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Fernando Rubio: "El estudiante típico americano trabaja para pagar su matrícula"

"La idea del "estado de bienestar" que tenemos en Europa no encaja con el valor que los estadounidenses dan al individualismo"

Fernando Rubio, con sus dos hijos, en el Cañón del Colorado. // FDV

Fernando Rubio llegó a Estados Unidos en 1994, con la idea de cursar estudios filológicos de postgrado. Hizo un master en Inglés en Nueva York, otro en Lingüística Española y, finalmente, el doctorado. Trabajó un año en Buffalo, dos en la Universidad de Oregon y, en 2002, se incorporó a la Universidad de Utah como profesor de Lingüística española y director del programa de lengua española. Su brillante ejercicio profesional y académico le han llevado a ser nombrado Profesor del Año en Utah. Trabajo no le falta. El Gobierno federal le ha concedido una subvención de casi dos millones millones de dólares ( 1,7 millones de euros) para dos proyectos relacionados con la enseñanza y adquisición de lenguas, ha sido elegido miembro de la junta directiva de ACTFL, la principal organización de enseñanza de lenguas en los EE UU, y ha sido invitado a dar conferencias en varias universidades, entre ellas el Instituto Cervantes de Harvard.

-¿Qué diferencias encuentra entre la enseñanza universitaria estadounidense y la española?

-Una diferencia importante es el grado de especialización y flexibilidad. Muchos estudiantes americanos llegan a la universidad sin saber exactamente en qué quieren especializarse. Los primeros dos años se pasan cumpliendo requisitos generales que son comunes a todos los estudiantes. Por ejemplo todos, independientemente de la carrera que después decidan seguir, tienen que cumplir un número mínimo de créditos de humanidades, de ciencias, de lengua extranjera, de arte, etc. Los primeros dos años son, en gran parte, de exploración. Eso tiene ventajas en inconvenientes si lo comparamos con el sistema español. Otra diferencia fundamental es el coste de la educación. Aunque algún tipo de beca está al alcance de casi todo el mundo, la universidad americana es cara. La Universidad de Utah es estatal y relativamente asequible. Aún así, un estudiante de grado paga unos 20.000 dólares al año de matrícula (16.400 euros). Y, por supuesto, una universidad privada es bastante más cara. Una vez más, esto conlleva ventajas e inconvenientes. El estudiante típico americano tiene que trabajar para costear los gastos de matrícula. Además vive fuera de casa, lo cual lo encarece aún más. Por esa razón, quizá se toman sus estudios más en serio, pero también tienen menos tiempo para dedicarse a ellos.

-¿Cómo se evalúa al profesorado?

-La evaluación es similar a la que hay en Europa. A los profesores se les exige excelencia en tres áreas: investigación, enseñanza y servicio. La distribución entre las tres áreas depende del nivel de la universidad. Las instituciones más pequeñas, las que aquí se llaman colleges, le dan más importancia a la enseñanza. Las universidades más prestigiosas premian la investigación y exigen un grado de producción investigadora mucho más alto.

-¿Llegan los alumnos a la Universidad mejor o peor preparados preparados que las generaciones anteriores?

-Todos los profesores que conozco, a los dos lados del Atlántico, se quejan de que los estudiantes no llegan preparados, así que en ese sentido me parece que no hay grandes diferencias. Quizá sí las hay en cómo definimos lo que es estar preparado. El estudiante medio americano, como explicaba antes, tiene una preparación menos específica que el español, tanto al llegar a la universidad como durante los primeros años, pero están quizá más acostumbrados a hacer trabajo más práctico porque el sistema educativo, tanto en secundaria como en la universidad, lo valora más. Al final, lo que importa no es tanto cómo llegan a la universidad, sino cómo salen de ella.

-Ha recibido fondos del gobierno federal para dos proyectos relacionados con la enseñanza y adquisición de lenguas. ¿En qué consisten?

-En los últimos dos años he recibido fondos federales, casi 2 millones de dólares, para dos programas. Uno fue la creación de un centro de enseñanza de lenguas para el ejército americano. Es un programa del Departamento de Defensa para asegurarse de que el ejército tiene la capacidad lingüística necesaria para las misiones que desarrolla en varias partes del mundo. Con esos fondos se crearon nueve centros de enseñanza de lenguas en todo el país. El centro que dirijo ofrece clases de árabe, chino, coreano, español, farsi, francés, pashto y ruso, casi todas a un nivel avanzado. El segundo proyecto tiene que ver con la evaluación de la competencia lingüística de los estudiantes universitarios a varios niveles. Estos fondos se adjudicaron a tres universidades de todo el país. La nuestra es una de ellas. En nuestro caso trabajamos con árabe, chino, coreano, portugués y ruso.

-¿Por qué ha sido elegido Profesor del Año en Utah?

-La elección se basa en las contribuciones que hayas hecho a la profesión, a la enseñanza de lenguas en el estado y, sobre todo, el impacto que hayas tenido en tus alumnos. Hay un comité que revisa las cualificaciones de los nominados, sus contribuciones a la investigación, su trabajo con organizaciones a nivel estatal y nacional, y también las cartas de apoyo que haya recibido de alumnos y colegas.

-Le invitan con frecuencia a otras universidades estadounidenses. ¿Qué asuntos trata en las conferencias?

-Trabajo mucho en cuestiones que tienen que ver con la evaluación de la competencia lingüística y la incorporación de la tecnología en la enseñanza de lenguas, así que casi todas las invitaciones que recibo para hablar en otras universidades tienen que ver con eso. En 2013 diseñé e impartí un MOOC (curso online abierto y masivo) de español que creo que fue el primer curso de este tipo que se ofreció en todo el mundo. Muchas universidades están interesadas en saber cómo fue la experiencia.

-¿Qué características sociales, culturales y políticas diferencian a Estados Unidos de España?

-Hay muchas diferencias. Quizá una que se nota en casi todos los ámbitos es que éste es un país de grandes contrastes. Aquí te encuentras a las personas más progresistas a la vez que los más retrógrados; el culto a la imagen y a la salud está por todas partes, pero a la vez encuentras los índices más altos de obesidad. Para mí, el contraste más llamativo es la distribución de la riqueza, que es mucho menos equitativa que en el resto del mundo desarrollado. Éste es un país muy próspero en el que están muchas de las más grandes fortunas del mundo, pero al mismo tiempo los índices de pobreza, la expectativa de vida, o los índices de criminalidad son los peores del mundo occidental. La razón de estas disparidades tiene mucho que ver con el hecho de que la idea del 'estado del bienestar' que tenemos en Europa no encaja con el valor que los americanos le dan al individualismo.

-¿Cómo es la vida en Utah, un estado con fuerte presencia mormona?

-El día a día no es muy diferente del resto del país. Sí es cierto que en la política del estado la iglesia mormona tiene una influencia fuerte y eso tiene consecuencias. La religión mormona es conservadora y eso hace que Utah sea uno de los estados más republicanos del país. Si no eres republicano, algunas cosas se hacen difíciles de comprender. Para mí, una de las más incomprensibles es la insistencia de los republicanos en defender el derecho de los ciudadanos a portar armas. Ver a alguien por la calle, o incluso en la universidad, con una pistola en la cintura todavía se me hace duro, incluso después de 20 años aquí.

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