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Memorias - Bieito Ledo

"Cuando era cura, defendía lo mismo que ahora predica el Papa Francisco"

Promotor de la Enciclopedia Galega Universal, es presidente de los Premios da Critica Galicia

Con seminaristas de su parroquia de Abeleda (X. de Ambía) en 1969.

Nació en la comarca de Allariz cuando a su pueblo, la aldea de Padroso en Xunqueira de Ambía, no había llegado la electricidad y la oscuridad solo podía ser aliviada por la luz de un quinqué. Pertenece a una de esas generaciones de posguerra cuya formación superior no tenía más salida que la del seminario y la negra vestidura talar, aunque no durara mucho en el oficio de salvar almas. Como buen ourensano acabó siendo vigués y a esta ciudad trajo una doble impronta que le acompañó siempre: la de dinamizador y creador cultural. Bieito Ledo se considera hijo de tres universidades, sin contar la que le dio su título de Filosofía Pura: Padroso, su cuna, donde pasó los 12 primeros años; el Seminario de Ourense, donde pasó otros 12 años, entre 1956 y 1969; y la editorial Galaxia, de la que fue director gerente ya en Vigo y donde conoció a los viejos galleguistas. Librero, editor, cofundador de los Premios da Crítica Galicia, a su iniciativa pertenecen empeños que parecían imposibles como la Enciclopedia Galega Universal. Es Vigués Distinguido e Hijo Predilecto de Xunqueira de Ambía.

>> Infancia aldeana y feliz. "Aquel 1944 en que nací en Padroso, lugar del municipio ourensano de Xunqueira de Ambía, marcó el comienzo de una infancia feliz. La mía era una familia campesina con dos tías solteras que contribuyeron a crear un clima de afectos y protección hacia mí y mi hermano. Mi casa era "de fartura" en aquellos tiempos de hambre ya que teníamos tres cerdos y cuatro vacas rubias gallegas que servían para trabajar, criar becerros y tener leche de sobra. A mayor abundamiento, mi padre cuidaba como oro un buey semental del que sacaba dinero por las vacas que traían del contorno para que las cubriera, lo que nos permitía probar el vino a diario tanto a mediodía como a la noche y cubrir las necesidades básicas de azúcar, café€ y todo aquello que era escaso tras la guerra y no podíamos producir en casa. Allí fui entre los 5 y 12 años a la Escuela Unitaria, a la que llegaba por caminos que a veces eran barrizales y lo veíamos normal, pues entonces no imaginaba uno que alguna vez un autobús podría recogerte y que tuvieras incluso derecho a un camino sin barro".

>> La enseñanza del Seminario. "Yo era un niño espabilado e imaginativo con una buena maestra que me encaminó al Seminario de Ourense porque de ningún otro modo podría proseguir mis estudios. Entre más de 500 que nos presentamos solo de Ourense, aprobamos el ingreso 120, y conmigo Antón Pulido, amigo desde entonces. De ese período que comencé con 12 años destaco la disciplina, la constancia, el trabajo. Eran tiempos duros en que no había calefacción, teníamos que ducharnos en agua fría aún en los gélidos inviernos ourensanos,y la comida era abundante solo en pan. Yo creo que aquello provocó en muchos de nosotros una gran capacidad creativa e imaginativa. Estoy agradecido al Seminario, me siento de algún modo hijo del seminario y de los valores humanistas que allí recibimos aunque a sus creencias e imposiciones fui un tanto rebelde hasta un punto que el obispo Temiño, conservador tridentino, no comprendía.

