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Sálvese quien pueda

Ese Dios de catedrales que cambiamos por McDonald's

Cuando voy a Salamanca siempre quedo anonadado ante su catedral. // FDV

Cada vez que paso ante la Concatedral de Santa María en Vigo compruebo cómo ha disminuido la presencia de usuarios de Dios en relación con mi infancia. Antes las iglesias eran lugares de encuentro que ahora han suplido los grandes centros comerciales, igual que sus snacks-bar reemplazaron esos atrios eclesiales de antaño en los que se conversaba tras la ceremonia religiosa. Hemos cambiado a Dios por McDonald's, a la religión no por la erudicion laica sino por la consumición y a la ceremonia por la Babilonia consumista. Yo soy un defensor contra viento y marea de la persistencia de estos espacios religiosos dentro de las ciudad porque, con mayor o menor rango, conforman lugares de memoria, espiritualidad, lentitud, reflexión y trascendencia en medio de sociedades urbanas desmemoriadas, materialistas, aceleradas, banalizadas y tan consumistas que si pudieran convertirían el templo en discoteca o grandes almacenes. Prefiero un templo silencioso de Dios que el de un DJ estruendoso. El problema es que no sabemos mirarlos, nos quedamos en lo superficial, en su belleza aparente, sin profundizar más allá.Aún sin fe yo soy un decidido defensor de Dios -si es posible un dios cristiano, evolucionado, occidental y no belicista o intervencionista-, entre otras cosas por las iglesias que en su honor se han erigido.

Viva Dios que, aunque haya dado lugar a guerras, carnicerías o Inquisiciones, lo ha compensado incitándonos a llenar la historia con templos en su memoria. A mí el amor por las catedrales me llegó tarde, quizás cuando le oí decir al arquitecto,dibujante y experto en románico José María Pérez "Peridis" que entre la piedra y la luz de las catedrales parece ser que anda escondido el misterio de Dios. Peridis pasó su infancia entre las piedras rotas del monasterio de Aguilar de Campoo, aquel que llamaban el convento caído, y eso le dio una especial sensibilidad para valorar e interpretar los significados inmensos de estos grandes edificios que miran hacia el cielo. Me gusta recorrer las catedrales, lugares misteriosos, llenos de recovecos y enigmas difíciles de descifrar para el ser humano, sobre todo desde que ojeé, no leí, El misterio de las catedrales de Fulcanelli, y aún más cuando tuve en mis manos La luz y el misterio de las catedrales, y entrevisté a su autor, Peridis. Con su palabra y la lectura de sus textos aprendí eso que está escrito: para admirar una iglesia románica hay que mirar al frente, en cambio para admirar una catedral gótica hay que mirar hacia arriba, igual que supe que en las iglesias románicas, generalmente la belleza está en el contenido: retablos, coros, estatuas, altares; mientras que en el gótico se encuentra en el continente: portadas, triforios, rosetones, torres e incluso en arbotantes y gárgolas. Y en esos vitrales coloreados inspirados en la creencia de que la luz natural era un símbolo de la divina luz de Dios.

Voy mucho a Salamanca y siempre quedo anonadado por la magnificencia de sus pétreos edificios históricos pero sobre todo por sus catedrales. Cada vez que, siempre que las piernas lo permitan, se visita "Ieronimus", las torres medievales de la mejor catedral salmantina, se descubren nuevos espacios, desde la Sala de la Mazmorra y la Estancia del Carcelero hasta la La Sala del Alcaide, donde vivió el Campanero con su familia hasta los años 60. Había mucha más vida interior y doméstica en las catedrales que la que habitualmente se otorga a estos espacios, y el robo del Códice Calixtino en la de Santiago ha sido tan buena prueba de ello que ya ha originado al menos dos novelas.

Es cierto que nuestra imaginación fraudulenta nos puede llevar, por ejemplo al entrar en la catedral de León, a recrearla llena de fantasmas, demonios o mujeres diabólicas porque muchas son las leyendas que plagan el infinito cosmos medieval y que se explotan turísticamente. Yo prefiero, sin embargo, pensar en lo que significaban para la gente de aquel tiempo, en el salto tecnológico y espiritual que supusieron; en los miles de puestos de trabajo que creaban, fueran albañiles, carpinteros, plomeros, vidrieros o fundidores de bronce; fueran joyeros, plateros, orfebres y esmaltadores que decoraban diferentes objetos; fueran fundidores que hacían llaves para puertas y tesoro... ¿Cómo vamos a dejar que cierren iglesias y monten supermercados o discotecas?

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