedicaban a la pesca y al marisqueo. En las excavaciones llevadas a cabo por Antonio de la Peña en los años 80 se hallaron bastantes elementos relacionados con la pesca, como pesas de red o anzuelos. "Nosotros no estamos encontrando tanto, pero sí sabemos que la explotación del mar y del río eran elementos básicos en la actividad del castro", señala Rafael Rodríguez. En cuanto al marisqueo, el director de las excavaciones comenta que a escasos metros de donde están trabajando, en la puerta Sur, se conserva en superficie un importante "concheiro", del que ya se tiene noticia desde que se empezó a excavar en el Trega en 1914.

Como señala el arqueólogo Xurxo Ayán, de las últimas investigaciones se deduce la complejidad de la economía castreña del litoral, en la que tenía una gran importancia la pesca y el comercio. "Lejos de la visión primitivista que antes se tenía de estas sociedades, las recientes excavaciones nos hablan de una economía muy desarrollada".

Por restos que han aparecido de espinas de pescado se constata que desarrollaban una pesca de bajura, con embarcaciones de madera, pieles y cuero que les permitían alejarse algo de la costa. Como explica Xurxo Ayán, las investigaciones del Dr. Víctor Bejega (Universidad de León) demuestran la captura de dorada, merluza en ría, xarda, besugo y pescado de roca como los salmonetes. Aunque el pulpo no deja restos, se sabe que también lo explotaban porque se han encontrado estructuras como secaderos que utilizaban para conservarlos. En cuanto al marisqueo primaba la recolección de mejillón, navaja y almeja, así como la ostra en zonas como la ría de Arousa. En yacimientos como el de A Lanzada se detectan también restos de ballena, probablemente ejemplares varados que eran aprovechados, aunque no se descarta "una captura programada de ballenas, algo realmente impresionante", refiere Xurxo Ayán.

En cuanto a los "concheiros", hasta hace poco se interpretaban como basureros, pero, como ha investigado el propio Xurxo Ayán, ahora sabemos "que estos grandes concheros era incluso recursos arquitectónicos castreños, como se observa en una ladera del castro de Monte Alegre, cerca del puente de Rande, en Domaio. Las conchas tienen unas condiciones de luminosidad muy grandes, por lo que ese gran conchero se podía divisar a media y larga distancia. Y está claro que no era un basurero porque allí nos aparecieron pulseras de bronce con motivos decorativos en perfecto estado, posiblemente de origen cartaginés".

¿Y tenían relación los habitantes de A Guarda con los de otros castros gallegos? Las nuevas investigaciones apuntan en sentido afirmativo, pues se han encontrado en Santa Trega restos de cerámica de otros puntos del Noroeste peninsular. Han aparecido, por ejemplo, cerámicas que tienen que ver con la tradición alfarera de los castros de Borneiro, Castromao o San Cibrao de Las, pero también de la tradición bracarense.

Agricultura y ganadería

En las excavaciones antiguas se encontraron diversos elementos de utillaje agrícola. En estos nuevos trabajos han encontrado silos y elementos para almacenar los cereales que cultivaban: mijo, trigo o cebada. En cuanto a la ganadería, "en el interior de los patios estamos encontrando ´pías´, abrevaderos para el ganado, así como "amarradoiros" para sujetar a esos animales. Había una cabaña ganadera importante: varios tipos de vacas, ovejas, cabras, cerdos€ y también gallinas. Aunque se pensaba que la gallina fue introducida por el mundo romano, está documentado que en los castros ya había gallinas antes del dominio de Roma", comenta Rafael Rodríguez. También había caballos y perros. Estos últimos, además de animales de compañía, servían de manjar en banquetes.

En el yacimiento se han encontrado remates de torques y bastantes fíbulas, una especie de hebillas metálicas para sujetar alguna el vestido. Queda patente que era una sociedad que cuidaba la ornamentación en el vestir.

¿Un pueblo pacífico?

En las nuevas excavaciones de A Guarda se ha encontrado una punta de lanza, cuchillos afalcatados, así como puñales€ "una panoplia armamentista bastante bien representada", refiere Rafael Rodríguez.

La visión pacifista de los castreños que se extendió en los años 70 del pasado siglo no se compadece con la realidad. Evidentemente era una sociedad guerrera, con sus poblados fortificados, con todo el esfuerzo que supone fortificar un poblado. En otras civilizaciones aparecen armas en los enterramientos, algo que no se da en los yacimientos castreños precisamente por la falta de inhumaciones. "Sabemos que en Galicia había guerreros, pero no tenemos los cementerios, sin olvidar que nuestro suelo es muy ácido y se come muchos materiales. De todas formas sí que han aparecido armas y podemos reconstruir las que llevaban los guerreros", resume Xurxo Ayán.