>> Un hombre con sotana. "Me ordenaron cura en marzo de 1969 y los tres primeros meses me destinaron a Santa Comba de Bande. Recuerdo que era costumbre recibir al obispo bajo palio, cosa que yo no hice. Pasados estos tres meses, Temiño nos destinó a Evencio, un clérigo que sigue creyendo, a Ramón y a mí a la parroquia de Arzádegos, en Vilardevós, desde donde atendíamos mancomunadamente con un único coche a siete parroquias. Allí sembramos lo que después se llamaría Teología de la Liberación, que viene siendo antes de nada sacar a la gente el miedo al infierno, al pecado, a aquellos preceptos oscuros que, en alguna medida, aterrorizaban a la gente y utilizaban la confesión como instrumento de control y martirio. Algo parecido a lo que está haciendo hoy el Papa Francisco. Esa actitud de curas de 25 años críticos con el sistema nos originó un vacío de los compañeros de la zona que seguían la lógica eclesial de ese tiempo, una clerecía pendiente del "bandullo" y tridentina en su concepción teológica".

>> Período errante; de don Benito a don Nadie. "Por desavenencias con la estructura eclesiástica como la del obispo Temiño, en ningún caso por faldas, cinco curas que nunca volvimos a ejercer y hoy estamos casados nos marchamos en 1971. Inicialmente fuimos a la Universidad de Valencia, donde todos nos matriculamos. Pero había que vivir y nosotros no teníamos ahorro alguno porque nunca habíamos cobrado por los servicios religiosos (en gallego, por cierto), así que hubo que buscar trabajo con el hándicap de que entonces la mayoritaria sociedad conservadora veía con mucha reticencia el nuevo fenómeno de los curas obreros, a los que adjudicaba un cierto tufo comunista. Pero, claro, a la hora de pedir un trabajo nos preguntaban si habíamos hecho la mili y qué sabíamos hacer. Y así pasamos de un prestigio a veces omnímodo como curas a estar en el vacío, no ser nadie, a carecer de identificación social. Una crisis. De los cinco que compartíamos piso tres trabajaban de noche como barrenderos con el uniforme municipal, un cuarto como mozo de almacén de carga y descarga y yo de amo de casa: me encargaba de las tareas del hogar. Yo hacía la comida para todos cuando volvía de la Universidad, donde había empezado Económicas, y también me encargaba de la ropa. Las sábanas y toallas, a la lavandería y el resto lo lavaba a mano en el pilón de la casa que se asomaba al patio de luces, donde coincidía con las amas de casa que hacían lo propio. Los otros cuatro iban al turno de tarde universitario".

>> Mozo de carga en París. "Tres de nosotros marchamos a Roma para licenciarnos en una universidad religiosa, ya que nos resultaba así más fácil obtener la licenciatura en una universidad civil. En ese tiempo romano tuvimos los tres la experiencia de trabajar más de un mes de las vacaciones navideñas en una fábrica suiza de productos de limpieza. Al acabar el curso en Roma pasé tres meses en París trabajando de mozo de carga y descarga en la capital, lo que me permitió conoerla desde dentro. Trabajaba por la mañana y por la tarde iba a la Alianza Francesa y visitaba museos parisinos. Por fin, en 1975 regresé a Madrid, obtuve el título de licenciado en Filosofía y empecé a dejar de ser don nadie dando clases primero de Religión y luego de Filosofía en el colegio Liceo Sorolla".

>> La sedentarización en Vigo. "Mi meta era volver a Galicia, "á terra nai", porque soy gallego tan medular que a veces pienso que nunca salí de la aldea; pensé en montar una librería como salida futura y se me suscitaron entonces dos posibilidades: ¿Santiago o Vigo? Podría ser más rentable en Santiago pero al final elegí Vigo porque pudo más el mar que la catedral del Apóstol, con todo lo que tiene eso de simbolismo. El mar es más activo, es territorio de riqueza y espacio al que no se le ven fronteras. Monté en 1975 una librería en Príncipe a la que puse de nombre Ir Indo y que fue pionera en libros en gallego y más que nada del mundo de la nueva pedagogía. Había entonces una enorme ansia de lectura coincidiendo con la apertura democrática. Yo creo que, a pesar de la crisis, el libro seguirá siendo como una abeja que va libando polen en cada ser humano para convertirlo en miel. ¿Por qué le puse Ir Indo? Lo saqué de un campesino de mi pueblo, "o Quintas", que cada vez que le preguntaba cómo estaba me respondía: o caso é ir indo".

