Adela Rodríguez pinta con su cámara de fotos unas imágenes que, pensadas al milímetro, plasman la belleza de una Naturaleza lejana en el espacio pero muy próxima al ánimo del espectador.
En "En el camino de la abstracción. 70º Latitud Norte", la artista nos muestra la mirada que se trajo de Islandia, convirtiendo la exposición de la sala Apo`strophe (Centro Comercial Praza Elíptica), que se clausura el sábado, en una suerte de cuaderno de viaje con tres piezas clave. La primera es el mapa de este "camino de la abstracción" que Adela comenzó en Hannover hace cuatro años, cuando el agua y los reflejos empezaron a protagonizar su obra. A esta imagen se suman otras dos, también en gran formato e impresas en papel de celulosa -utilizado para hacer ensayos fotográficos y donde la imagen no se mantiene mucho tiempo-, que han sido concebidas como esbozos de las dos series principales de la muestra: los hielos y las aguas.
En la obra de la fotógrafa, cada paso, desde el disparo hasta la impresión, es meditado y nunca al azar. "La magia atrapada -así es como defino una foto- necesita mostrarse sobre un soporte que en la mayoría de los casos es un papel", explica.
El utilizado para los hielos aporta un brillo y una luz que contrasta con el aspecto más aterciopelado y cálido de las aguas. Una tercera serie, más pictórica, da la bienvenida al visitante con tres imágenes muy volumétricas que, al ojo humano, incluso parecen pintadas al óleo.
El contraste de los distintos blancos sobre la arena de la playa, negra y volcánica, engaña al espectador, que se ve rodeado de fotografías en blanco y negro que en realidad han sido hechas en color. Y en medio de este juego de apariencias emerge una imagen solitaria que es, en realidad, el comienzo del camino: una foto tomada en Moaña, en 2014, donde los reflejos convertidos en imágenes abstractas deslumbran por su colorido.
