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Colosos con plumas

"Pelagornis saundersi" fue la mayor ave voladora, con siete metros de envergadura

Colosos con plumas

La mayor ave voladora conocida vivió hace entre 25 y 28 millones de años en Norteamérica. Tenía una envergadura de hasta 7,3 metros, sólo un 25 por ciento menos que la popular avioneta "Cessna 172" -cuyas alas miden 11 metros- y más del doble que los albatros viajeros y reales que ostentan el récord entre las aves vivientes: 3,5 metros. Este coloso, denominado "Pelagornis saundersi", fue presentado en sociedad este verano. Es la última ave gigante descrita por los científicos.

"Pelagornis saundersi" ha venido a cuestionar las estimaciones sobre el tamaño máximo que puede tener un ave para ser capaz de volar, un asunto planteado anteriormente respecto de la especie relegada ahora al segundo puesto en este ránking de colosos del aire: el cóndor "Argentavis magnificens", que se estima que pudo tener una envergadura de 7 metros y que pesaba hasta 70 kilos, muy por encima del "Pelagornis saundersi", que no debió exceder los 40; el ave voladora actual más pesada es la avutarda euroasiática, que llega a los 18 kilos en los machos adultos.

Los "Pelagornis" (hubo otras tres especies, no tan grandes, aunque sí mucho mayores que cualquier ave viviente) no sólo son comparables a los albatros actuales en sus dimensiones, sino también en su forma de vida -eran aves marinas, pescadoras de peces y calamares- y de vuelo: se desplazaban planeando sobre el agua sin apenas gasto energético, sirviéndose del empuje de los vientos y de su fricción sobre las olas. Aparentemente, se extendieron por todos los mares del planeta durante un período que comienza hace 55 millones de años, en el Eoceno, y finaliza 3 millones de años antes del presente.

Pese a las dimensiones de estas aves, los pterosaurios, los primeros vertebrados que surcaron los cielos, durante la era Mesozoica (hace entre 228 y 66 millones de años), siguen manteniéndose también como los organismos voladores más grandes, con envergaduras de hasta 11 metros en el "Quetzalcoatlus northropi", que pudo haber pesado 250 kilos. Ninguna de las aves que ha igualado o superado ese peso volaba. El récord lo ostenta el ave elefante gigante de Madagascar, que alcanzaba casi media tonelada (438 kilos estimados), seguido de los moas gigantes de Nueva Zelanda, con unos respetables 280 kilos; a su vez, el moa gigante de la isla Sur marcó la máxima altura conocida en un ave: 3,5 metros, casi un metro más que las avestruces actuales, que llegan a 2,8 en los machos (y alcanzan un peso de 157 kilos).

Entre las aves vivientes hay otras especies gigantes de aspecto similar al de las avestruces: el emú, endémico de Australia, con una altura de 1,90 metros; los tres casuarios, habitantes de las selvas de Papúa-Nueva Guinea y el noreste de Australia, que miden hasta 1,70 metros (las hembras de casuario común, el mayor de todos), y los tres ñandúes sudamericanos, cuya medida más elevada corresponde a los 1,40 metros del ñandú común. Otras aves voladoras de gran envergadura, que casi compiten con los albatros, son el cóndor andino, que alcanza 3,2 metros de longitud de alas, el cóndor de California (3 metros) y el buitre negro (2,95 metros).

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