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BLUES DE LA FRONTERA

Patria e Hispanidad

Salvador Rodríguez

N o recuerdo, hasta donde alcanza mi mediocentenaria memoria, una celebración tan crispada del Día de la Hispanidad (o Fiesta Nacional, o del Pilar) como la del pasado lunes. En esta percepción ha influido, claro, el enfrentamiento dialéctico entre partidarios y detractores en el macroestadio ciberespacial de las redes sociales, cada vez más propicias a convertirse en campos de batalla.

Ya el asunto venía caldeado desde semanas atrás por las declaraciones del cineasta Fernando Trueba, que al recibir el Premio Nacional de Cinematografía afirmó aquello del "no me siento español". Algo que me sorprendió muchísimo en un tipo tan usualmente poco partidario de las polémicas como el ganador del Oscar con "Belle Epoque" y cofundador, a mediados de los ochenta, de la denominada comedia madrileña (ignoro si tampoco se seguirá sintiendo madrileño).

Hombre de izquierdas, las declaraciones de Trueba solo hallan parangón en las realizadas, hace ya unos cuantos años, por el escritor y apolítico acostumbradamente progubernamental,Fernando Sánchez Dragó, actual presentador de televisión, quien durante una entrevista no por casualidad televisiva, soltó su airado"Siento vergüenza de ser español", del que todavía se enorgullece, no en balde el otro día publicó un artículo en alabanza de Trueba, al que tan escasamente se parece, se mire como se mire.

Pero,a lo largo de esta semana, a fe que los ataques entre pro y contrahispanos han sido virulentos. Y tanto, que hasta a la Virgen del Pilar, que pasaba por allí, le han salpicado los exabruptos. Desde una parte y desde la otra se han lanzado dardos malintencionados que, supongo, en gran razón se deben a la próxima celebración de elecciones generales y a la semeja que irresuelta para siempre cuestión olímpica catalana. Bueno, a eso y a que Pablo Iglesias dijo una de las pocas verdades, al calificar de tostón los desfiles, y eso que esta vez al frente de los de la Legión iba una cabra a la que bautizaron con el nombre del líder de Podemos.

A mí, en ninguno de los casos me han convencido los razonamientos: ni los de los que, desde, fuera de todo contexto histórico coherente, ahora se autoflagelan por el genocidio indígena de América, ni los de quienes, aprovechando la tesitura, exigen a los otros que abandonen el país ipso facto solo por mostrarse críticos con un modelo de Estado que no les convence.

Por mi parte, hace tiempo que tengo superado este debate de ser o no español, de sentirme más o menos gallego y/o europeo porque, a fin de cuentas, soy gallego, español y europeo me guste o no. Y así será hasta que muera y me nacionalicen del otro mundo.

Por eso en este tipo de disquisiciones muy propias de los hispanos, suelo recomendar la atenta escucha de una canción de Rubén Blades. Es una pieza lenta, delicada, interpretada casi a capella; dura, pero también llena de dulzura, cuya letra responde a un niño que pregunta por el significado de la palabra Patria. Le dice Rubén al "chiquillo" que la Patria puede ser muchas cosas, "tantas cosas bellas, como aquel viejo árbol del que nos habla el poema, como el cariño que aún guardas después de muerta la abuela; son las paredes de un barrio, es su esperanza morena, es lo que lleva en el alma todo aquel cuanto se aleja..." Me quedo con esa Patria, se llame como se llame, y coincido con el cantautor panameño en su conclusión: "La Patria no la define el que suprime a su pueblo".

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