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La vida en tiempo virtual

"Todos conocemos a alguien de gatillo fácil con la cámara del móvil"

La vida en tiempo virtual

Hace menos de doscientos años un montón de inventos cambiaron el mundo. El sonido grabado y la imagen fotografiada, además, entraron en tromba en la vida cotidiana de los humanos y las cosas ya no volvieron a ser lo que fueron. Tanta fue la avalancha de innovaciones en el siglo XIX que hasta la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos anunció su inminente cierre. Su comisario, Charles H. Duell, dijo en 1899 que "todo lo que podía inventarse ya se ha inventado". Y si no lo dijo -que hay dudas al respecto- seguro que lo pensó.

Lo que no previo el pobre Duell fue el teléfono móvil con la capacidad de grabar imágenes en movimiento con sonido incorporado. El trasto que nos conecta con el mundo es ahora ese arma de doble filo que nos proporciona vídeos de gatitos y nos coloca en la cuerda floja tras la boda de tu prima del fin de semana pasado. Lo grabamos todo; y si estamos en alguna red social, lo ponemos en circulación con mucha alegría y añadiendo comentarios jocosos. Si el cuñado de Charly Duell hubiera tenido un móvil a mano, ahora tendríamos constancia de su frase de 1899 y nos reiríamos de su ingenuidad.

No creemos exagerar si afirmamos que todos conocemos al menos a alguien de gatillo fácil con la cámara del móvil. Pero hay casos extremos. Nos cuentan el de una madre que se pasa todo el santo día grabando a su hijo desde el mismo momento de su nacimiento. Bueno, nos dirán, ¿a quién no le gusta ver a su retoño diciendo "gu-gu-ta-ta" en la cuna o dando sus primeros pasos? Ninguna duda al respecto, desde luego. El problema es que el niño va creciendo y vive constantemente alimentando la memoria de un móvil con megas, gigas y terabytes a base de gracias varias, bailes, canciones y momentos entrañables. La pregunta es si esto no condiciona toda una vida grabada en tiempo real y pendiente de una cámara. El niño en cuestión, se nos ocurre, podría perder la espontaneidad que en algún momento hubiera podido tener y tratará de hacer cualquier tontería condicionada con tal de que su madre siga tirando de móvil para inmortalizarla.

Las preguntas se nos acumulan ante esta situación digna de Black Mirror, la excelente serie británica de anticipación hiper-tecnológica. ¿Hay tiempo en una vida para volver a verla grabada? ¿Llegará el momento en el que la madre se harte de grabar y la frustración de no verse enfocado por un móvil destroce a nuestro niño digitalizado? ¿Estarán los momentos malos (enfermedades, llantinas, malas notas, castigos) también guardados en el disco duro? Y cuando llegue el sexo a su vida (cosa que ocurre a edades cada vez más tempranas, como anticipó Aldous Huxley), ¿qué?

El niño de nuestra verídica historia es un héroe virtual. Puede que un colapso tecnológico lo salve de la cibermemoria que su madre le va construyendo. Por ahora vive su vida en un plasma.

@JulianSiniestro

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