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EL TEMPLO DE LA CAZA

Además de petroglifos, Campo Lameiro encierra suculencias como las de Casa Tito, un clásico donde la carne de caza es plato de culto

Los hermanos Caeiro, Javier (iz.) y Jorge (d.), herederos de una sabia y larga tradición culinaria.

En la capital gallega del arte rupestre hay sitio para una gastronomía excelsa como la que se cocina en Casa Tito, un clásico de la culinaria galaica con la segunda generación al frente, perpetuada por Javier y Jorge Caeiro. Abierto desde 1975 mantiene no solo su esencia arquitectónica, también los paladares de sus platos que le han dado justa fama. A estas alturas del año son las piezas de otoño las que concitan el interés de sus muchos fieles, con un recetario de caza siempre leal a la cita. De pluma o pelo, aquí se cocina con maestría y paciencia, ya sea la carne melosa y delicada de la perdiz o una reina del monte como es la liebre, entre las muchas propuestas de su repertorio.

Porque referir sus elaboraciones resultaría casi inabarcable. Y con la garantía de lo que se come son productos de primera calidad elaborados conforme a los parámetros de la gastronomía tradicional sin renunciar a la curiosidad propia de un chef joven como Jorge Caeiro, que aprendió de puntillas haceres y saberes de madre y abuela para después convertirse él mismo en experto de temperaturas y cocciones, texturas y sabores.

Tanta cosa buena se sirve en forma de caldo gallego (ahora que empieza el frío), churrasco de cerdo o de ternera y, según la época el repertorio puede pasar por calamares en su tinta, revueltos de setas (ahora están en su mejor momento y son todas del entorno: boletus, níscalo, cantarellus), caldeirada de raya, trucha con jamón, sargo al horno, lacón con grelos, cabrito al horno, capón de corral, cocido gallego, jamón asado o las referidas carnes de caza reinas de la temporada (liebre, conejo, perdiz, jabalí, ciervo...). Entre los postres caseros asoman propuestas como la tarta de queso, de chocolate, de galleta o la tetilla con membrillo. En el capítulo de vinos, gallegos de todas las denominaciones de origen y una cuidada cosecha propia.

Casa Tito es uno de esos sitios que hay que experimentar. Que ha ganado fama por su buen hacer, con los propios comensales como mejores embajadores de las suculencias que aquí se cocinan, haciendo lo que han hecho siempre, gastronomía tradicional -que no renuncia a la creatividad de la mano del joven Jorge-, la que se cuece con producto propio y a fuego lento.

Fabas con liebre, conejo y perdiz son las elaboraciones que hicieron para la ocasión, considerando que es época de caza y buen género, que se extenderá hasta que se agote el producto, hacia enero o febrero. Adherido a la Rede de Comercio Rural Galego, Casa Tito cuenta también con alojamiento y un apartado de productos ecológicos, así como otros servicios como pedidos telefónicos o reparto a domicilio.

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