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Sabores de mar

La langosta es una de las grandes protagonistas en Casa Olga de A Guarda, heredera de una larga tradición de genuina cocina marinera

Sabores de mar

Gastronomía y mar son dos de los tesoros de Galicia y más aún en una villa marinera de Excelencia Turística como A Guarda, que vive volcada al Atlántico y a la pesca. Eso lo sabe muy bien Olga González, fundadora de la emblemática casa que lleva su nombre. Desde la apertura del restaurante en 1992 se ha ganado una merecida reputación, tanto por sus platos en los que priman los frutos marinos más frescos -con la langosta como protagonista indiscutible-, como por la atención de la saga familiar hacia el cliente. De largo le viene, pues los padres de Olga regentaban el ya desaparecido Gran Sol, otro de los lugares que fue durante años parada ineludible del buen comer en la villa. Ya con relevo generacional, la matriarca -toda una vida entre fogones- sigue atendiendo afable a una clientela fiel de dentro y fuera de Galicia, además de preparar con mano experta los platos que atraen a comensales de todo el país.

En Casa Olga se puede disfrutar de todo lo bueno que tiene el Atlántico, de mariscos a pescados. Desde su también famoso lubrigante a centolla, camarón o nécora, siempre de la costa y según la temporada. También elaboraciones como merluza a la gallega u otros platos importantes de este restaurante, como la empanada de zamburiña y vieiras, croquetas de rape o rodaballo. A ello se suman los postres caseros como tarta de almendra, tarta de mirabeles, cañitas de crema, tarta de queso, flan o filloas. Las creaciones que salen de los fogones de este establecimiento se acompañan de una carta de vinos en la que están presentes los buenos albariños de la comarca, además de otras denominaciones.

De familia marinera "de siempre", Olga se crió entre pucheros y fogones. La cocina no tiene secretos para ella, que en 1992 inició una nueva andadura en su trayectoria al abrir el restaurante que lleva su nombre. En la larga estela familiar de muchas generaciones hubo barcos, marineros, bar y tienda del puerto o el emblemático Gran Sol tantas décadas en activo. Al pie del fogón siguió siempre Olga que, con el apoyo de sus clientes y el cariño de su familia se ha convertido en una institución en A Guarda.

Pasaron los años y Olga fue creciendo al tiempo que aumentaba la reputación del Gran Sol, el restaurante familiar que fue hilando historia y cultura marinera al paladar de un buen plato. En los noventa comienza una andadura en solitario con el tesón que la caracteriza y un carisma que hacen de Olga una mujer única que gusta de cuidar y atender a una clientela fiel entre la que se encuentra toda una galería de personajes, famosos y anónimos. Todos deseosos de probar unos sabores marineros basados en la tradición heredada de padres, abuelos y bisabuelos.

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