>> La etapa Galaxia. "Tres o cuatro años después, en 1979, Valentín Arias dejó la gerencia de Galaxia y yo entré como director gerente. Contribuí a modernizarla dinamizando colecciones. Se creó, por ejemplo, la Biblioteca Básica da Cultura Galega, que sigue siendo el corpus bibliográfico más importante de nuestra cultura y que entonces financiaban, a propuesta mía, las cuatro diputaciones de Galicia. En ese tiempo conocí, traté y admiré a personas que me influyeron a fondo en mis convicciones y quehacer futuro, gente como Ramón Piñeiro, García Sabell, Fernández del Riego, Isla Couto o, por supuesto, mi gran amigo Agustín Sixto Seco".

>> El golpe de mano ourensán. "Una de las cosas que hice al llegar a Vigo en 1975 fue hacerme socio del Círculo Ourensán-Vigués, en el que me presenté a unas elecciones y salí presidente. Aquellos eran tiempos del alborear democrático en que se procuraban desde la progresía ir tomando espacios de poder ciudadano, como hizo la izquierda con las asociaciones de vecinos, y la verdad es que yo di una especie de golpe de mano cultural e incruento metiendo en mi directiva a gentes de la cultura que se inscribieron en el Círculo urgidos por mi propuesta, como Víctor Freixanes, Uxío Labarta, Víctor Vaqueiro, María Xosé Porteiro y otros como Xesús Alonso Montero, a quien captamos después. Eso supuso cambiar una asociación en la que la gente iba jugar a las cartas por una entidad culturalmente activista con concurso de piano de jóvenes intérpretes, club de microordenadores, clases de gallego, conferencias y mesas redondas con gente como Filgueira Valverde, Ferrín€ Y de este Círculo Ourensán nacieron hace 37 ediciones los Premios da Crítica Galicia con esa Cea das Letras Galegas que recientemente, con una directiva renovada y ampliada, celebramos en un xantar".

>> La editorial Ir Indo. "Años de mucha actividad cultural porque en 1976 entré como funcionario en el Ayuntamiento de Vigo con la responsabilidad de la Jefatura de Cultura y Educación durante varios años. En este período colaboré en otras iniciativas como la puesta en marcha, entre otras, de la experiencia del Couto Mixto, las fundaciones Álvaro das Casas, Galicia Empresa, Otero Pedrayo€ Del Ayuntamiento, poco a poco, fui apartándome por excedencia para hacer crecer un gran sueño, una nueva criatura: la editorial Ir Indo, que fundé en 1985. Es la iniciativa que más me ha hecho gozar pero también sufrir. El caso es que editamos más de 500 títulos y, como lo más destacado, la Enciclopedia Galega Universal, obra en la que trabajaban en Redacción más de 30 personas, todos licenciados en diversas materias, y teníamos casi 500 colaboradores externos para redactar entradas de su saber. Tras pasar a la titularidad de la Xunta, espero que en poco tiempo pueda estar colgada en Internet en abierto y tutelada por ella para mantenerla actualizada. Cuando esto suceda será la primera enciclopedia en abierto que pueda ser citada como fuente contrastada de información. Hijo de la enciclopedia es el Diccionario de Galego que hicimos después, con traducción a siete idiomas".

O semental de Francisco

  • "En aquellos años 40 o 50 en que mi padre tenía un buey semental, llegó como novedad lo de la inseminación artificial, que administraba un veterinario. Sin embargo, la gente no lo tenía claro. En la feria de Allariz, que era la que nos quedaba cercana, la gente de los alrededores, cuando compraba un becerro, solía preguntar: "É fillo do boi do Francisco de Secundina de Padroso ou do veterinario?". "Cuando éramos seminaristas adolescentes y salíamos nos dejaban ir a las orillas del Miño en verano. Nos remangábamos la sotana, sacábamos el alzacuellos y sudábamos jugando. Cuando teníamos sed nos decía el Prefecto: "Tengo sed. Hay una fuente. Luego no bebo". Era la enseñanza de la mortificación o la renuncia que entonces maldecíamos pero de algo sirvió cuando fuimos mayores".

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