Una combinación de suerte, de la templanza con la que la víctima reaccionó y de la rápida atención que recibió por parte de sus compañeros del Hospital Povisa salvaron la vida a la mujer. La Fiscalía relata que cuando entró en Urgencias, con el cuchillo clavado, este atravesaba estructuras cervicales de lado a lado "con sección de la faringe y pequeños vasos venosos y arteriales". Y es que, como se refleja en el escrito, las heridas eran "muy graves". Existía "riesgo vital crítico" por la zona y las estructuras vasculares afectadas. Y por milímetros el arma no alcanzó a una de las arterias principales del cuerpo.

Tras la operación, la mujer estuvo en la UCI, antes de ir a planta. Permaneció casi dos meses hospitalizada y necesitó 841 días, la friolera de dos años y algo más de tres meses, para que el tratamiento de sus lesiones se consolidase. Durante ese tiempo estuvo en situación de incapacidad genérica total para sus ocupaciones habituales -a día de hoy aún no se pudo incorporar a su trabajo en el hospital-. Junto a logopedia por disfagia y disfonía, y fisioterapia, necesitó rehabilitación funcional de la mano por las heridas de lucha.

Junto a secuelas físicas y estéticas, sufre trastorno de estrés postraumático grave, que requiere tratamiento psiquiátrico. El ataque le afectó emocionalmente, "con alteraciones en su conducta y relaciones interpersonales".

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