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Los suplementos de FARO

ESTELALas vÍctimas gallegas del genocidio de la Esma

Una veintena de españoles, la mitad de ellos gallegos, figura en el sumario de víctimas

Elsa Martínez Mesejo (Couso-Gondomar, 1945) no debió haber regresado tan pronto a Argentina.Tenía que haber esperado algo más, en concreto cuatro años más (la dictadura cayó en 1983) pero, seguramente por no fallarle a sus compañeros y amigos, tras siete meses de estancia y reencuentro con su madre en su villa natal, decidió volver. Pocas semanas después, el 4 de agosto de 1979, mientras paseaba con sus hijas Elsita y Laura, y su marido, Raimundo, por el barrio bonaerense de Avellaneda, varios coches se detienen y de ellos salen unos hombres armados que se abalanzan sobre la pareja, forcejean con el esposo, que se resiste, y, finalmente, introducen a ambos en uno de los automóviles, donde proceden a vendarles los ojos. Atrás, en la calle, las dos niñas asustadas no paran de chillar...Los conductores de los coches saben perfectamente a dónde se dirigen, la Escuela Mecánica de la Armada (Esma), el mayor centro detención del país durante aquel régimen militar del que se cumplen 40 años .

Elsa, militante de la izquierda peronista que, durante sus años de anterior estadía en Uruguay había colaborado con los Tupamaros, es una de las alrededor de la decena de víctimas gallegas o de origen gallego que figuran en el sumario de la denominada Megacausa Esma, un proceso judicial al que algunos denominan "el Nürenberg argentino": iniciado en noviembre de 2012, en él se juzgan los asesinatos y/o desapariciones de casi 800 personas y se acusa a más de medio centenar de dirigentes militares y civiles de la época.

La Esma ya fue objeto, en 2011, de otro macrojuicio que se saldó con la condena de 16 imputados.Desde la Esma partieron no escasos de los tristemente célebres "vuelos de la muerte", siniestra manera de ejecutar a los detenidos lanzándolos desde un avión atados de pies y manos.

"Este segundo proceso de la Megacausa Esma es, sin duda, por su dimensión -afirma el historiador argentino-vigués Lois Pérez Leira- el juicio más importante realizado en este país contra los delitos de genocidio y terrorismo de Estado. Más de 20 víctimas españolas, la mitad gallegas, están incluidas en él, aunque las autoridades de España parecen no querer saber nada del asunto".

Los pasados días 4 y 10 de febrero se reanudaron las sesiones procesales con la celebración de la cuarta tanda de alegatos. Se trata del comienzo de una recta final que, aunque se prevé larga, culminará cuando el tribunal convoque a todas las partes para emitir el veredicto.

En este "reinicio" del proceso se da un hecho interesante:su desarrollo coincide con los primeros meses en la presidencia de Mauricio Macri, quien no goza precisamente de las simpatías de gran parte de los colectivos acusadores, entre ellos la Federación de Asociaciones Gallegas de Argentina presidida por Francisco Lores, que temen, lo digan más o menos claramente o no, que el asunto acabe en "indultos generalizados".

La Capucha y la Pecera

Una de las últimas personas que vio con vida a Elsa Martínez Mesejo fue otra gallega, la lucense Susana Leirachá: "A Elsa le gustaban mucho la música y la literatura, y usaba gafas de culo de vaso porque decía que se así afeaba su aspecto ante los marinos que, durante su presidio, la torturaron muchísimas veces....Un día se la llevaron a ella a y su esposo y ya no los volvimos a ver más". Leirachá, cuyo padre, José Antonio, había nacido en Valdoviño, es una superviviente de aquellos infaustos días de la Esma, donde la retuvieron entre agosto de 1979 y febrero de 1980. Fue detenida, con su marido, Osvaldo, por pertenecer a la Central de Trabajadores de la Educación. Hoy forma parte activa de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y recuerda, a la perfección, cómo se estructuraban las estancias de la Escuela de Mecánica para distribuir a los prisioneros: "El peor sector de todos era la Capucha, donde permanecías durante días acostado sobre una colchoneta sin moverte ni hablar, con las manos esposadas, grilletes en los pies y una capucha que te tapaba la cabeza. A otro de los lugares lo llamaban la Pecera, una instancia con vidrieras en la que los presos éramos observados como peces..." Hay una pregunta, no obstante, que Susana no es capaz de responder: "¿Por qué nos liberaron a nosotros y no a otros compañeros que también estaba presos a nuestro lado? No lo sé, aunque a mí me parece que la decisión acerca de quién era liberado y quién desaparecido era totalmente arbitraria. Una mañana, un oficial nos comunicó que preparásemos nuestras cosas porque íbamos a salir y, cuando lo hicimos, nos pusimos contentos, y aunque otros compañeros se quedaban, creíamos que los volveríamos a ver muy pronto. Pero no fue así. Al poco tiempo de retirar nuestros documentos fuimos a visitarlos y no solo no los conseguimos ver, sino que nos enteramos de que habían vuelto a la Capucha, de donde jamás volvieron."

Uno de los casos más emblemáticos, por su carácter pionero, que se juzgan en la actual megacausa Esma es el de la también descendiente de gallegos Inés Ollero, cuyo padre, Antonio, había nacido en Paderne de Allariz en 1920.

