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Moros en la catedral

Un nuevo estudio avala la tesis de que en la construcción de la catedral románica de Santiago participaron cautivos musulmanes, aunque los historiadores discrepan sobre la importancia de su presencia en las obras.

Un grupo escultórico del trabajo de los canteros a las órdenes de un maestro de obras. // FD V

Cautivos musulmanes, presos de guerra, habrían trabajado en la construcción de la catedral románica de Santiago desempeñado los trabajos más duros, como el traslado de piedras, arena o cal. Así se recoge en el libro "Génesis de la Catedral Románica de Santiago de Compostela", una obra coordinada por José Luis Senra, profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense.

La presencia de trabajadores islámicos en las obras del templo había sido apuntada antes en otros libros a raíz de la batalla naval de 1115 en que la flota del obispo Diego Gelmírez derrotó a unos piratas almorávides que acosaban las costas gallegas. Es el caso de "Historia Compostelana", donde se dice que de todo el botín "dieron los irienses al obispo la quinta parte, además de lo que le correspondía por la propiedad de las naves. Entregaron también a Santiago los cautivos para que acarrearan piedras y otras cosas para construir su iglesia".

"Estos presos islámicos -se lee en el capítulo IV de "Génesis de la Catedral€"- habrían trabajado en las labores duras que no exigían la formación del cantero, entre otras portando las materias de construcción como piedras, arena y cal. A su lado trabajarían personas necesitadas que buscaban sustento para sobrevivir, tanto hombres como mujeres. Desde el siglo XIII, una documentación bastante amplia aporta datos sobre las mujeres en los oficios de la construcción, pero del momento en el que se empezó a erigir la catedral de Santiago, en el último cuarto del siglo XI, solo nos han llegado indicios mínimos".

En el libro, coeditado por el Consorcio de Santiago, Teófilo Edicións y la Fundación Catedral de Santiago, también se alude a la participación de los peregrinos, pues, según relata el "Liber Sancti Iacobi", cogían piedras calizas de Triacastela que después se quemaban para preparar la cal para las obras.

La falta de documentación hace que la posible presencia de esclavos musulmanes en las obras se plantee como una hipótesis en la que no coinciden todos los historiadores. Al menos en la importancia de la misma. Así, el historiador Xosé Antonio López Teixeira plantea que la participación islámica en los trabajos "sería en todo caso más bien ocasional". Respecto al número de cautivos musulmanes señala que la flota de Gelmírez era "más defensiva que otra cosa". En lo que sí incide López Teixeira es en la superioridad en aquella época de la cultura musulmana frente a la cristiana, pero no conoce documentos que hablen de la presencia de musulmanes en las obras. Respecto al trabajo de las mujeres considera que fue "ocasional, pero no generalizado".

El propio coordinador del estudio presentado esta semana en Santiago, José Luis Senra, admite que se cuenta con pocos datos sobre la mano de obra que participó en la construcción del templo. "No hay fuentes para poder hablar del tema. Dentro de la obra de investigación sobre la génesis de la catedral es un aspecto secundario. Lo que sí está constatado -añade- es que en la primera fase de la construcción, 1075-1088, trabajaron cincuenta canteros, número que fue creciendo en la década de los noventa y comienzos del siglo siguiente".

De hecho, el estudio ha conseguido analizar y catalogar, por primera vez, más de 2.500 marcas de canteros que se conservan de las primeras fases constructivas de la catedral. Tras un largo y costoso trabajo de campo, los investigadores José Miguel Andrade (departamento de Historia Medieval y Moderna de la USC); Mercedes López-Mayán (dpto. Historia del Arte de la USC); Jennifer Alexander (Universidad de Warwick) y Therese Martin (CSIC) han analizado e interpretado las marcas de canteros, lo que permite conocer mejor los cambios importantes que hubo durante la edificación o los sistemas organizativos del trabajo.

Musulmanes en Galicia

Para Joaquim Ventura, doctor en Filología Románica, "la presencia en las obras del templo compostelano de obreros -esclavos o no- musulmanes resulta plenamente coherente. En primer lugar, porque se trataba de una empresa de magnitud colosal".

En segundo lugar, señala que cuando Diego Gelmírez gestionó el palio ante Alfonso VI, siendo Toledo la nueva capital de Castilla-León, "probablemente incluiría ayudas a la construcción de la catedral, iniciada por su predecesor en 1075. Y entre esas ayudas iría la aportación de obreros especializados en cantería residentes en la zona del Tajo". Hay que recordar que cuando se construía la catedral, en la época de Gelmírez, la ciudad de Toledo fue conquistada -1085- por Alfonso VI, y sería factible que trajeran a Galicia como obreros a musulmanes cautivos. Una hipótesis que se vería avalada por las buenas relaciones que existían entre Gelmírez y Alfonso VI.

Un tercer argumento es que no era extraña la presencia de musulmanes en Galicia. "Están documentadas mujeres llamadas Sarracina o Sarracena desde 912 a 1031 en Coimbra, Celanova y, en menor medida, Sobrado", añade Joaquim Ventura. "En Santiago tenemos constancia de un "Aria Adefonsiz et de eius uxore [cónyuge] nomine Sarracena" (1017) y de una "comitissa Sarracina" (1059). También sabemos de un "mauro Mafumate" (sin fecha), de un "nostro mauro" (966) en Sobrado y de un "illo meo mauro Giraldo" en Santiago (1131). Tenemos documentado el apellido o apodo "Mouro" desde un "Pelagio Mouro" en Toxosoutos (1173), e incluso hay una "Genealogia Sarracenorum Sancte Marie Superaddi" (es decir, Sobrado), que fue datada por los historiadores hacia finales del XII o comienzos del XIII, y que recoge los nombres de unas cincuenta personas de origen musulmán, posteriormente convertidas", concluye Ventura.

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