La causa contra el hostelero vigués de 43 años Carlos Viéitez, "Papuchi", acusado de delitos continuados de abuso sexual a menores de 16 años, exhibicionismo, provocación sexual y exhibición de pornografía a 18 adolescentes, ya tiene fecha de juicio. La Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo ha reservado la semana del 11 al 15 del próximo mes de febrero para la vista oral. Además del propio acusado y de las víctimas, a lo largo de las cinco sesiones prestarán declaración numerosos testigos y peritos. Sólo la defensa, que niega los hechos y pide la absolución del hostelero, ha citado a una treintena de testigos.

Viéitez, detenido en abril del año pasado, recuperó la libertad poco antes del verano tras depositar una fianza de 30.000 euros y comprometerse a no residir en Vigo. La Fiscalía solicita para "Papuchi" penas que suman 54 años y 3 meses de prisión, mientras que las acusaciones particulares ejercitadas por los padres de algunos de los perjudicados las elevan a 113 años al incluir tres delitos de agresión sexual y no contemplar la absorción de delitos como sí sostiene el Ministerio Público.

La fiscal reclama, además, una indemnización para los menores que suma 38.000 euros y otros diez años de libertad vigilada una vez cumplida la pena en caso de ser condenado. Se demanda también que el acusado no se aproxime o comunique con las presuntas víctimas a menos de 500 metros durante cuatro años, menos en relación a un menor respecto al que aumenta este periodo de alejamiento hasta 10 años.

Los hechos tuvieron lugar entre los años 2015 y 2017; y si bien la gran mayoría de los menores contaban con edades comprendidas entre los 15 y los 16 años, hay adolescentes de 13 y 14. La fiscal sostiene que "Papuchi" se "aprovechó" de su trabajo en un restaurante próximo a la zona "de moda" entre los jóvenes para entablar contacto con ellos. Pero no solo era amistad lo que procuraba, sino "que pretendía obtener una conducta de naturaleza sexual". Para ello, indica, se valía de chicos que ya conocía para que les presentasen otros nuevos. "Iniciaba el contacto a través de la presentación de algún amigo común, del que obtenía, su edad, y colegio al que asistía", recoge el escrito de acusación.

Tras ello "les pedía su número de teléfono o los localizaba en sus redes sociales". Era a través de aplicaciones móviles cuando él presuntamente en primer lugar les enviaba fotos "primero vestido y luego desnudo" que iban subiendo de tono. Tras esto supuestamente animaba a los jóvenes a hacer lo mismo, tildándoles de "rajados" o de que "la tenían pequeña sino lo hacían", según la Fiscalía.

El "modus operandi" era casi siempre igual. Tras ganarse la simpatía de los adolescentes les mandaba fotos íntimas, les animaba a masturbarse y que le enviaran fotos a él, cosa que la mayoría se negaron a realizar. Ya en su casa, les invitaba en grupos pequeños, les ponía vídeos porno y les instaba a masturbares todos juntos, o entonces intentaba -algunas veces con éxito- tocar el pene de los menores, si bien paraba cuando estos se lo reprochaban o incluso se hacía pasar por masajista terapéutico para tocar a los jóvenes. Estos presuntos actos tenían lugar tanto en el domicilio del acusado como en su restaurante o en su barco Ipanema.

Fue precisamente en el "reservado" de La Fiorella donde grabó a algunos de los chicos mientras se masturbaban. Si bien generalmente dejaba de intentar tocarles en cuanto se lo pedían, como ocurrió en al menos 7 ocasiones, según el escrito fiscal, en dos se produjeron situaciones violentas: uno de los menores pidió auxilio a otro en casa del hostelero porque éste le tiró encima de una cama y se echó sobre él, vestido, aunque "fingiendo relaciones sexuales" y otro tuvo que "sacárselo de encima empujándole contra la mesilla". Les invitaba a copas o incluso a prostíbulos a aquellos que se "masturbaban antes".