Recientes descubrimientos de campamentos romanos de la geografía gallega, concluye Ayán, demuestran que en algunos casos primó la pax romana, pero en otro hubo una resistencia armada. Muchos de los derrotados acabaron como esclavos en las minas de oro.

¿Qué hacían con sus muertos?

  • No se sabe realmente qué hacían con sus muertos los habitantes de los castros, pero se sospecha que los incineraban o los arrojaban al mar. "En algún castro de Portugal se han encontrado pequeñas cistas con restos óseos en piezas de cerámica, lo que lleva a pensar que había incineraciones. Pero son escasos los ejemplos que tenemos de enterramientos. Es una de las grandes incógnitas de la Edad del Hierro del Noroeste", afirma Rafael Rodríguez. En los últimos años han aparecido algunos restos que avalan la tesis de la incineración. Como señala el arqueólogo Xurxo Ayán, "probablemente quemaban los cadáveres, algo característico del mundo indoeuropeo". En cuanto a la religión, todo lo que se conoce procede de fuentes griegas y romanas; se trataría de una serie de divinidades indígenas que fueron reabsorbidas por el mundo romano. "Lo más espectacular es lo que se está investigando en O Facho-Donón, un gran santuario ya de la época romana. Eso nos está dando pautas para releer los yacimientos, para fijarnos en determinadas estructuras que eran de difícil interpretación", explica Rafael Rodríguez. Por su parte, Xurxo Ayán incide en que no se sabe mucho de su religión porque no tenemos fuentes escritas de los propios castreños. "Lo que conocemos -señala-, se basa en fuentes griegas y romanas, no siempre fiables. Pensamos que tenían varios dioses, sobre todo vinculados a la Naturaleza, con unos ritos que fueron después cristianizados. Los especialistas consideran que hay un factor religioso céltico muy parecido al de Irlanda o Francia, con dioses de la guerra, la soberanía o la agricultura".

17 tipos de ánforas y hebillas del s. IV a. C.

  • La primera fase de los trabajos arqueológicos del yacimiento castreño de Mergelina, en el monte de Santa Trega, se lleva a cabo en el laboratorio provisional instalado en el recinto de la antigua casa forestal. María Jesús Iglesias es la arqueóloga que dirige a un equipo formado por los también arqueólogos Fátima Martínez, Antón Vázquez, Susana Goyanes y Mateo Fontán, además de la restauradora Iria Veloso. En total se han hallado más de 40.000 piezas, las más antiguas del siglo IV antes de Cristo. Como destaca María Jesús Iglesias, llama la atención la cantidad de ánforas, de 17 tipos diferentes, donde se guardaba aceite, vino, salazón y salsa de pescado o "garum", un ingrediente muy habitual en aquella época.Muchas de las ánforas procedían de alfareros de la Bética, provincia romana situada en el sur de la península; la más antigua data del siglo IV a. C. "El mismo alfarero es quien hace vajillas de mesa, formadas por cuencos y jarras de barro, de paredes muy finas, que hemos encontrado muy fragmentadas", explica Iglesias. Los púnicos o cartagineses eran los que en aquellos tiempos remotos comerciaban con los habitantes del Trega, llegando por mar, como hacían con otros poblados costeros. Se han encontrado ánforas, vidrios, botellas de entre los siglos II a.C. y I a.C. "Ayer mismo (por el pasado martes) apareció un trozo de cuenco de vidrio de costillas de color azulado, de la época romana", comenta la arqueóloga. Hay cerámica "terra sigillata" que adquiría la gente más potentada y que es frecuente hallar en yacimientos romanos. Sobre el mostrador donde trabaja el equipo puede verse una pieza en granito, "un amarradoiro en el que se sujetaba a las monturas, encontrado en el muro de una cabaña de la época romana", precisa. Dejan al aire otro de los tesoros. Se trata de una fíbula o hebilla de vestir hecha en bronce y que conservan en medio de tierra, tal como se encontró. Data del siglo IV a. C.Sobre el proceso de trabajo, María Jesús Iglesias explica que "ya hemos llegado a la roca madre del poblado de Mergelina. No hay nada más debajo, pero eso no quiere decir que existan en otros yacimientos del monte restos de anteriores de la primera Edad del Hierro", apunta, precisando que los trabajos en el campo se terminarán en marzo.En el laboratorio se lavan las piezas con agua y se secan al aire. Otras se limpian en seco. A continuación se numeran, se clasifican describiendo cada una de ellas y las piezas más importantes se fotografían y dibujan. Se reconstruyen aquellas que pueden mostrarse en vitrina, como es el caso de un ánfora romana. El resto del material se guardará en el almacén del Museo Arqueológico de Santa Trega (MASAT), para un estudio posterior.

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