El Centro Veciñal e Cultural de Valladares está ofreciendo este verano un campamento urbano destinado a personas de entre 10 a 22 años, imperando los infantes. El centro goza de unas instalaciones en la que se pueden realizar toda clase de actividades, como mimo, magia o aparatos autoconstruidos. "La animación y magia es lo que más les gusta. Salían de aquí impresionadísimos", manifiesta Zoila Fernández, una de las monitoras. También se llevan a cabo actividades relacionadas con la cocina, que permite que los chicos puedan estar en contacto directo con los productos de la tierra.
Además, se realizan variadas actividades al aire libre para que los jóvenes puedan conocer mejor el entorno que les rodea a través de juegos deportivos, populares y también excursiones a algún lugar interesante de la zona. "Realizamos en muchas ocasiones juegos de rol. Dividimos a los chicos en dos grupos y el juego consiste en atrapar a los hechiceros. Tenemos varias cartas y a cada uno le corresponde una misión, unos lo intentan atrapar, otros lo defienden. Este juego hace que hagan piña entre ellos y, como cada vez se varían los equipos, se relacionan todos entre todos", explica Zoila.
En las clases de magia, de las que se encarga la monitora Leo Leíño, los niños aprenden a realizar los trucos más impresionantes: cartas que se unen solas o la desaparición misteriosa de un polluelo son algunas de las artes que manejan los chavales y que muestran una y otra vez en las clases. "Llego a casa y lo primero que hago es enseñarle a mis padres lo que aprendí. Siempre alucinan", comenta uno de los participantes.
El campamento se abre para niños de muchas zonas. "Aquí hay niños de todos los lugares, algunos son de la parroquia, otros del Val Miñor... Además, llegan muchos niños que veranean en en Vigo. Este año tenemos a uno procedente de Estados Unidos que está pasando el verano en Galicia. También llegan muchos niños saharauis que están aquí de acogida durante los meses estivales", comenta la monitora. Con ello, se logra la integración de estos niños, al tener la posibilidad de compartir actividades y juegos con otros.
Fomentar la lengua gallega es otro de los objetivos de los monitores. "Muchos no lo hablan en casa, ni en el cole. Intentamos que no pierdan el idioma", manifiesta Zoila.
