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Quino Salvo, ante la canasta de su vida

El ex jugador y entrenador vigués de baloncesto se recupera de un tumor cerebral: "El médico que me comunicó el diagnóstico me preguntó si era creyente"

Quino Salvo en el gimnasio de la residencia viguesa "El Doral", donde se recupera del tumor.

Se está jugando el partido más importante de su vida, y ni siquiera la manera en que le fue comunicada la mala nueva de su enfermedad le echó para atrás: "Tiene un tumor cerebral. ¿Es usted creyente?", cuenta que le dijo el médico pocos días después de aquel 15 de septiembre del año pasado en que, tras unos días "encontrándome mal, un poco disperso, mi hija me recomendó que fuese a consulta". "Y, sí, fue una forma muy extraña de decírmelo -reconoce- pero no seré yo el que critique a los médicos, todo lo contrario. Todos me están tratando estupendamente: los del Meixoeiro, los del Alvaro Cunqueiro y,ahora aquí, en la residencia El Doral, en la que estoy en esta, si Dios quiere, última fase de mi recuperación. Porque si algo tengo muy claro, en este tipo de enfermedades, es que hay que seguir al pie de la letra lo que te digan los doctores, que para eso son los que saben".

Vinculado casi toda su vida al baloncesto, a Quino Salvo le está viniendo muy bien todo lo que ha aprendido a lo largo de su trayectoria: "Como deportista se pasan momentos difíciles. Esto, claro, es distinto, en la medida en que es algo que yo no puedo controlar, no es como partirse un brazo, por ejemplo, por referirme a una lesión, pero yo siempre he sido muy positivo en todo lo que hago, así que me lo he tomado desde el principio como si me estuviese preparando para un partido muy importante y€¿sabes una cosa? Si hay algo que he aprendido en estos últimos meses es que, por muy mal que uno esté, seguro que no muy lejos te encuentras a alguien que está peor que tú.Eso me ha ocurrido en el gimnasio, donde paso mucho tiempo, al comprobar cómo algunos compañeros, que están peor que yo,afrontan los ejercicios con el mejor sentido del humor. Eso sí que me ha impresionado".

La vida de Quino Salvo ha acelerado su velocidad desde que se le detectó el tumor: "Parece que fue ayer, porque todo está sucediendo muy deprisa: operación, sesiones de quimio y radio terapia, ejercicios de rehabilitación€" En todo este proceso ha contado con la ayuda de dos familias, la de su casa, y la del baloncesto, porque si hay una cosas de la que este hombre, con más de cuarenta años de carrera deportiva, se siente especialmente orgulloso, es de haber dejado una huella personal en toda la gente de la canasta con la que ha tratado a lo largo de su vida, algo que le han demostrado tanto con los homenajes recibidos por los clubes, como con las llamadas y los mensajes de ánimo que le han llegado de jugadores con los que ha compartido cancha o ha entrenado. Mensajes de todos los grandes de hoy y ayer del baloncesto español e incluso del otro lado del charco, de jugadores americanos que pasaron una etapa de su vida en el el basket español. "Cuando esté totalmente recuperado -adelanta- quiero darles las gracias personalmente a todos aquellos que se han acordado de mí en estos momentos tan difíciles. El cariño que me han demostrado merece que yo, en la medida de mis posibilidades, les abrace uno a uno".

Y es que Quino Salvo es una institución viviente del baloncesto español de las tres últimas décadas. Él no se lo podía imaginar cuando jugaba en las pistas del colegio Salesianos y, de allí, a los 16 años, fue contratado por el Obradoiro, su primer club, cuando el equipo compostelano jugaba en Primera División. Tales eran las maneras que exhibía el adolescente alero que, en la temporada siguiente, fue traspasado por al Zaragoza, un fichaje con anécdota incluida porque "yo, para gastarles una broma, siempre les recuerdo a los del Obra que fui el fichaje más rentable de su historia. No cobraba apenas nada, porque era un aficionado y compatibilizaba el baloncesto con los estudios, pero ellos sí que se ganaron un dinerillo como mi traspaso". Todavía estaba Quino lejos de creeer que un día se convertiría en uno de los jugadores con más minutos disputados en las grandes divisiones del basket hispano. Porque tras el Zaragoza vinieron el Lliria, el Forum, el Atlético de Madrid (cuando Gil fundó su sección de baloncesto), el Caja San Fernando y el Askatuak. Decían de él que era un alero muy duro en defensa, y no será Quino quien lo desmienta: "Sí, yo era muy agresivo,pero sin mala intención, que conste. Es que, claro, a mí me tocaba marcar a las grandes figuras del equipo contrario€." Uno de quienes todavía deben acordarse de los marcajes de Quino Salvo es el norteamericano Nate Davis, célebre alero de varios equipos españoles: "Nate era buenísimo -recuerda entre risas- así que una vez, antes de que empezara el partido, me metí en su vetsuario, es decir, en el vestuario del equipo contrario en el que él jugaba y me pegué a él, que no daba crédito. Me dijo: ¡Pero espera a que empiece el partido y salgamos a la cancha, hombre!"

Quizás la asignatura pendiente de la carrera profesional de Quino Salvo sea no haber vestido en la camiseta de la selección española en más ocasiones, pero eso tampoco es algo que le preocupe: "Es que tuve la mala suerte de haber coincidido en edad con jugadores buenísimos en mi posición de alero: los Epi, Sibilio, Margall€." De no haber sido así,igual hubiese estado en la alineación que en 1984 obtuvo la legendaria medalla de plata en las Olimpiadas de Los Ángeles. Tuvo que ver los partidos por televisión y madrugar como todos los españoles que recuerdan aquellos partidos a las 4, 5 o 6 de la mañana. Más cerca estuvo de acudir a los Juegos Olímpicos de Seúl: "Sí, Díaz Miguel -recuerda-me tenía entre la primera selección pero me quedé otra tras el tercer corte, el último. Una pena, pero es que me volvió a ocurrir lo mismo: que en mi posición la competencia era muy fuerte".

En la temporada 1993-94, Quino Salvo afronta su primer reto como entrenador profesional en el Ciudad de Huelva: "La verdad -dice-es que en la transición de jugador a entrenador no tuve muchos problemas en el sentido de que la hice de una manera muy natural. De hecho, yo ya entrenaba a equipos de chavales mientras jugaba pero, bueno, también era consciente de que no es lo mismo entrenar a chicos que hacerlo con profesionales. Ahí, en el baloncesto de élite, yo tengo una máxima: lo peor que le puede ocurrir a un entrenador de basket es que te encuentres con un jugador que sepa más que tú y, para evitar eso, es necesario estar muy preparado, estudiar mucho€"

Pero la cantera es algo que le va, y mucho, a Quino. De hecho, su último club ha sido el Marín Peixe Galego "de mi hermano Julio Bernárdez", donde "están haciendo un trabajo extraordinario". "A mí -confiesa- es que lo de los chavales me llega al corazón, porque sé que están en una etapa fundamental de su vida. Y aquí no estoy hablando solo de baloncesto, sino de la vida misma. Mira, te cuento una cosa: yo he dejado a algún que otro chaval en el banquillo, sin jugar, por haberme enterado de que sus notas del colegio habían bajado".

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