Ourense mantiene el corazón afligido por dos crímenes atroces para los que no hay respuestas, transcurridos los meses. En una provincia con ni un solo homicidio en algunos años, dos asesinatos permanecen, por ahora, impunes. "La Policía no descansa ni olvida. Estamos esperando solución a hechos execrables. Más pronto que tarde serán puestos a disposición de la justicia", afirmó el subdelegado del Gobierno en uno de sus últimos discursos institucionales. Con las familias sufriendo el paso del tiempo, Guardia Civil y Policía Nacional trabajan en secreto para intentar esclarecer las muertes violentas del cura Adolfo Enríquez y de Socorro Pérez.

El religioso fue víctima de un robo violento el pasado mes de marzo. Su cuerpo apareció en un pajar anexo a la vivienda. Murió por una paliza durante un asalto mortal. El sacerdote custodió "hasta las últimas consecuencias", como recuerdan en Vilanova, la diminuta imagen de la Virxe do Cristal. La figura, ligada al crimen, no ha aparecido. La pena por el homicidio de un hombre apreciado por su bonhomía se suma a la que genera la desaparición de la talla, muy venerada en la zona más allá de las creencias. La Policía Judicial de la Guardia Civil cree que podrá resolver el caso.

Más complicada parece a estas alturas la investigación del asesinato de Socorro Pérez. La ourensana, que tenía 43 años, fue asaltada el sábado 2 de mayo cuando hacía deporte por una zona periférica de la ciudad. Murió por un fuerte golpe en la cabeza. La Policía barajó un posible móvil sexual, pero el transcurso de más de un mes entre su desaparición y el hallazgo de los restos impidió contrastarlo con la autopsia y borró pruebas de ADN. La familia critica a la Policía por la falta de "medios y celo" tras la ausencia. La Comisaría dice haber controlado a 1.200 violadores en Galicia y cribado un millón de conexiones telefónicas captadas por el repetidor más próximo al lugar del crimen.