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Los abuelos, profesores de Historia en el Possumus

El "Aula Aberta" acoge una convivencia con los mayores

Dos de los abuelos participantes.

El "Aula Aberta de Historia" del colegio Possumus, en un proyecto de profesores y alumnos de 4º de ESO, brindó su particular homenaje a los abuelos. Lo hizo en una jornada en la que éstos compartieron con sus nietos vivencias y recuerdos en una clase de historia viva a través de su memoria.

"Todo surgió a partir de un trabajo de recuperación de fotografía antigua del álbum familiar" explican los profesores. "La recopilación nos ofrecía material excelente para un proyecto interdisciplinar que incluía la informática, la historia de los últimos 80 años y la ética con el peso moral y la sapiencia de quienes han vivido tanto". Y ese proyecto culminó con un encuentro de cuatro de los patriarcas con los alumnos para hablar de vida e historia.

Entre los abuelos, Jesús García Seoane, nacido en Boimorto en el año 1933, venido para Vigo en sus tiempos mozos y que, de su infancia, atisbaba vagos recuerdos del final de la Guerra Civil "con camiones que pasaban cargados de soldados", pero sí los tenía más precisos de los maquis, la guerrilla anti franquista que dejó sentir su lucha armada en los montes gallegos en los 40. Mismo recordaba al propio Benigno Andrade "Foucellas", que adoptó ese alias, según explicaba el abuelo a los alumnos, "de la aldea en la que nació, cerca de Curtis". "A Foucellas -continúa- no lo llegué a conocer, pero si a una hija suya€ que recuerdo además que era muy guapa". "Con su cuadrilla -explicó- Foucellas se daba al bandolerismo, pero robaba al rico, nunca al pobre. Lo tenían visto recorrer las aldeas a caballo, disfrazado de fraile para que la Guardia Civil no le reconociera, pero al final le dieron caza".

Tempos da fame

Los "tempos de fame" salieron también a relucir por ese paseo por la España de los años 40. "Pasamos muchas penurias, rememoraba Laura da Vila, nacida en Vigo en 1936, cuando estallaba al Guerra Civil. "En casa éramos diez personas y con 9 años tuve que empezar a trabajar en la conservera de Ríos en Guixar. Cada día caminaba una hora con zuecos para llegar al trabajo, y otra hora a la vuelta. Trabajaba de 8 de la mañana a 7 de la tarde, sábados incluidos, comiendo en la misma fábrica algunos de los rebuscos de las conservas, no quedaba otra para llevar algo de dinero a casa".

En la España de los abuelos la emigración fue otro de los protagonistas. José Crespo Rivas (Redondela, 1947) relataba cómo trabajó 22 años a bordo de un barco mercante "en el que recorrí casi toda Europa". Mientras en pantalla se reflejaba una foto suya, captada en 1971 en la antigua URSS, Crespo Rivas reconocía que "Rusia fue el país que más me gustó, porque era muy distinto al resto". "Me habían hablado aquí tantas cosas malas de los comunistas€ y cuando llegué allí vi que era gente normal, como yo, eso sí, no vestían vaqueros, ni tenían chicles, ni bebían Coca Cola€ pero si bebían champán y, sobre todo, vodka". "Aun así dentro del país había más libertad que en la España de Franco, mismo recuerdo que las mujeres eran mucho más liberales, vivían la vida de otra forma". Sobre la foto apuntaba que "me la sacaron con una cámara mía en el puerto de Batumi a orillas del Mar Negro, pero era arriesgado, no te dejaban utilizan la cámara, te la podían requisar, incluso recuerdo como un par de cartas que me escribió una chica rusa que conocí me llegaron abiertas€ porque antes las leían".

De la emigración Laura Da Vila aportó su experiencia en Sudáfrica, país en donde vivió dos años en pleno apartheid a mediados de los 70 "porque mi marido era redero de Casamar y la empresa le ofreció trabajo allí". "En Sudáfrica -explicaba- los negros estaban marginados, iban a escuelas diferentes, cruzaban de acera cuando veían un blanco para evitar problemas€". Su hija Elena Casal, presente entre el público y que vivió su infancia allí con sus padres, apuntaba como "cuando traías un negro a casa tenías que hacerlo escondido en el maletero del coche, mismo en una fábrica en la que trabajaban, al terminar la jornada, los encerraban en una nave con rejas, como si fuera ganado en un establo, para dormir en el suelo con una única manta de abrigo".

Nieves Barreiro Pujol (Vigo, 1944) relató su experiencia como de emigrante durante 19 años en Alemania (1972-91). Los alumnos identificaron la "crisis del petróleo" como una de la razones para la emigración de esos años, pero ella precisó: "no emigré por necesidad, lo hice porque quería mejorar y allí, trabajando un una empresa de cerámica y mi marido como soldador, teníamos un buen salario. Pero lo más duro era estar lejos de mis padres porque siempre tuve mucha morriña".

Eso sí, todos coincidieron en que, de volver a los 16 años de sus nietos allí presentes, lo que harían sería estudiar porque muchos solo pudieron hacer durante muy pocos años.

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