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Los "encintados decorativos", de la Ribeira Sacra al Liste

La nueva exposición del museo quiere visibilizar este tipo de arte mural propio de las riberas del Miño, el Sil y el Cabe

El encintado es una técnica constructiva utilizada en fachadas, muros u otras superficies, de forma que las juntas entre las piedras queden tapadas por una capa de mortero o cemento.

Este sistema tiene en Galicia, en concreto en las construcciones rurales de la Ribeira Sacra, una variante decorativa que protagoniza la nueva exposición del Museo Liste, inaugurada el pasado 17 de mayo y que permanecerá abierta hasta septiembre en la Sala do Peche.

La muestra consta de varios paneles con fotografías de Mar López Sotelo, educadora social que entre junio de 2016 y febrero de este año llevó a cabo un trabajo de campo con el fin de localizar y fotografiar aquellas construcciones que conservan este tipo de decoración mural.

Como resultado, se ha elaborado un mapa interactivo (al que se puede acceder desde redribeirasacra.blogspot.com.es) en el que se recogen medio centenar, algunos en muy mal estado por estar en casas abandonadas, otros restaurados por los propietarios.

Poco se sabe todavía de este "encintado decorativo". El etnógrafo y antropólogo Xaquín Lorenzo 'Xocas' ya hizo referencia al mismo y a principios de los 90, Olimpio Liste comenzó un trabajo de campo en el que participó la actual directora del museo, Victoria Vázquez, recorriendo principalmente la zona de Sober. Allí encontraron bastantes muestras, cuyos ejemplos más singulares quedaron reflejados en dibujos del propio Liste.

Dar a conocer este arte mural es el primer objetivo de la exposición. El segundo, intentar llevar a cabo un estudio donde se investigue el origen o la intencionalidad de una manifestación artística tradicional que recuerda a los esgrafiados de origen mudéjar de los que hay numerosos ejemplos en comunidades como Andalucía, Castilla o Cataluña (donde el esgrafiat como oficio artesano especializado surgió en el siglo XVII). Sin embargo, la complejidad técnica o la rica policromía de los esgrafiados está lejos de la simplicidad de las decoraciones gallegas, mucho más modestas y realizadas sin duda por albañiles anónimos.

"La mayoría de los ejemplos encontrados son de principios del siglo XX, aunque hay uno del siglo XVIII con una técnica más elaborada que sí que imita a los esgrafits catalanes", explica Victoria Vázquez.

Las formas de lágrima o de olas son las más recurrentes, aunque también se encuentran algunos motivos religiosos y figuras humanas. Casas humildes, construcciones solariegas, iglesias e incluso hórreos a lo largo de las riberas del Miño, el Sil y el Cabe se vistieron con una decoración que está ganando visibilidad gracias a la candidatura de la Ribeira Sacra a Patrimonio de la Humanidad.

"Lo que más nos llama la atención desde el punto de vista antropológico es que no hay un hilo conductor, por eso nos gustaría estudiarlos más a fondo", afirma la directora del museo, que explica que una de las teorías sobre su origen es que llegó a través del Camino de Invierno a Santiago de Compostela.

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