Militante de la Federación Juvenil Comunista, Inés Ollero fue detenida el 19 de julio de 1977 tras que un grupo armado hubiese asaltado el autobús en el que viajaba, reconduciendo su ruta hacia la Escuela de Mecánica. Una vez allí, la obligaron a bajarse y, mientras el resto de los pasajeros era dejado, cada uno, en su destino previsto, ella se quedó en la Esma. De Inés poco o nada más se supo desde entonces pese a los esfuerzos de su padre quien, no obstante, consiguió que el suyo fuese el primer caso"habeas corpus" declarado en plena dictadura. En 1980, un informe de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos dictaminó que "Existen pruebas suficientes de que la señorita Ollero fue detenida ilegalmente el 19 de julio de 1977 en un operativo realizado por la Esma". Fue el primer "toque de atención" que recibió la dictadura de un ente supranacional.

Miembro de las Juventudes Peronistas, Lourdes Noia desapareció para siempre el 13 de octubre de 1976. Fue detenida en su propio domicilio, desde donde la trasladaron a la Escuela de Mecánica. A los 30 años de edad, y con un hijo, su vida personal y laboral semejaban perfectamente encaminadas. Había abierto una consulta como psicóloga y, además, impartía clases en la Universidad de Morón. Lourdes era hija de Pepa Noia, una de las fundadoras más carismáticas del movimiento Madres de la Plaza de Mayo, fallecida a finales del año pasado tras casi cuarenta años de ininterrupida participación en todos los actos y movilizaciones de Madres y Abuelas. Su testigo ha sido recogido por su otra hija, la hermana de Lourdes, Margarita Noia.

Resulta curioso que, entre todos los gallegos que figuran en la causa Esma, solo figure un hombre, Ricardo Omar Lois, del que se sabe que su padre era compostelano y que, según cuenta uno de los biógrafos de las víctimas de Esma, "fue detenido-desaparecido el 7 de noviembre de 1976 en el barrio de Belgrano y visto con posterioridad en la Escuela de Mecánica. Tenía por entonces 24 años, era estudiante de arquitectura y delegado de Centro de Estudiantes". Dejó una hija, María Victoria, que había nacido tres meses antes de su detención.

De Beatriz Ofelia Mancebo, cuenta una de sus amigas que "el 11 de febrero de 1977, en la cercanía de la Plaza de las Flores, fue secuestrada por una patrulla de las fuerzas de seguridad; sólo le alcanzó a gritar su nombre y dar un número de teléfono". Psicóloga, en sus últimos meses de vida atendía a adolescentes con problemas psíquicos y niños disléxicos. "Mi hermana soñaba con un mundo solidario donde nadie se salva solo", declaró al tribunal Martha Elsa Mancebo.

En Argentina, Susana y su marido Osvaldo tampoco olvidan y, desde la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, a la par de impulsar los juicios contra los genocidas implicados, "también, desde dentro de la Asociación, hacemos un trabajo de reflexión y nos apoyamos mutuamente porque la desaparición forzada, además de estar orquestada como un plan criminal, sistematizado y organizado, es al mismo tiempo perverso, pues deja un agujero muy grande no solo entre todos los que los conocimos sino en toda la sociedad".

SOBREVIVIR AL HORROR

  • "El 18 de octubre de 1977, yo me dirigía de mi casa a mi trabajo. Iba a tomar el Subterráneo (metro) en la estación de Acoyte y, cuando ya estaba entrando para subir al vagón, una persona que estaba vestida de civil se me acercó y me dijo: Policía Federal, señorita, me va a tener que acompañar por un asunto de drogas. Entonces, frente a eso, yo me puse a gritar, me tiré hacia atrás y se me echaron encima varias personas, vestidas de civiles también, que me golpearon haciéndome caer al suelo, donde siguieron golpeándome. Después me levantaron, grité mi nombre, dije: ¡Me llamo Graciela Daleo y me están secuestrando, me van a matar, avisen a mi familia...! Y todo eso mientras continuaban golpeándome y apretándome el cuello para que no me saliese la voz...Sólo alcancé a decir el número de teléfono de mi padre..." Así inició su testimonio la lucense Graciela Daleo, una exmilitante de las juventudes peronistas que estuvo detenida en la Escuela de Mecánica, pero que consiguió salir con vida, permaneciendo en varios países como exiliada hasta 1984, en que pudo regresar a Argentina. El de Graciela es uno de los relatos más pormenorizados de lo que ocurría dentro de la Escuela de Mecánica y, lo que es más, dando algunos de los nombres de los torturadores y de cómo funcionaba la represión.Los testimonios de quienes salieron con vida del cautiverio en la Esma ocupan la parte más emotiva, y a la vez escalofriante, de las sesiones judiciales de la megacausa Esma. Es común y lógico que, entre los que consiguieron sobrevivir, haya un antes y un después marcado a fuego en sus vidas, pero tal vez el caso mas rotundo en este sentido sea el de Pilar Calveiro, hija de gallegos y considerada una de las más importantes pensadores/as políticos contemporáneos de Latinoamérica. Estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en la primera parte de su vida se dedicó al activismo directo militando en organizaciones como los Montoneros. El día 7 de mayo de 1977 fue secuestrada por un comando de Aeronáutica en plena calle y, durante año y medio, recorrió varios centros de detención de la dictadura, incluida la Esma. En 1978 se exilió en España y, más tarde, en México, donde reside desde 1979. Calveiro es autora de uno delos libros más clarividentes de denuncia de la dictadura, "Poder y desaparición", escrito a partir de testimonios de quienes, como ella, sobrevivieron a la tortura y el exterminio.Suyas son estas declaraciones efectuadas con motivo de la edición: "La tarea de sobrevivir no termina con la salida del campo de concentración. El sobreviviente se ve a sí mismo, o lo ven, o las dos cosas, se ve y lo ven, como alguien que sobrevive sobre otros que murieron. Es muy duro digerir eso".

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